La vida sigue, mamá,
igual que seguía antes:
viajes de ida y de vuelta,
regresos a tu humilde casa.
Pero no sigue la vida
como cuando en ella estabas.
Abro la casa sin ti,
cierro la puerta dejando
tu habitación desierta
y mis recuerdos llorándote.
No hay día en que no estés
presente en mi presesente.
No hay día en que no recuerde
tu yo diciéndome adiós
cuando yo no supe ver
en tu cara ese adiós.
No hay día en que no lamente
haberte llevado a Oleiros
donde llegó tu adiós
cuando yo estaba lejos
para imperdir el adiós
que me ha dejado huérfana
de ti a quien tanto quise,
de ti a quien tanto quiero.
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