Sabina…

Sabina

__  Allá viene Sabina… Ella no comprará comida pero el vinito nunca le falta. ¡ Pobre vieja!.

—  ¡ Pero es que tú no la viste el otro día!…. ¡Qué asco!. ¡Qué asco de mujer Dios mío!. Sabes María que , creo que fue el jueves, la Carmela vino a pedirme que la ayudara. Vino corriendo la pobre, con el delantal en la mano y gritando como una descosida…  Yo me asusté mucho, claro… ¡Cómo no me iba a asustar con tanto grito!. Viste, que cuando te vienen así, de golpe, con tanto alboroto, una siempre piensa lo peor. Dije yo, se habrá muerto el Ruperto  que hace tiempo anda jodido el pobre del corazón… Pero no, no era eso. Era pa que la acompañara a la casa de la vieja Sabina….   ¿Y sabes pa qué?. Pa que la ayudara a levantarla del suelo porque con la mamua se había caído en la mita el patio… Creo que andaba por descolgar unos calzones de la cuerda… ¡Y claro!… La cuerda alta y las piernas flojas… ¡cataplún!…¡Vieja al suelo!.

— ¡Con razón la gurisa de casa algo me contó que no le pude entender!. Que la vecina, que unos gritos… Y yo que andaba con el trajín del guiso del mediodía no le di importancia. ¡Qué trabajo habrán pasado para entrarla a la casa!.

— ¡Ni tanto,che!. Porque, tú sabes, está flaquitita la pobre. Yo creo que casi no come.  Es puro pellejo. Si la vieras de cerca vas a ver que le sobra pellejo por todos lados…Y, no es que una se ande fijando en casas ajenas, pero  sin querer,  mira.  Y te via decir, que además de la mugre, de la mugre espantosa,  yo no vi más que un pedazo de pan duro…. ¡Nada María!. ¡ Si hasta los ratones deben de pasar las de Caín en esa casa!.

_ ¡ Qué desgracia mi Dios!…. ¿Cómo es posible que exista tamaña injusticia, que exista un ser que no tiene a nadie, como quien dice, que vele por él?.

— ¡No tiene y tiene, te via decir!. Nos tiene a nosotras que le arrimamos siempre alguna cosa cuando está mal, que siempre estamo pa ayudarla y tiene también, a esa mujer que viene de vez en cuando…

–¿ La del auto negro, grandote, que viene casi siempre al anochecer ? .            ¿ Quién será esa pituca que  le trae de vez en cuando unas limosnas?

— La Carmela dice que esa loca debe ser hija de ella, que tiene un parecido, que tiene los mismos ojos… ¿A ti qué te parece?….

iglesia-de-santiago

Yo conocí el caso de la vieja Sabina cuando trabajaba,  hace ya más de veinte años en el Colegio de las Hermanas de de la Caridad.  El colegio queda justito frente al grupo de viviendas que la municipalidad creó para la gente pobre y la Sabina apareció allí, sin saberse como, de un día para el otro, en  una de las casas que estaba del otro lado de la calle. Conseguí ese trabajo porque frecuentaba la Iglesia y porque tenía…y todavía conserevo,  mis mañas de jardinero. Los jardineros somos por lo general silenciosos. Nos gusta mucho el silencio… Hay quienes dicen que hay que hablarles a las plantas para que crezcan bien. Yo siempre lo hice, pero resulta que esa es una conversación muy por lo bajo, muy dulce y suave. Una conversación con amor… Entonces, entre las enredaderas, los rosales, los hibiscos, las santaritas, un jardinero delgadito como siempre fui y más bajo que alto,  estaba  pero no estaba…. Era más bien una parte del parque y en ese  entonces que tenía los oídos bien de bien, escuchaba, escuchaba, escuchaba… Es que la naturaleza es una maravillosa orquesta en donde el director es el sol. En cada momento del día él sabe y dispone cuando deben de sonar los violines, las arpas, el bajo… O interrumpir, en un momento dado, todos los sones… Se apaga y aquieta todo y entonces, solo entonces puedes oir el silencio. Es un momento muy especial, sublime, porque parece que estamos real y absolutamente solos en el universo. Que todos se han ido… Por eso hay quienes le temen… Yo no.En esos momentos es cuando valoro la inconmensurable obra de Dios . ¿Has escuchado el llamado de amor del grillo?… ¿ El saludo al amanecer de la calandria en lo alto de una rama?.  Y entre tanta planta y tantos viricuetos de los senderos y tanto silencio… muchas veces me sorprendían también otras voces que aprendí pronto a identificar: la Hermana María Esperanza, Sor Ana Sofía, el Padre Antenor… Voces piadosas  y claras muchas veces… Voces oscuras, temblorosas, en las noches sin luna.


