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Miedo A LA Oscuridad

Cuando era niña tenía miedo a la oscuridad.

Siempre he sido muy fantasiosa y eso tampoco ayudaba. Recuerdo la primera vez que mis padres me asignaron mi propia habitación.

Había estado durmiendo desde que nací en la cuna en el lado de la cama donde se acostaba mi madre y hasta los tres o cuatro años me cogía de su mano para dormir.

Recuerdo vagamente aquellos momentos de tranquilidad . Mi madre me daba la mano a través de los barrotes de la cuna y yo me quedaba dormidita sin miedo a los monstruos del armario que pudieran estar acechando en mi mente….

Después cuando me hice más mayorcita dormía en la misma habitación que mi hermano , cada uno en su camita con la típica cabecera de níquel , y yo contenta de tener a alguien a mi lado. Aun así recuerdo que me tapaba con la sábana hasta la frente cuando apagaban la luz…sigo haciéndolo….

Y llegó el momento de dar un paso más. Cuando cumplí unos seis años , mis padres cambiaron mi cama a la habitación más lejana de la casa, o al menos eso me parecía a mi.

Para llegar hasta ellos tenías que atravesar la cocina, una salita y medio comedor. Y entonces llegabas a su habitación.

La mala costumbre que tienen los padres , aunque con buen motivo y con cariño siempre era el decirte que iba a venir el coco. ..

Y sí, cuando se apagaban las luces entonces venía el coco. En esa oscuridad horrorosa para mí, me imaginaba todo tipo de cosas que asustan. Recuerdo pasarlo muy mal.

¡Cuantas noches llamaba a mis padres llorando de miedo!

Mi padre se levantaba, pobre hombre, a pesar de que para trabajar tenía que estar en pie a las seis de la mañana, y entonces cogía mi colchón y lo llevaba a la habitación de mi hermano . Lo colocaba en el suelo y allí que me tiraba yo la mar de contenta.

Las cosas no mejoraron cuando nos cambiamos de casa. Aunque las habitaciones estaban más juntas yo seguia teniendo miedo a la oscuridad a pesar de tener ya diez años.

Uno cree que cuando crezca ese miedo tonto va a desaparecer pero tengo que decir que después de cambiarnos de casa de nuevo , ya con 24 años , esta vez en un adosado con buhardilla en donde instalé mi habitación,seguia sintiendo miedo a la oscuridad.

¿ Que hay en la oscuridad que tanto nos atemoriza?

Si la noche está hecha para dormir, ¿ Porque nos la pasamos en vela amedrentados por la ausencia de luz?

Está todo en nuestra mente. Yo reconozco que soy y he sido siempre muy fantasiosa e imaginativa y lo he pasado muy mal por ello.

Aún hoy con mis 39 años tengo esa extraña incomodidad al apagar la luz, aunque ahora ya sé que tengo que afrontar ese miedo. Mirarlo cara a cara y vencerlo.

El miedo en realidad no existe. Lo genera nuestro cerebro ante situaciones de verdadero peligro para salvarnos la vida en un momento dado. Lo que ocurre es que a veces el cerebro se confunde al entender que alguna situación o momento en la vida son tan horripilantes que nos genera esa ansiedad terrible hacia algo tan normal como la oscuridad .

Deshecha este miedo de tu mente y duerme tranquilo/a. ¿ Que sería de las estrellas y la luna sin la oscuridad?

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Necesito Que Me Abraces

Estoy sola. Es de noche.
No puedo dormir.
Mi cuerpo se manifiesta.
No sé que sentir.

Estoy temblando.
Cierro los ojos y
Solo pienso en ti.

Necesito que me abraces.
Que me protejas
Saber que estás ahí.

Que tus brazos
sean el aislante del ruido.
Que tu voz sea
el susurro que me tranquiliza.
Que en tu mirada encuentre
la calma perdida.

Necesito que me abraces.
Has que deje de llorar.
Mi cabeza solo piensa
¿En dónde estarás?

Oro, me aferro a la Fe.
Siento un poco de Esperanza
y vuelvo a caer.

Necesito que me abraces.
Quiero tu cuerpo sentir.
Has que deje de llorar,
¿Estás por ahí?

Necesito que me abraces.
Acércate. Ven aquí.
Quiero hacerte sentir
Que solo vivo por ti

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Conspicuo Ensueño…

CONSPICUO ENSUEÑO…

Hizo un día de sus manos
el blanco azahar con los ramos
cogidos, hallándolas tan lozanas
meneandolas al aire de los álamos
qué al alba la noche más amaba
qué eran en la flor tornadizos.

Harina y trigo llevan su ropa
donde el fuego echó las cartas
graciosas en el mirar ganado
donde músicas y tañeres se vuelven
humanos sentidos todos ligeros
donde consigo la gente lloraba.

Y para el cielo huyeron todos,
a combatir, suben al firmamento,
sin mudanza de la templanza,
donde escarchada la cumbre está.
¡Sí, sí, mírala como está toda toda
en su lozanía, una flor y hoja seca!.

Su autoridad y majestad no pierde,
ni quita al decoro su color,
ni al pordiosero ni al noble…
¡Pues, de sus manos, un día hizo,
entre los álamos la noche!.
Y el fuego las cartas echó ahí.

Y de la piedra que canta,
los peces calientes ríen,
al río encendida lámpara.
Por eso, las noches menos son
del fresquísimo rocío lágrimas,
tanto hondo abismo y fulgor.

En la embestida brutal, una vida,
Abierta, de esperanzas sombría,
en el canto, párpado doloroso,
oculto, brilla un deseo, su flor.
Blanca dulzura de luz luz toda,
con el velo en fragante vuelo.

Hendido el rayo le ha salido,
como hubiera sido uno ajeno,
bueno en las amarguras viejas,
dulce miel, entre sus colores.
Porque el rojo ardiente bebía,
y alumbraba. El camino y la ribera.

¡Bendita ilusión inquieta!
¡El ensueño de ese día!
Conspicuo más y más.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
(Tanto del texto como de la imagen)</strong
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Luna

Sólo espero que llegue la noche, me acomodo sobre el techo de mi casa bajo una ventisca con un poco de lluvia. Ya pasará, eso creo.

La gente cree que sería un paisaje horrible, nubes que tapan las estrellas, destellos de rayos demostrando tu imponente fuerza y los vientos más fuertes desde aquel verano en que se fue mi esposa.

Me acomodo feliz en mi techo, se cumplió mi deber en el mundo, sonrío mientras destruyes mi hogar y llevas mi vida más arriba de donde algún desastre ocurrirá alguna vez.

Pronto volveré a estar con todos, ya los veo, ya se acercan tras el dolor . Hoy no muero, muere mi sufrimiento.

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