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AL AMO EMBOSCADO

AL AMO EMBOSCADO

Desemboscarte puedes si quieres,
de las monedas monas en manadas.

Álame álamo al tálamo
siéntelo enraizado al viento
como como desayunando noches
que destilan tildando al tilo
de atormentado noble roble
cuando el pino empina sin tino
al destino liberando libre…

Si yaciese como enlunado sol
asolando con erosión y aridez.

Aquel que yergue al viento luces
con lecho ondeando por la colina
del cedro al ébano malévolo albo
solo porque hubo erguido vinos
vistosos bienes miles mal habidos
entre pulsos acelerados y vaivenes
sin sentir remordimientos clementes.

Aún no morirán, al morir, todos
todo lo que deberían y debieran.

Álamo álame si puedes alar
ahí donde yazgo, ahí donde yaceríais
si humanos fueran los humos y cenizas
si irguiéremos hábiles al bosque núbil
del fuego atroz y tala infame evitando
y deslumbrando flamas infecundas
latitudes endulzando humedecidas.

Sí, sí… Vivirían, al vivir, muchos
conviviendo amos de la vida
para morir bien digna muerte.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.

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Esmero Intrínseco…(Filosófico Experimental)

ESMERO INTRÍNSECO
(Filosófico experimental)

Ya duerme la calle su sueño de cristales y de puentes,
de bosques y bodegas, ballesteras del abismal regocijo.
Blancuras y arrebatos en la soledad, sin límite de lunas.
Devuélvele la confianza en la intimidad del desamparo,
desgranado en el cristal los signos ocres sin infancia.
Es el sonido donde se construye con extrañeza,
la delgadez del pequeño viento.
Con los pies de medianoche que recibe los abrazos.
Y
Tiene la tierra, sangre, hasta la tranquilidad más recóndita.
En el último vidrio que alumbra,
la incesante tiniebla,
y desata sin asombro la crueldad,
del áspero camino sin destino.
Con el agrio gusto de la falsa calma.
Y
Sigue haciendo del estigma un trigo de fragancia seco.
Como el saco del eco hecho del hueco.
Intriga, intervalo, armisticio, por ser astucia de tiempo.
Amarillo de mares y de furia estéril.
Ya.
El velo está implorando, rota lámpara en silencio.
Donde.
Los puentes se extienden como tigres.
Descorriendo sombras, secos labios y jarcias escarlatas,
como esos mil espejos entreabiertos, líquidos de bolsillo,
hasta que sean legibles las entrañas.
¡Con esmero!
¡Con esmero!
En la huella misteriosa del cuidado elaborado, de la forma,
del largo brío, del delirio justo, del pulcro aliento.
IN
TRÍN
SECO.
Ya viene sin la voz la baja inercia,
con el rumor que hierve al abrir la puerta,
donde el pañuelo se derrama silencioso.
¡Ya!
Olvida el mar, alimenta los espejos,
con la espuma de la carne y con la muerte,
con lo inhóspito del siglo, en la lira exigua.
Desteje los oscuros pensamientos de la sed,
con el limo de los verbos, y la espuma del acento,
y la carne de las letras,
luz que ciega y fabrica abismos,
en la sangre y las retinas.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez

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