— Che, Carmela, vamo a tener que  llevarle, si o si a la Sabina unas velas… ¿Tienes tú algún cabo de vela que le pueda alcanzar a la vieja pa que no se quede a oscuras la pobre?.

— ¡Pero Rosita!…. ¿ Otra vez a oscuras estamos?….¡No se puede creer!. Menos mal que las vecinas estamos pa eso, pa ayudarnas las unas a las otras. Y la pobre Sabina…. ¿Qué haría esa pobre mujer si no nos tuviese a nosotras?.

— No es por nada, pero es que acá en el barrio siempre le estamos hechando una mano… Cuando no es una es otra. Y si no, ya se hubiera muerto la doña.

— Ella, a veces no dice nada la pobre … Pero quien no va a ver el  tremendo camión de la UTE en  que vinieron a cortarle la luz. Yo hablé con el jefe, al gordo ese que la mujer en cuantito él se va la viene a buscar un morocho alto,muy pituco él, en un Fiat metalizado, bueno, le expliqué la situación, de que no tiene a nadie, de que es una pobre desgraciada y que vive sola… pero igual se la cortaron!…¡Se la cortaron che!…

— ¿Cuánto hace que esa sinverguenza de la hija no viene a verla?. ¡Hay que criar hijas así! … Como pa que te sanquen los ojos si pueden…

— Es l0 que yo siempre digo… Una les da la vida, la teta, las cuida, les limpia el culo, las manda a la escuela, se saca una lo que no tiene pa darle lo que ellas precisan y después que echan a volar… ¡Si te he visto no me acuerdo….!

Las cosas que se pueden escuchar en los jardines de un colegio de monjas!… La pieza que me dieron para vivir era no muy grande pero confortable y estaba en el rincón más apartado del colegio. En realidad creo que los hombres tenemos una cara para los vecinos y parientes, una máscara como hablaban los griegos… Una máscara que la van formando nuestros padres cuando nos enseñan a reprimir nuestros estados de ánimo, a disimular nuestras amores y odios, a mentir para ocultar nuestras verdades. Una máscara que la sociedad la termina de formar, de solidificar imponiendo formas de conductas integradoras para la sociedad en que vivimos.  ¡Pero lo que hay detrás de las máscaras!.  A veces es tan intenso que nuestra alma se encarga de romper, aunque más no sea momentáneamente y se manifiesta con fuerza nuestro caudal interior con todo lo dulce y con todo lo amargo y retorcido también. Entonces este viejo jardinero aprendió a desconfiar, a no creer en las primeras miradas, en los primeros gestos, en las primeras acciones de quien se acerca a veces con claras muestras de ternura. ¿Qué hay en las profundidades del alma humana?. Aprendí bien a no creer de buenas a primeras en una mirada de amor, en un gesto cualquiera, en el dar o en el no dar… Muchas de estas cosas son respuestas aprendidas, falsas, exteriores. Lo aprendí observando el trato del Padre Antenor con Silvina Fernández que venía a realizar tareas de limpieza en la Iglesia…¡Vaya si limpiaba!… En las escapadas nocturnas de alguna hermana y… más que nada… con la vieja Sabina, tema de este relato…


— Don Jaime… ¿No ha visto a la madre Mercedes?.  Me dijeron que andaba cortando unas rosas para el arreglo de la capilla pero no la encuentro…

— La vi hace una media hora. Conversamos muy poco porque me dijo que estaba muy apurada porque tenía que encontrarse con usted para el reparto mensual de ropa que han reunido las madres de la congregación…

— ¡Ay Jaime!. ¡ Usted no sabe la importancia que tiene ese trabajo anónimo y sin pausas de esas manos laboriosas, desinteresadas de ese grupo de mujeres!. ¡Dios la bendiga siempre!.

