La Niña De La Caja (Prólogo)

Contemplaba esa noche la luz amarilla que provenía de la luna, aquella que en mucho tiempo no pude ver.

Esa madrugada  con apenas 10 años madre me había dejado en un lugar donde ni las ratas querían estar, con tan poca edad todo me parecía desconocido y por tan mínimo detalle me acurrucaba en un rincón para ocultarme de las terribles sombras y alejarme de esos molestos chillidos, ¿Cómo podía madre abandonarme? pensaba, »No, no, no, seguro que ella volverá…. solo se le hizo un poco tarde , como en la escuela» me decía a mi misma con una sonrisa en mi rostro queriéndome creer aquella mentira, pero con lágrimas en los ojos al saber que no regresaría.

Las noches se me hacían largas, el día demasiado aburrido y mi estomago parecía reconocer aquella sensación, ¿qué pasaría si me fuera? ¿ y si madre viene y no me encuentra? ¿ la espero o la busco? esas y mil preguntas más vagaban por mi mente sin saber la respuesta a ninguna de ellas.

Un día me di cuenta que si seguía ahí moriría, claro yo no sabía esa palabra, pero si sabía que mi estomago rugía de hambre y mi garganta de sed, tanta era mi desesperación que no pude soportar un minuto más en ese  lugar, quizás si volvía madre y no me encontraba seguramente yo la encontraría a ella.

 

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El Café Perfecto.

El Café Perfecto

Entre las personas que habitaban en un pequeño pueblo de nombre “Isequia” siempre se escuchaban todo tipo de rumores, pero hubo un rumor en específico que atrajo la atención de los interesados en el tema: un hombre de nombre Horacio, el cual era jefe de una humilde tienda de nombre “Coikoi”, se interesó en este rumor, el hombre simplemente no se podía sacar de la cabeza este tipo de rumor, sea por su simple amor al café, o cualquier otra razón.

Los días pasaron, el hombre se fue preparando poco a poco, reuniendo todo lo necesario para el viaje, el cual no sería nada fácil. Todo lo que tenía en su mochila era: Unos cuantos cambios de ropa, agua, comida y un cuchillo. El viaje era largo y el hombre no tenía ningún tipo de transporte, por lo tanto optaría por ir a pie durante todo el trayecto.

Horacio paso por todo tipo de lugares, experimento todo tipo de emociones durante su largo viaje, y perdió la noción del tiempo a partir del primer día.

Horacio luego de unas cuantas semanas llego al lugar donde supuestamente se encontraba el café: un desierto muy vasto.

Camino por horas y horas hasta casi caer la noche… Pero, sin previo aviso, en las lejanías de ese vasto desierto, Horacio comenzó a ver una pequeña casa. El camino en la noche, con un cielo estrellado, y solo las luces de la casa como guía.

Horacio se encontraba frente a las puertas de esa casa, él tenía dos opciones: tocar la puerta y esperar a que alguien salga, o regresar por donde vino.

“Toc-toc”, se escuchó.

Una mujer abrió la puerta.

—Debe de haber sido un largo viaje, por favor, entre.

Horacio, sin ninguna duda, entro, ya se encontraba muy cansado.

—Por aquí —Dice la mujer enseñándole el camino —Tome asiento.

Horacio se sentó en la primera silla de la mesa rectangular.

La mujer, sin decir nada, entro por una de las puertas de la casa y desapareció por un pequeño periodo de tiempo.

Un olor inundaba las fosas nasales de Horacio, un olor muy agradable.

—Disculpe la tardanza —Dice la mujer mientras aparece por la misma puerta.

Ella sostenía una bandeja en la que estaban tanto las tazas como la jarra que contenía el café.

El hombre veía como el café era servido ante sus propios ojos.

—Tome —Dice la mujer.

Horacio toma un pequeño trago.

—Esto es simplemente exquisito… No —Toma otro trago —Va más allá de eso, no hay palabras para describirlo.

El hombre, entre tantas sonrisas, y el sentimiento de realización, espero hasta la mañana siguiente para partir de vuelta.

