Los pequeños susurros de la mañana Son aquellos versos inefables de un hombre sin propósito alguno.
Que a medida que pasa el tiempo vive experiencias etéreas que tiene que acarrear en sus hombros por falta de conocimiento alguno sobre la época en la que está sometido, sin instrucciones que lo puedan encauzar en el camino conveniente para encontrar la completa liberación de sus emociones efímeras que anuncian una pronta solución a lo que tanto estaba deseando su corazón.
El melifluo del viento lo acompañaba en las noches de poca luminiscencia por parte de esa luna opaca que siempre le daba posada debajo de su gélida sombra.
En sus sueños se repetía un tosco nudo de interminables elocuencias que lo atormentaban causando el sonambulismo de su cuerpo.
El arrebol de las nubes junto con la incandescencia del astro sol lo despertaban, Sus dos ojos se abrían poco a poco y se asombraba por la iridiscencia producida por el ocaso, desbordándose sus pensamientos y dándole a su alma un nuevo comienzo en donde la epifanía de su familia lo pudo acoger y nunca más dejarlo ir.
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