Segunda Pagina
Ahí estaba yo, sintiendo lentamente como fluía mi sangre a través de mis labios, recorría mis mejillas y subía hasta mi cabeza, cada golpe era brusco en mi pecho, se sentía como recibir disparos de adrenalina.
Estaba consciente de mi sonrisa inminente, de mis pupilas dilatadas; todos mis sentidos florecían deseando probar a su manea aquello que mis ojos estaban degustando.
No podía ser posible tal la maravilla, desde que lo vi entrar en la habitación con esa mueca en la comisura de sus labios que parecía una mezcla entre sonrisa y algo de timidez que lejos de ocultarlo del resto aumentaba y aceleraba su postura de llamativo ser, con un resultado muy coqueto.
Nunca alguien me había pillado tan desprevenida, nunca me había costado tanto no ser tan obvia, nunca había sido tan fuerte el golpe al corazón.
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