— Ayer estuvieron dos vecinas preguntando por usted, las de ahí enfrente, Doña María y Doña Rosita. Andan muy preocupadas dicen, por la situación de la vieja esa que apareció, no se sabe de donde y que es un baúl de problemas… Cuando no es una cosa es otra… Que está enferma y precisa un medicamento, o que no tiene nada para comer o que le cortaron la luz o el agua…

— Si Jaime, si sabremos nosotras de esa pobre mujer. Dios la ha puesto a prueba sin duda… Pero Dios sabe lo que hace, Jaime. Su corazón siempre ampara y cobija a los que bien le quieren. Justamente hemos preparado una buena cantidad de ropa de abrigo apropiada para ella ahora que se aproximan los fríos.

— No la he visto muy seguido por la Iglesia…

— Es verdad, es verdad. Nosotras hemos ido varias veces a visitarla pero muy poco ha querido contarnos de su vida, de su familia, de su pasado… En cuanto le mencionamos a su esposo, porque dice que estuvo casada, se pone a llorar y ya no habla más… ¡Pobre Sabina!. ¡Cuánta falta le hace abrir plenamente su alma a Dios!. ¡Cuántas veces la he invocado yo en mis rezos!.

viviendas



La conversación mantenida con la Hermana María Esperanza orientó mi interés, mi curiosidad por la vida de Sabina. ¿Quién era esa mujer que parecía tan desvalida, miserable y triste que habitaba sin compañía alguna la casa de la esquina?.  ¿Por qué vivía en aquel mutismo, en aquella soledad deespaldas al mundo?. ¿ Era verdad que aquella mujer que la visitaba de tanto en tanto era su hija?… Comencé a rondar la casa, al principio con mucho cuidado, con temor a lo desconocido. Más tarde, viendo que no obtenía frutos decidí abordarla en uno de sus frecuentes viajes al almacén de Manolo. Solo levantó la cabeza cuando vio que me plantaba adelante y le immpedía de alguna manera el paso. Un rostro que debió ser muy bello y ahora destrozado por los sinsabores de la vida coronaba un montón de harapos. Me miró inquisitiva, arrugando la frente y con cierto rictus de enojo. Cuando manifesté que era su vecino, el jardinero de las hermanas del colegio no se interesó en absoluto y pretendió seguir la marcha. Sólo pude saber que se llamaba Sabina Fernández y que había vivido en las afueras de Rosario, Argentina. Nada más, salvo unos insultos que masculló a manera de despedida.

– Doctor Bermúdez, las vecinas han vuelto a traer a esa señora Sabina…  Esta vez parece que está muy débil, con algo de temperatura… treinta y ocho axilar…

— ¡Válgame Dios!. ¡Estamos para servir en este Hospital!. Tú ya sabes… manda a las enfermeras de inmediato para que le den un buen baño y la internas en la sala de siempre. En cuanto hagan eso, que debe ser breve, me mandas llamar para una buena revisión…

— ¿Cree, Doctor, que nuevamente le haremos un «plan de reahabilitación»…?

— Después del examen de rutina veremos, pero es muy probable que aunque no tenga nada grave la tengamos unos días para fortalecerla con una alimentación adecuada, algunas vitaminas y un ambiente limpio…

— ¿ No le ha dicho nada el Director de sus investigaciones sobre posibles familiares para que se hagan cargo de ella?.

— Mira Clementina, siempre estamos a lo que podamos hacer nosotros. No han podido ubicar todavía a esa mujer que por ahí dicen que es su hija… Creo que una vez Diego, el de la farmacia, habló con ella pero solo provocó su risa y un «hasta luego muchacho»…

— ¡ Si habrá gente miserable en este mundo!… ¡Gente sin corazón !…¡Malnacidos!….

