Las ventanas descuidaban su barrera invisible,
y las palomas, entonces mensajeras,
escapaban hacia los cuatro puntos cardinales con la escritura inconclusa de los poetas de antaño.
Yo habitaba el sur en esos días,
y el norte, el este y el oeste,
no eran mas que coordenadas abstractas de mundos invisibles
que extendían sus dominios mas allá de las fronteras que imponía el mar.
Ahora, ciudadano de lo abstracto,
aun percibo el aroma salino y el graznido de mil gaviotas cuando cierro mis ojos.
Entonces, aprovechando ese momento de tregua cotidiana,
palomas de otros tiempos dejan caer alguno de esos mensajes inconclusos,
y en vano me esfuerzo en recordar la referencia original.