» ¡Enterrada viva!. ¡Si!, ¡no se lo pierdan!. Mañana sábado, en la plaza 25 de Mayo de nuestra ciudad, la señora Merilda Balbuena, reconocida medium procedente de las selvas del Paraguay será enterrada viva en una tumba durante veinticuatro horas!. ¡Si señoras y señores, veinticuatro horas! . En un acontecimiento inigualable, lleno de entrañable valor y coraje, esta misteriosa mujer permanecerá bajo tierra sin recibir ninguna clase de alimentos ni agua. A su lado permananecerá su colaborador, el Dr. Martín Yerro quien atenderá las consultas que quieran hacerle quienes tengan la osadía de aproximarse… «
Así se difundía por los altavoces de la ciudad de Iporá esta noticia que atrapaba a todos y era tema de las más variadas discusiones en la peluquería «El Buen Trato» y en el afamado bar y casín «Don Alegre». Un primer tema de debate era la decisión tomada por el Alcalde de Iporá, Maese Pírez, de permitir el enterramiento. ¿Era o no conveniente?. Maese Pírez, que pertenecía desde siempre al Partido Intransigente y además muy amigo de todos los que tenían charreteras, insignias, uniformes y botas largas, había considerado muy oportuno y de un inapreciable valor cultural que personas que consideraba tan afamadas pudieran dar curso a una actividad que sin duda serviría para el esclarecimiento de las mentes y desarrollo de las inteligencias.
Algunos preclaros varones de la ciudad, que en la clandestinidad pertenecían a la oposición, afirmaban que aquello era un derroche de los dineros públicos ya que personal de la municipalidad debería colaborar haciendo a toda marcha y en horas extras, un pozo de dos metros de largo, ochenta centímetros de ancho y uno veinte de profundidad. Por otra parte se aseguraba que era necesaria la presencia policial para garantizar el orden público ante la enorme cantidad de vecinos que sin duda concurrirían a ver este hecho. Se sumaba así otra inversión de las menguadas arcas estatales.
En la peluquería más de uno salió con varias curaciones en la cara cuando el barbero que se inmiscuía en las discusiones de sus clientes perdía el control y la navaja hacía presiones o movimientos innecesarios sobre la piel enjabonada. ¿Cómo creer que alguien y nada menos que una mujer pudiese permanecer enterrada veinticuatro horas?. Muchos pensaban que si bien nadie muere de sed o de hambre en ese corto tiempo era casi seguro que le faltase el aire y que terminaría asfixiada. La discusión se subió de tono cuando alguien dijo de que esta mujer tenía poderes mentales y que aunque el cuerpo permaneciese enterrado su alma estaría fuera flotando sobre la tumba observando lo que pasaba…
En la escuela, que justamente está sobre la plaza en cuestión, la maestra directora, después de consultar a Inspección de Escuelas, hizo una reunión de padres advirtiéndoles a estos de los peligros que tendría llevar a los niños a presenciar una mujer enterrada. ¿Qué daños podrían ocurrirles a los pequeños al ver una mujer que parecía muerta en las profundiades de un pozo?. ¿No podría ser motivo del inicio de una demencia que un niño pudiese ser testigo de una terrible muerte si así acontecía?. ¿Qué pasaría con los rendimientos escolares?.
El cura párroco adelantó, con aunencia del obispo, el sermón del domingo, para advertir del sacrilegio de estos actos que estaban reñidos con la fe cristiana.
En la calle, en los comercios, en el Hospital, muchas gentes se manifestaron a favor de la realización del evento, principalmente los vendedores de golosinas, el vendedor de panchos y choripanes y ni que hablar de los correligionarios del Alcalde y el dueño de la red de altavoces de Iporá…
¡Atención! ¡Atención!. ¡Aquí la red de altoparlantes «La Voz del Sur» transmitiendo en vivo y en directo este acontecimiento que vivirá por siempre en la memoria de los ciudadanos de Iporá!. En este momento los funcionarios públicos ya han concluido su labor de construcción de una profunda fosa en el centro de la plaza. Tenemos que destacar que los agentes de policía a cargo del Comisario Juan Rodríguez han procedido a colocar una cinta en torno de la fosa para que nadie se aproxime sin la autorización pertinente…
Aquel sábado de noviembre, en la plaza de Iporá, se agolpaba una multitud de curiosos, incrédulos y divertidos, que ansiaban ver como se desarrollarían los acontecimientos. El ayudante, que se hacía llamar Dr. Martín Yerro, vistiendo un traje negro, algo raído y en el que se destacaban algunas impertinentes manchas de grasa, ayudaba a la Medium para que se introdujese al pozo. Ella vino hasta el centro de la plaza con pasos firmes, vistiendo una túnica gris sobre la que se destacaba un collar que parecía de oro con un gran crucifijo del mismo material. Cuando con aire misterioso y elevando sus brazos al cielo hizo no sé que plegarias casi se cae al tropezar con algunos terrones que los empleados se olvidaron de sacar. Luego saludó a todos con un amplio ademán y con ayuda del Alacalde y del encargado del cementerio la ayudaron a bajar al pozo… En ese momento se hizo un tremendo silencio solo entrecortado por algún cuchicheo por lo bajo, el llanto de algunos niños y el último arrullo de las palomas que miraban indiferentes. Al costado de un paraíso había una gran tapa de madera, como la de los cajones mortuorios, con un vidrio grande que permitiría ver hacia dentro. Fue colocado con cuidado sobre el pozo. En él, la medium se había acostado, no sin antes tener el cuidado de colocar una manta en el fondo para evitar las humedades pegajosas de las entrañas de la tierra…
Las horas fueron pasando, cada uno en lo suyo… Los curiosos haciendo largas colas para pagar los cinco pesos al Dr. Yerro y de esa manera atravesar el espacio cercado y observar a la Medium que en la oscuridad permanecía quieta y de ojos cerrados… El Alcalde se retiró a su despacho para registrar en su Libro Diario lo que estaba aconteciendo. Los vendedores haciendo su día. El Cura también se retiró temprano a rezar diez padres nuestros. El fotógrafo agotó sus películas y también se fue… Los policías recibieron orden de abandonar la guardia y marcharon para la Comisaría.
Sería próximo a la media noche. El Doctor Yerro, cansado ya, buscó el abrigo de una palmera centenaria y colocando con precaución una sillita plegable, comenzó a despachar, sin más trámite, una botella de tintillo que, precavido, había guardado en su maletín de cuero.
-¡Sácame de aquí mal parido! . ¡ Sácame de aquí que si no,cuando salga te destripo hijo de p…!. ¡ Ayúdame condenado que le metiste tierra a esta tapa como si de verdad quisieras que me muriera!……¡Socorro!…¡Socorro!… ¡Socorroooo….!
El Doctor Yerro …la habrá dejado asfixiar?? Con el vinito capaz que ni se enteró je je.
Escribo por el simple placer de escribir y me siento muy feliz cuando alguien comparte mis locuras. Muchas gracias!
OoOoLa nO Da nAdA dE mIeDo