Fue después de las inundaciones del cincuenta y ocho que una serie de circunstancias que se encadenaron las unas a las otras arrojaron luz sobre nuestras mentes pueblerinas tan preocupadas durante tanto tiempo por la enigmática y menesterosa Sabina. Cuando esas lluvias que duraron más de una semana.

silla de ruedas


Cada uno de nosotros va tejiendo relaciones, abriendo caminos, eligiendo un norte… Y es ese devenir de la vida que a veces gracias a la mano de Dios la senda es firme y venturosa y en otras, vaya a saber guiados por qué espíritus del mal,  conducimos  nuestros pasos hacia precipicios insondables… Sabina Fernández de Zapata fue durante su juventud una hermosa, una muy hermosa rosarina perteneciente a una familia modesta, con patrones culturales muy rígidos  que supieron compensar sus estrecheces económicas con astucia y amor. Apenas mayor, conoció en la Fiesta Nacional de las Colectividades que se celebra todos los años en el Parque Nacional de la Bandera, a José Antonio Zapata, hijo de inmigrantes españoles y dedicado al comercio de vinos. Este joven emprendedor era ya dueño de una importante bodega rosarina sobre la Ruta once, no lejos del Paraná, cuando pidió la mano de Sabina en matrimonio. Fue una fiesta que se recordará  mucho tiempo  en la ciudad por el esplendor del ajuar de la novia y las exquisiteces de vinos añejos seleccionados para la ocasión. Los primeros años del matrimonio fueron espléndidos. Hubo amor y comprensión en la joven pareja. Hubo prosperidad que se reflejó en los bienes que fueron adquiriendo y disfrutando. Un año, una mansión en Punta del Este. Otro año, un viaje a Europa… Al siguiente, la inauguración de una nueva bodega…  Formaron parte de la flor y nata de Rosario Se les veía con cierta frecuencia en el teatro,  restoranes de lujo y salones de fiesta. Zapata trabajaba de sol a sol como se lo habían hecho y le habían enseñado sus padres y su trabajo rendía frutos. Atendía con inteligencia a sus negocios. Discutía precios… Regañaba aumentos… Luchaba por una mejor calidad de sus vinos. Fue en una de esas discusiones con un exportador de vinos que cayó casi fulminado ante la mirada atónita de su secretario. Durante más de un tres meses tuvo los mejores médicos que lucharon denodadamente para devolverle sus facultades seriamente afectadas. Una hemiplejia del lado derecho le imposibilitaba caminar sin ayuda, practicamente no movía el brazo del mismo lado. Pasaba el día abatido sobre su sillón preferido y sin ganas de nada. Frustrado por una jugarreta inesperada de la vida. Contrataron una muchacha para que le ayudara en la higiene, la alimentación, los medicamentos… Fue necesario que Marcelo, su secretario personal tomara decisiones comerciales con Sabina que poco sabía de esto.

– ¡ Te digo que estas cosas no pueden ocurrir más!. ¡Es una verguenza!. ¡Cómo es posible que nosotras, que tenemos nuestros hijos, nuestros maridos que atender, tengamos que andar todo el tiempo atrás de esa pobre desgraciada de Sabina!… ¡No puede ser!… ¡No puede ser te digo!…

— ¡Menos mal que Carmela, que defectos tendrá como tendremos todas, le dio por entrar en la casa a ver que pasaba… ¡ Con este temporal que parece que no para más!… ¡ Allí, tirada en la cama, más muerta que viva estaba la vieja che!… ¡ Dicen que casi no tenía presión!

— A mi me dijeron que cuando llegaron del Hospital pensaron que estaba muerta porque no respiraba casi y estaba color cera…

— ¿Viste que cuando la soga aprieta nadie se quiere hacer responsable?. ¡Enseguidita che, llamaron al Comisario Martínez!. ¡Ah, si!…¡ Qué no fuera a ser que los culparan por no llegar sin demora  a atender a la enferma!

