Como en otros ciclos, la oruga comienza su transformación a mariposa. Su capullo cuelga frágil de una rama.
Puede ser primavera, aunque no necesariamente. Es mi mundo, yo lo he creado con mi propio código de palabras y de imágenes. Y el orden, la secuencia de los espacios es absolutamente mía.
La oruga se despoja de su vida previa, la de oruga, y lentamente comienza a llenarse de promesas de vuelos, de colores y de mil aromas. La mariposa que aun no es tiene curiosidad del mundo al que llega y se apresura en abrir sus ojos pequeños. La luz intensa duele cuando golpea sus retinas y dibuja en ella árboles y flores. Parece hermoso.
Cerca de ella, un camaleón se confunde con las ramas y le mira paciente, esperando el momento preciso para estirar su larga lengua, atraparla y llevarla hasta sus fauces.
Y así lo hace cuando las alas de la mariposa se preparaban para despojarse de su largo sueño.
El camaleón engulle a su presa y el mundo sigue su curso, como si nada hubiera pasado.
Puede ser primavera, aunque no necesariamente.
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