—Que tenga un buen viaje —Dice la mujer.

—Muchas gracias, cuídese —Dice Horacio con una sonrisa.

Ya en la lejanía, Horacio mira detrás, en dirección a la casa, pero esta había desaparecido.

El ingrediente Secreto para el mejor café es el amor.

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El Mundo Acaramelado.

El Mundo Acaramelado

Un mundo lleno de habitantes de distintos sabores: vainilla, chocolate, fresa, menta y chicle. Cada uno de los habitantes de ese mundo tenía un sabor único o una mezcla de sabores.

El mundo era gobernado por una reina, la cual tenía como sabor único el caramelo, y junto a ella se encontraba su más fiel soldado, el soldado de chicle.

Todo se encontraba en paz, el mundo estaba floreciendo completamente; sin embargo, un día todo se comenzó a desplomar: los sueldos bajaban, y en contraste, los precios subían. Todos los males se debían a un ataque económico liderado por las grandes empresas mundiales, era una conspiración a nivel mundial.

Los enemigos  estaban esperando el momento para atacar.

En medio de la noche se escucharon ruidos de pisadas, los enemigos habían entrado en el castillo de la reina para asesinarla. En todo el castillo se estaba librando una lucha entre los traidores y los fieles.

Un soldado había entrado en la habitación de la reina y se acercaba en dirección a ella.

—Reina… Reina… Despierte —Dice el soldado chicle.

—¿Eh?

—No tenemos tiempo, por favor, sígame.

El fiel soldado y la reina escaparon por medio de un túnel secreto que se encontraba debajo del castillo: el castillo ya había sido tomado por los enemigos, los fieles lucharon y cayeron, mientras que los traidores triunfaron.

La reina y el soldado escaparon y se perdieron de vista en el vasto desierto que se encontraba muy lejos del castillo.

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El Desierto Roba Años.

 

El Desierto Roba Años.

Se decía que en el centro del desierto habitaba una mujer muy hermosa, una mujer capaz de conquistar a cualquier hombre; sin embargo, esta mujer, con ayuda de un demonio, había levantado una maldición en todo el desierto: “todo aquel que se atreva a pisar este lugar morirá”, esa eran las palabras que se habían transmitido de persona en persona.

Todas las personas que ponían pie en ese desierto morían: niños, mujeres, hombres, no había ningún tipo de discriminación en ese lugar. Todos se movían en base a una sola cosa: llegar al centro, unos por accidente, otros por deseos malévolos, otros por deseos humildes, todo tipo de cosas servían como motivación.

En las lejanías de ese desierto, en un pequeño pueblo, se encontraba un hombre, ese hombre provenía de una familia muy pobre, todos excepto él estaban muertos, era un hombre que lo había perdido todo, todo el sentido de su vida se había perdido, era un hombre que estaba pidiendo ayuda a gritos; sin embargo, nadie lo escuchaba.

— Ya no me queda nada, no tengo nada que perder.

El hombre, decidió poner fin a su vida perdiéndose en ese desierto.

El hombre camino y camino a lo largo de ese desierto hasta apenas poder mantenerse en pie: su cara estaba llena de sudor, sus piernas estaban temblando, su respiración era irregular, a ese ritmo el hombre moriría.

La mujer, al ver al hombre, por alguna razón había comenzado a llorar, las lágrimas estaban brotando de sus ojos. En llanto le pidió al demonio que retirara la maldición; pero, para mal, este se negó, eso iría en contra de su deseo inicial. La mujer ofreció cualquier tipo de trato hasta que el demonio aceptó.

—Lo hare, pero con una condición, todos los años de las personas que murieron alargaran tu vida —Dijo el demonio.

El hombre logro llegar al centro del desierto, donde solo se encontraba una pequeña y humilde casa.

El hombre abrió la puerta de la casa y vio a una mujer esperándolo.

—No es mucho el tiempo, pero quiero que estemos juntos el resto de tu vida, valiente hombre.

Y ellos vivieron juntos hasta que la muerte los separo.