–¡Es que demoraron como una hora entre que fue a pedir auxilio el viejo Jaime y la llegada de los médicos!…

— ¡Andan juntando firmas pa presentar ante la municipalidad para que tomen cartas en el asunto y busquen a la puta de la hija que hace como dos meses que no da señales de vida o que la ubiquen en algún asilo…

La vida de Sabina Fernández y sus relaciones con su hija Marianita Zapata vinieron a conocerse en detalle después de la intervención policial motivada por las quejas del vecindario ante la justicia sobre el estado de abandono en que vivía la vieja. El comisario tuvo que hurgar mucho para encontrar los motivos de esa separación madre hija que a todos nos sorprendía tanto. Cuando a Don José Antonio le dio la hemiplejia que lo dejó postrado para siempre  su mundo se redujo definitivamente a la cama y al sillón de ruedas. La señora Sabina creyó conveniente que durmiera en uno de los dormitorios para  huéspedes con el fin de que estuviese más cómodo. Adquirió un sillón de ruedas  de segunda mano a muy buen precio en una casa de remates de Buenos Aires. No se sabe bien si por las necesarias visitas a la casa de Marcelo, el secretario, para tratar asuntos de negocios o por los elevados dotes de su masculinidad o por las necesidades hormonales de Sabina repentinamente desatendidas por el quebranto de salud de su marido, sucedió lo que sucedió. Al principio con palabras o miradas que daban a entender la llama que iba creciendo en ambos corazones por igual. Luego algunos roces al inclinarse para tomar un mismo documento, al acercar una silla, al abrir la puerta… compartir un café… Sabina comenzó a tener algunas sensaciones que creía olvidadas en las rutinarias relaciones con José Antonio.  Las noches en que pasaba sin dormir preocupada por la salud de su marido fueron sustituidas, casi sin darse cuenta, por otras noches sin dormir, pensando en la sonrisa y en la piel de Marceliño como comenzó a llamarlo ella. Fue una noche de invierno en que tuvo una entrevista comercial en una de las bodegas que su Ford T no quiso arrancar. Cosas del destino. Marcelo se ofreció a llevarla y el viaje fue bastante más demorado de lo que debiera. La ruta bordeada de una vieja alameda, el encanto de una lluvia ténue, el perfume del hombre que iba a su lado… Fueron épocas difíciles. Muy difíciles e intensas. Se enfrentaron una realidad que a la manera de un muro inmenso se interponía a sus sueños y deseos.  Allí estaba su  matrimonio con José Antonio y todo lo que este hombre había construido con amor y   esfuerzo. Estaban también unos pocos parientes y sobre todo los vecinos, los compañeros del club hípico, los rotarios… . Y también  Marianita, la hijita mimada que tenía en ese entonces tan  solo cinco años y que era el centro de atención de todas las reuniones sociales en que participaban. Pero no. El llamado de la sangre era muy fuerte. Demasiado fuerte. Lo sentía cada vez que concertaban una cita, en las noches sin dormir, en sus pechos eréctiles cuando no podía apartar su pensamiento de las caricias de Marcelo, en el palpitar de su corazón, en sus mejillas que sentía enrojecer… Entonces sus encuentros fueron cosa de todos los días. Comenzaron a descuidar los prejuicios sociales, el qué dirán. A comer juntos. A pasear juntos… A acostarse juntos. Comenzaron también a no temer y hasta despreciar las miradas de asombro y dolor  insondable de José Antonio. Hasta la misma Marianita se transformó en un problema que dificultaba sus frecuentes salidas con cualquier pretexto. No discutieron mucho la solución al mismo, su internación en un «colegio para señoritas» que estaba en Buenos Aires, en la Avenida Corrientes, casi Talcahuano. La cuota era cara pero tenían dinero y la niña lo merecía.


— Me llamo Mariana Carmen Zapata Fernández, señor comisario…

— Comisario Martínez… Lo que usted me ha dicho hasta ahora son detalles de su vida que en realidad a la justicia poco le interesan. Usted ya sabe que un grupo de vecinos se han reunido y presentado una queja escrita ante la municipalidad y ante esta comisaría.  Se quejan de que, aunque ellos tienen la voluntad, el deseo y el placer si se quiere, de ayudar a la señora Sabina, no cumpla usted con los deberes filiales de atender a su madre. Es grave esto señora…

— …….. (Llanto)

_ Usted es hija de la Sabina Fernández de Zapata y la ley le determina  la obligación, dadas las dificultades económicas y de salud de esta indigente, de atender sus requerimientos…. Es su madre…. De cualquier manera, dadas las circunstancias, la salud y la edad de la señora, creo que no será por mucho tiempo…

