Perdemos el preciado tiempo para aguardar con
Obnubilada paciencia o empecinada tolerancia, que el ser
Racional pueda atender a nuestras inquietudes.
Que pugnan por unas concretas resoluciones felices.
Unánimes pueden ser las propuestas para que se conviertan
En casos cerrados.
Redimirnos ante su presencia resulta una señal de reverencia,
En lista de espera ,mientras tanto se estancan los pedidos,
Consecuencias de adquirir los rótulos de «urgente».
¡Lo siento! se nos dice,»No podemos velar por su problema».
Astutos los intervinientes que extienden a su modo
Maliciosa e ineficazmente la duración de la demora.
Aún lo posible se torna inconcebible.