La mujer le había respondido al demonio: “Esta bien, nunca antes se había esforzado tanto para llegar, y nunca espere que mi hermano lo hiciera”.

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EL INTERROGATORIO

***

La habitación era a la medida. Ni tan grande ni tan pequeña. Pero como a cualquiera, no me gustaba estar aquí. No había ventanas donde se pudiera ver el exterior. Las paredes eran grises y la luz era escasa. La cama era cómoda, pero no había un baño en la habitación. Rayos, ni siquiera tenía un libro para leer. Además, el hecho de tener esposas me daba urticaria. No estaban apretadas pero estaban atadas a la mesa de metal. Llevaba casi una hora sentado allí. Había dos sillas al otro extremo de la mesa. La puerta enfrente de mí era de metal. La persona que la custodiaba estaba afuera. Podía ver su sombra debajo de la puerta. Si era una sala de interrogatorios faltaba el espejo a mi derecha o a mi izquierda. Aunque sí había una cámara en una de las esquinas.

La situación se había salido de control. Ahora estoy en un agujero del cual será difícil salir… Creo que ya no hay escapatoria…

Las cosas habían dado un giro de 360 grados. Después de lo que ocurrió en Washington, los militares me detuvieron, me cubrieron la cabeza y me trajeron en un auto a Dios sabe dónde. No sé dónde estoy, ni siquiera sé que está pasando. Barry y Grant no lo podían creer. Ni siquiera sé dónde están. Pero lo que vieron allí era obvio… cuando entraron a esa habitación… Rayos, las cosas no están a mi favor ahora. Es posible que crean que soy un traidor pero… no lo soy. Hice lo que tenía que hacer…

No lo sé… Trato de mantener la calma pero es difícil, teniendo en cuenta de que soy una especie de acusado en todo esto. ¿Cómo pudieron terminar las cosas de esta forma? ¿Dónde estoy?

En ese momento, se escuchó el sonido del metal detrás de la puerta y esta se abrió. Dos personas entraron por la puerta. Un hombre y una mujer. El hombre era caucásico, de cabello negro y ojos marrones. Llevaba unos documentos en la mano. Iba vestido con unos jeans azules y una camisa blanca. Debía tener unos 33 años. La mujer era muy guapa, caucásica, de cabello castaño y ojos de color avellana. Llevaba una camiseta henley de color gris y pantalón negro. Rondaría entre los 28 y los 30 años. Ambos tenían botas militares. El hombre habló primero.

-Buenas tardes, Señor Oliveira. Soy Dan Keller. Ella es Elena Lewis. Somos agentes de la NSA.

-Genial. ¿Cuándo van a decirme que esta ocurriendo?

-Disculpe que lo hayamos traído hasta aquí contra su voluntad pero era necesario hacerlo. No somos su enemigo así que le sugiero que no se preocupe.

-¿Qué no me preocupe? Llevo dos días aquí, nadie me ha dicho lo que está pasando o por qué estoy aquí.

Elena habló de inmediato con tono serio.

-¿Se da cuenta del problema en el que está metido señor Oliveira?

Yo la mire. No parecía muy amigable. Como dije la mujer era muy guapa pero se notaba muy seria al observarme. Como si no tuviera sentimientos al verme.

-Tranquila Elena. No queremos incomodar a Carlos con tu actitud –dijo el agente Keller con sarcasmo.

Yo no tenía tiempo para sarcasmo. No estaba de humor. Me levante de la silla y hable con voz fuerte.

-¿Qué está pasando señor? ¿Qué estoy haciendo aquí?

Keller levanto la mano y habló con un tono muy tranquilo. La mujer saco de detrás de su pantalón lo que parecía un arma de electrochoque.

-Señor, necesito que mantenga la calma por favor. Trataremos de responder sus preguntas pero tiene que ayudarnos a aclarar algunas cosas. Por favor, siéntese –Luego miro a su compañera.– Guarda eso Elena, no queremos usar la fuerza bruta con el señor Oliveira. Nuestras órdenes son muy claras.

