Por algún tiempo caí en la cursilería barata, me daba el tiempo de pensar en ti, y trataba de cubrir tus vacíos sin importarme si cubrías o no los míos. No pensé en mí, siempre pensé en ti. Y asumí que en ti no podía caber la mentira y la traición. ¿Pensaste que era el crimen perfecto? ¿Pensaste que jamás llegaría a saberlo?…
¿De qué podría lamentarme ahora? De nada, pues las cosas hechas ya están. Me atrapaste con tu basura en forma de amor, me cautivaste y a consecuencia no podía ver la falsedad de tus actos.
He sabido sentir el dolor, incrustarle espinas y tragármelo a mi antojo… Yo ya sabía cómo era el sufrimiento, yo ya sabía cómo llorar, yo ya sabía la figura exacta de la soledad e imaginé que contigo no volvería a pasar. Pero fuiste inoportuno, y gracias a ti volví a recordar que el dolor es parte de la vida terrenal.
Lóbrega.
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