¡Ahí!. Si… ¡Ahí!. ¡Estás ahí!. ¡Qué suerte encontrarte!. ¡Qué suerte volver a verte!. Eres parte de mi. Estás en mi, bien dentro de mi, como tantas cosas. Bueno, no como tantas cosas porque eres especial. Formas parte de las células de mi vida, pero de las células vivas e importantes de mi ser. Cada uno va creciendo, desarrollando su ser con esos pedacitos que pertenecen a otros. Tú eres uno de esos pedacitos…
Te miré y creo que te sonreí pero no obtuve respuesta inmediata. ¡Claro!. ¡Tantos años sin vernos!. ¡ Yo tan sin pelo…! . Y mucho más delgado dijiste. Claro. El tiempo pasa y no pasa en vano. Después… nuestros ojos se encontraron. Nuestras almas se encontraron y palpitaron de alguna manera, muy juntas. Muy juntas. Te brillan los ojos. Tus ojos. Y tienes la misma sonrisa que tenías cuando casi niña. Algunas canas se escaparon y delatan como en mi el paso del tiempo.
Ahora las palabras brotan casi incoherentes y sin mucho sentido. Es un saludo. Un breve saludo casi despedida. El tiempo apremia y mis manos te tocan. Atrevidamente te tocan. Te tocan como te podrían tocar tu hermano, tu padre, tu abuelo. Un tocar, un acariciar lleno de vibraciones que irradian los sentimientos cuando son fuertes. Es amor. Un amor intenso y profundo.
Escribo esto después, cuando estoy donde siempre y tú quien sabe donde. ¿Te acordarás de este encuentro?. ¿Lo comentaste en familia?. Una nueva manera del amor. Un amor sin sexo. Casi ni eres mujer para mi y sin embargo… Brota, resurge con fuerza un pasado y allí estás…sonriendo… Sonriendo siempre
Donde hubo…hay….y es que el amor siempre esta….
un abrazo
Gracias Mery por tu comentario, por compartir. Saludos.