La noche en que mi alma se escapó, por que un día tú decidiste irte. La noche en que el corazón me latía a mil estaciones pero a la vez lloraba por tu presencia; La noche en que las plumas huyen y sale la luna, luna rota y sin brillo. La noche en que las estrellas se burlan de ti, por que eres diferente.
Y día en que el piano gime y flores que germinan en invierno, pero por desgracia tú sigues en aquella noche.
Oleadas refinadas
a las que ofrendamos respeto,
oleadas de la mañana
donde se consienten silencios.
Oleadas que al fin se entregan
a rostros de distinta bandera
y los cruzados vientos se frenan
peinando cabellos como la marea.
Oleadas que encuadran amantes
y santifican la guardián vigilia,
por cada turno en que soñé tus besos,
por cada turno en que me besaste en sueños.
Oleadas que asienten a mi egoísmo
y que, desde las rocas, en pausa,
mi cuerpo reclama su canturreo exclusivo,
¿para mí las llamaste, ¿verdad?
Me gustaría vivir en una inmensa casa donde mi soledad pueda estar, con ventanas pequeñas pero no tan pequeñas para que mis ojos permitan ver lo cruel que es la realidad. Una casa con un pequeño jardín, lleno de flores, para que el aroma repare mis pequeños hoyos de cueva.
Mi otro sueño es ser libre, libre de la vida y de la muerte; quiero escribir en invierno y en primavera, hacer que mis palabras germinen en ese pequeño vacío que me destruye poco a poco.
Y antes de que la muerte me duerma y me lleve lejos, quiero ser valiente.
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