— …… ( Llanto)

El interrogatorio duró varios días. Hubo que llamar al Doctor Menéndez para atender a la Sra.Mariana que había entrado en una profunda crisis que le impedía hablar. El comisario se vio de pronto en una situación comprometida derivada del agravamiento de Sabina y algunos artículos lapidarios que aparecieron en los periódicos de la localidad respecto a los descuidos de las autoridades comunales.  Las investigaciones que encomendó el Comisario Martínez siguieron dos líneas distintas: hacia las bodegas «Vinos del Rosario» y hacia el » Colegio Hermanas de la Asunción». Las investigaciones se hicieron casi sin tropiezos en el colegio . Allí consta que Mariana Zapata ingresó el 14 de mayo de 1907. También muestran esos registros que estuvo en ese colegio hasta el 24 de julio de 1914.  Durante en este período lo más importante que señaló el inspector a cargo fue que sus calificaciones curriculares fueron siempre excelentes. Tuvo algunas dificultades en la comunión con el dogma y sus prácticas cristianas aunque nunca se puso en duda su fe. Está subrayado con rojo, en el legajo del informe, que las visitas que la familia le hacía, así como también las contribuciones monetarias que esta debía realizar, obligatoriamente algunas, y otras en forma voluntaria fueron espaciándose cada vez más con el transcurrir del tiempo. Las visitas regulares de la madre durante el primer año se fueron haciendo cada vez más raras en el segundo,  hasta casi desaparecer a partir del terecer año de internado. Se adjuntan numerosas copias de solicitudes de la Dirección del Colegio para que visitaran a la niña que clamaba por sus padres, por una enfermedad pulmonar que la aquejó en el año 1912, y en los últimos tiempos por el atraso en el pago de las cuotas de internación… Cuando Mariana fue retirada de este colegio era una adolescente de catorce años, una morochita delgada pero de hermosas facciones. Contrastaba en ella su ocasional  sonrisa, dulce se diría, con los destellos violentos de sus ojos tristes, inmensamente tristes… Fueron mucho más trabajosas las investigaciones que se hicieron a nivel patrimonial. Cuesta creer como una fortuna que costó tantos desvelos consolidarla se pudo dilapidar en tan poco tiempo. En el Juzgado de Segundo Turno de Rosario consta que el 18 de abril de 1915 se dispuso el remate judicial de la casona que poseía la familia sobre la Avenida Belgrano, cerca del Centro Universitario. Era el último de los inmuebles que quedaban.  Algunos descendientes  de allegados al drama hacen referencia a dudosas firmas que manifestaban la voluntad de Don Zapata de dar poderes absolutos a su esposa para el manejo de las  propiedades. Por ese entonces Marianita y su adolescencia debieron abandonar el colegio por falta de pagos. Las Hermanas de la Asunción dispusieron el realojo de la niña en un asilo. Marianita estuvo sola, muy sola, junto a otras niñas con su mismo pesar…

193296_vinotinto — ¡ Socorro!. …¡Socooorrooo!…. ¡Carmela! … ¡Ayúdame mi Dios!…. ¿ Pero que es esto?… ¡Sabina!….¡Sabina!…¡ Mi viejita!….¡Qué hicieste viejita querida!… ¡Carmela! ¡Socorro Carmela!….¡Ayúdame por Dios!…¡Socorro!!!

— ¡Acá estoy mujer!….¡Acá estoy!…¿Pero que es lo que pasa que gritas tanto?.  ¿Se cayó otra vez la Sabina?.

— ¡ Ay, no!…¡Ay, no!… ¡Agarrame que me caigo!…¡ Ay que me sofoco!….¡No entres!…¡ No entres que ha pasado algo espantoso!. ¡Algo espantoso te digo!…¡No entres Carmela!.

— ¡Pero no  María!…. A ver, siéntate en este escalón!…¡Con cuidado!….¡Con cuidado!….¡Cuéntame!….¡Cuéntame que es  lo que pasa que me tienes en ascuas!.

— ¡Sabina!….¡Sabina!….¡Pobre viejita!…¡Por qué hizo eso!..¡Por qué!

