Capítulo I: Dentro de la casa
Hubo una vez en que yo salí de mi casa y me encontraba caminando a las afueras de la ciudad buscando nuevos paisajes con que deleitarme, cuando de repente mis ojos chocaron, con algo increíblemente extraordinario, una casa abandonada, pero, esta estaba medio de un verde bosque que se perdía con las tinieblas. Al principio parecía aterrador para mí, después lo pensé mejor y me dije a mi misma que no era para tanto, sin embargo tome valentía y decidí atravesar la misteriosa legión de árboles y adentrarme en la casa.
Toqué la puerta varias veces, pero nadie atendía a mi llamado, así que la abrí y entré. Solo por cortesía pregunté si había alguien y solo me contesto, ese sonido de silencio que la invadía, al parecer la casa aparentaba estar sola y deshabitada por un largo tiempo. Luego decidí recorrer todas las habitaciones que se aguardaba, primero tomando como lugar de exploración la sala. En ella, hacía parte una decoración de cientos de telarañas, y por supuesto, el polvo que nunca falta, además de una oscuridad infinita que acompaña aquel lugar. Estaba nublado y dicho estado se resistía a alejarse, pronosticando una lluvia interminable.
Entre todos los tesoros que se escondía, destacaba un cuadro pintado al óleo, cuya firma de su artista era de un nombre extranjero, y registrado en el año 1508. En él se veía retratado un caballero. A decir verdad por su gesto y postura, demostraba seriedad y arrogancia. Lo tomé y le traté de quitar un poco el mugre que lo había estado acompañando. Lo observé y después ví que era muy joven, sin embargo, llevaba armadura y aparentaba ser mucho mayor, pero no, tendría aproximadamente unos 20 años o quizás menos, la contemplé por un momento y después la volví a dejar en su lugar, y decidí explorar otras habitaciones buscando más sorpresas interesantes.
Subí las escaleras, para poder toparme con otros lugares de la casa, decidí entrar en la primera habitación que encontré, tenía la puerta casi totalmente cerrada, así que tomé el picaporte, que estaba oxidado y lleno de ese pegajoso polvo que se resistía a quitarse de ella, lo limpie un poco y lentamente la fui empujando. Cerré fuertemente los ojos cuando empecé a darme cuenta de que cada vez que la abría, rechinaba más, y mi corazón se aceleró, pero después tuve control de mi pánico y entré. En la habitación, me encontré con más telarañas, polvo, y vidrios rotos, quien sabe por qué. Aunque las paredes no se veían tan viejas, estaban manchadas, con una sustancia que no sabría describir. De pronto, mis oídos detectaron un sonido que provenía de abajo, se oía como si algo se hubiera caído. Mis ojos se abrieron como dos platos y un frío escandaloso me recorrió de pies a cabeza a la velocidad de la luz. De lo aterrada que estaba entré en shock, por unos segundos. Después me reincorporé, pero tenía que ser precavida ante cualquier movimiento que significase peligro.
Salí del cuarto, y despacio bajé las escaleras, aquel ruido parecía ser originado desde la sala así que fui para allá y para mi sorpresa, estaba lloviendo, se había oscurecido y estaba tronando fuertemente. Todo andaba muy raro, puesto que nunca sentí el golpeteo del agua sobre el techo. De nuevo mis ojos quisieron salírseme de las órbitas cuando descubrí, que aquel cuadro que había dejado exactamente donde lo encontré no estaba ahí. Ahora si estaba completamente asustada, mi corazón tembló de miedo otra vez y era imposible que se hubiera movido solo. Me dispuse a localizar su ubicación y cuando finalmente lo hallé, su posición estaba boca abajo. Lo pensé mucho para voltearlo, no lo levanté, quería arreglarlo ahí mismo en el suelo, y cuando lo hice el rostro del muchacho inmortalizado en la pintura no era visible, por la oscuridad.
Entonces un trueno cayó, iluminandola completamente. No me atreví a verla porque en el momento en que pasó salí huyendo de esa casa. Me encontraba con el corazón en una mano y con la otra impulsandome más para correr entre la lluvia que no cesaba.
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