Autor: Andrea L’Rosa
Llevo veinte minutos callada observándote,
no lo sabes, no ves nada de lo que puedo ver,
estás con otra, besas a otra…
No tiene nada que le pueda envidiar,
más que tus labios poder volver a besar,
eres el amor que tanto quise y quería,
quizá el dolor más grande y necesario en mi vida…
Y pues aquí sigo, escaneando tu sonrisa,
mientras recuerdo los días que solía ser mía,
ya ha pasado una hora y no dejo de verlos,
su amor verdadero se puede oler a lo lejos…
Al menos me reconforta ver que eres feliz,
aunque se me divida el alma al tiempo, porque no es por mi…
Bastó solo un minuto para entender en que fallé,
no eres para mi, nunca lo has sido, me equivoqué,
la ilusión muere cuando la conexión termina,
sin embargo el amor no muere con la primera herida,
no muere con la segunda, no muere con la tercera,
el amor no muere por el dolor, sino de pena,
al haber entregado tanto, por tan poco,
al haber recibido tan poco, después de tanto…
Te amé demasiado como para perderte,
pero te amé mucho más como para retenerte,
y quizá irrevocablemente superior al sentimiento,
que realmente debías merecerte…
Este es el precio de no ser correspondido,
vagar la vida lamentando lo que se ha perdido,
no es fácil barrer las cenizas de un sentimiento,
cuando una pequeña llama sigue ardiendo…
Desde aquí te pido tiempo y fuerza,
necesito sanar mi alma para no perder la cabeza,
mientras solo observo tus brazos rodear su cintura,
Y mi corazón se apaga con esta tortura,
pero tengo que hacerlo para vivir con la verdad,
debo aprender a soportar mi dolor y soledad…
Y aunque la espera es larga y el sufrimiento eterno,
seguiré abriendo mis caminos hacia mi amor verdadero,
tal vez no vuelva a llorarte luego de este día,
quizá me tome varias copas, unas cuantas a su salud,
y otras más en salud mía,
mientras analizo que fui solo el enlace a su amor,
y río entre lágrimas porque entendí que fue lo mejor,
hacerme a un lado para encontrar mi paz y vencer el rencor,
solo me queda aplaudir al destino que juega con astucia,
aunque eso haya implicado un poco mis penurias…
Al final he de comprender cuando sea mi turno,
que el por siempre te amaré es real, cuando dos corazones se convierten en uno.