–¿Pero que le pasó a la Sabina?….¿Se murió la pobre vieja?

— ¡Ay si!…¡Eso creo!. ¡Pobre Sabina!¡Está muerta creo!…¡Sí, está muerta la Sabina!.

—  ¡Pero cuenta que pasó!. ¡A mi no me va a asustar una muerta!. La vieja estaba muy enferma en los últimos tiempos. Ya era hora. ¡Habrá respondido al llamado de Dios!

— ¡Es que está ahí!…¡Medio despatarrada sobre la mesa de la entrada!…¡Es horrible!… ¡Tiene los ojos en blanco y le sale una espuma de la boca!. Yo venía con un pedacito de torta y una jarra con leche… ¡Se me cayó al suelo!… ¡Cómo no se me iba a caer si ella estaba ahí, tirada sobre la mesa con los ojos desorbitados y ese espumarajo en la boca!.

Querida Marianita:

Cuando leas esta carta ya no estaré a tu lado para mirarte y tocarte. Ya no te daré problemas. Nunca más de daré problemas. Nunca más. Me habré ido a un lugar donde ya no se necesitan ni medicamentos, ni comida, ni ropas, ni cobijos, ni lástimas, porque en el cielo Dios todo lo provee. Mi vida la elegí yo… ¿La elegí yo o fue el destino al cual no pude eludir?.  Yo quise mucho, mucho, a tu padre, como también te quiero a ti. Me parece verte, con ese mohín que haces cuando no compartes lo que te dicen… Pero tú ya eres una mujer y podrás entenderme. Te has casado y sabes lo que es el amor. Amor y matrimonio no siempre van de la mano y los amores no son siempre iguales… Mi primer amor fue José Antonio.Él me hizo mujer.  Tuve con él un amor tranquilo, sereno, puro y bueno. Yo respondí a ese amor y tú eres su fruto. Conocí a Marcelo y sentí por él algo distinto. Marcelo era la aventura, el secreto, el torvellino, la hoguera , la pasión. Viví toda una vida en poco más de una decena de años. Debí pagar un costo material muy elevado, y tú lo sabes,  pero no me arrepiento de ello. Voy a morir como una vieja desgraciada y miserable. Pero fui feliz y fui quien quise ser. Marianita, el costo que no tuve la precausión de ver y calcular fueron las miserias en que te sometí. Como me alejé de ti, como te abandoné cuando más me necesitabas, en busca de mi felicidad. Fui egoista porque solo pensé en mi. No te pido perdón porque no puedo pedírtelo, no me merezco  ningún perdón. He resuelto llegar hasta aquí con mi vida porque ya no soporto ese acoso que me hacen las vecinas… No soporto tampoco verte envuelta en problemas, después de tantos años, frente a los milicos. Pensé y pensé y al final me voy a tomar una copa de vino, de ese vino que tomaba con toda una ceremonia José en casos especiales…Tú no te debes acordar porque eras muy chiquita… Una copa de Lambrusco para mantenerse siempre joven… Claro que yo le voy a agregar, aunque le afee el gusto, el pasaporte hacia el más allá. Te quiero Marianita. Discúlpame por no haberte respondido como una buena madre.

Sabina Fernández de Zapata

 

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2 comentarios sobre “Sabina…”

  1. ES una historia de vida en que los personajes estan muy intricados en un nudo ,SABINA¿Quién es?. Todo se desarrolla en dos ambitos diferentes:el lugar donde la vida lleva a Sabina,como cosecuencia de la vida ,que ella habia elegido vivir.El jardinero que describe su lugar de trabajo y conoció a SABINA,pero aporta muy poco en el nudo , de la historia.La indigencia, la carencia économica y la constante intervención del vecindario,desencadena el desenlace de la situación con la muerte de Sabina.Queda su hija que sufrio directamente las consecuencias de la vida de su madre.M e pregunto ¿qué se podía esperar de quién se crio sin su madre en un horfanato?Sólo puede dar lo que recibio,nada.Es una buena historia para pensar,es muy frecuente en la realidad.Madre, hija su relación y su estudio sicológico.MUY interesante.

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