Oleadas refinadas
a las que ofrendamos respeto,
oleadas de la mañana
donde se consienten silencios.
Oleadas que al fin se entregan
a rostros de distinta bandera
y los cruzados vientos se frenan
peinando cabellos como la marea.
Oleadas que encuadran amantes
y santifican la guardián vigilia,
por cada turno en que soñé tus besos,
por cada turno en que me besaste en sueños.
Oleadas que asienten a mi egoísmo
y que, desde las rocas, en pausa,
mi cuerpo reclama su canturreo exclusivo,
¿para mí las llamaste, ¿verdad?