Trate de contener la ira un poco. No me gustaba la idea de estar en una celda y ser interrogado por “agentes de la NSA.” Pero no tenía opción y no podía ir a ninguna parte.  La mujer estaba armada y podría neutralizarme cuantas veces quisiera si no me quedaba quieto o si no cooperaba. Además, a ella no parecía importarle lo que dijera el agente Keller. Tome asiento lentamente. Ellos también hicieron lo mismo.

-Se dará cuenta de que lo que ocurre es muy serio señor, así que voy a ser lo más breve posible para que me comprenda –antes de que pudiera afirmar con la cabeza el siguió hablando.– Usted es objeto de investigación. Se le acusa de cometer Traición y de ser un Bioterrorista. Somos investigadores asignados por la NSA y el señor Aaron Graham para analizar su situación.

¿Qué? Estaba con la boca abierta. Fue como si me hubieran disparado en el corazón. El agente Keller continúo hablando.

-Es por eso que lo hemos retenido aquí. Esto es extraoficial. Nadie sabe que está aquí. Y nos encargaremos de que así sea. Sé que su acusación es muy seria. Pero como toda acusación, se requieren pruebas sólidas y fundamentos razonables, así que tenemos todo el tiempo que queramos. Por lo tanto, necesitamos que coopere con nosotros señor Oliveira. Puede que su cooperación lo saque del problema en el que está metido actualmente así que, todo lo que tiene que hacer es ayudarnos a entender si las acusaciones en su contra tienen fundamento o no. Sera interrogado por mi persona y por la señorita Lewis a partir de ahora y va responder todas nuestras preguntas e inquietudes. ¿Entiende lo que le acabo de decir?

Yo respondí lentamente con la cabeza. En realidad, no sabía que decir. ¿Traición? ¿Bioterrorista? ¿Dónde están Barry y Grant?

-Si necesita agua o algún refrigerio, avísenos. ¿Tiene hambre?– dijo la agente Lewis.

-Ya me dieron de comer. ¿Dónde están Ian Grant y Barry Burton?

-Sus amigos están bien. Es todo lo que tiene saber sobre ellos –respondió Keller. La mujer volvió a retomar la conversación.

-Bien. Empecemos. Como se habrá dado cuenta, esa cámara de allí estará grabando todo lo que hablemos –dijo mientras señalaba la cámara de la esquina.

-¿El señor Graham sabe que estoy aquí? Si es así, ¿por qué no ha venido él personalmente?

Fue Keller el que respondió.

-¿Quiere que le sea sincero? El señor Graham no está seguro si debe estar aquí ya que, fueron sus amigos los que acudieron a él y lo acusaron a usted de ser un traidor. De hecho, algunos de ellos creen que es un doble agente de la compañía Umbrella Corporation. Por no mencionar el hecho de que piensan que es un bioterrorista muy peligroso. En resumen, el señor Graham no confía en usted debido a la presión de sus amigos y los hechos que han ocurrido en Washington. Pero aún tiene fe en su capacidad. Así que él quiere comprobar si estas acusaciones son ciertas, por mucho que mis amigos quieran evitarlo.

Esto no puede estar pasando. Ahora mis amigos están seguros de que los he traicionado. Santo Dios…

-¿A qué se refiere?

El agente Keller cambio el tono de su voz así como la expresión de su rostro.

-Hay cosas que es mejor no saber señor Oliveira. Ahora díganos que fue lo que pasó en el hotel Capitolio. Lo escucharemos con atención.

***

Esta historia forma parte de uno de los capítulos de un libro que estaba escribiendo hace tiempo. Se basa en la serie de videojuegos Resident Evil, creada por Capcom. En este capitulo cuento la historia de un personaje llamado Carlos Oliveira, un mercenario del Servicio de Contramedidas Biológicas de la Corporación Umbrella.

 Puede que la historia sea un poco confusa para algunos pero tiene bastante intriga y suspenso. Espero les haya gustado. Sobre todo a los que les gustan las historias de Resident Evil.  Atento a sus comentarios.

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