¡Echar anclas!, mirad aquella sinfonía en piano
Escuchad a nuestro leal silencio, siendo él
Sientan las sabanas, impregnadas de buen augurio
Contemplad aquello, presagiando querer
¡Mi amada!, contemplad-me acudiendo al recuerdo
Mermando ideas de olvido con banalidades
Abrigando en mis manos un caudal de momentos
Trayendo tempestades a tus otorgados mares
¡Escuchen todos!, negaos a concebirla Quimera
Aceptad este fragmento de realidad sin mezquindad
Vean lo cierto en la farsa
Aunque hiriente resulte esta contrariedad
¡Señores!, Ostentosos lugares cobijo en este mundo
Un orbe que una vez entregue
¡Mi amada!, te cristianizaste en mi mundo
Un mundo en el que anclas eche