Estoy asustado. Mi esposa me espera afuera. Estoy frente al doctor. Este me pregunta si algo anda mal. La inyección esta sobre su escritorio, y su brillo casi parece saludarme.
– El suero también puede ser administrado por la vía oral, en caso que no se sienta cómodo con las agujas. – Me dice, sonriendo.
No puedo evitar sentir asco al verlo. ¿Es en esto, en lo que me quiero convertir?
El pálido doctor, vuelve a sonreír, sus dientes, son incluso más blancos que los míos. Es casi seguro que esta tomando algo para mantener sus piezas dentales en buen estado, o tal vez se deba al hecho, de que no volverá a comer más nunca, por el resto de su vida.
– ¿Señor Mendieta? – Me pregunta. – ¿Usted entiende que no esta obligado hacer esto, verdad?
Ahora soy yo, el que sonríe. Él no sabe, que esta es mu última oportunidad. El cáncer se propaga en mi, y la única solución es morir… o mejor dicho, beber el suero. Todos lo han hecho, incluso las personas sin ningún problema médico recurren al suero… ¿Entonces, porque lo estoy pensando tanto?
– Señor Mendieta, – vuelve hablarme; casi parece sentir lastima por mi. Eso es curioso, pensé que ellos nos sentían… o al menos no sienten, igual que los vivos. – Ya alcanzo sus 50 años. – Me recordó el doctor. – Pero la ley, indica que usted puede esperar hasta los 60 años para recibir el suero, no es necesario que lo reciba hoy. – Me explica, muy amablemente, algo que sé desde hace mucho tiempo.
No voy a llegar a los 60 años, mi única opción es beber el suero, morir, y luego despertar, siendo un ser igual al doctor que tengo justo frente a mi. Después de beber el suero, mi única preocupación sera la hidrolización, para mantener mi cuerpo sin problemas de putrefacción.
¡Putrefacción! Odio esa palabra. Nunca antes había sido un problema para mi, solo se pudren los que están muertos; pero el doctor que tengo frente a mi, tomo el suero hace 5 años, lo que quiere decir, que lleva muerto 5 años, y su sonrisa, es mejor que la mía.
Antes de venir a la cita, leí su biografía, por lo menos 2 veces, quería saber en manos de quien estaba colocando «mi muerte».
– Le aseguro que la transición, no será dolorosa, – me explico, sonriendo. Pensé en levantarme, y decirle que moriría, igual que mis padres, y que al igual que ellos, después de muerto, me quedaría muerto. Pero entonces recordé a mi esposa, esperándome afuera. – Su nueva vida, esta por comenzar.
– Tiene razón doctor, – contesto, ocultando mis preocupaciones, – esta ciudad, es la primera del mundo, en donde la población de muertos, supera en un 70% a la población de vivos, así que, no debe existir ningún problema. – Inmediatamente, notó su cambio de humor. La sonrisa desapareció. Mis palabras, fueron de la curiosidad a lo ofensivo, y no me percate.
–…por favor, no vuelva a utilizar la palabra «muerto»…– me indica el doctor de una forma amable, pero sé, que esta molesto. – No es el término apropiado, además, recuerde que en menos de 24 horas, usted será igual a mi.
Sus palabras me dejan aun más asustado, así que, simplemente opto por olvidarme de todo, y acepto el suero, y a su vez, también acepto mi nueva vida. Espero no verme tan pálido como él.
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