Estábamos los 2 al borde del acantilado. El no decía ni una palabra. Yo solo podía sentir su mano fría y el abrigo que cubría mis huesos.
No se que podria llegar a sentir por el porque no queria saberlo. Solamente era alguien que podria haber tenido alguna ligereza de pensamiento. Peor que eso. Solamente un presentimiento. Y no siempre los presentimientos son certeros.
Estabamos los 2 entre las rocas.
Eduardo me movio la cabeza. Eduardo me movio los ojos. Me destruyò el alma a base de garrotazos muy bien dirigidos. Nada sutil el chico.Nada sutil. Y eso es lo que màs me impresionaba. Cómo podria albergar una cara tan dulce semejante dote de salvajismo innato.
No lo podria llegar a saber jamàs porque nunca le pregunte el origen de semejante genio. Tal vez todo estaba en su pasado. Tampoco queria dejarme atrapar por su magnetismo. Era lo unico que podria utilizar contra mi. Y si se me derribaba todo alrededor, podria haberme enredado entre sus brazos. Pero no fue así ahora podia tenerlo frente a mi y no sentir nada, tan solo su mano frìa. Apretandome.
Ya no queria decirle màs cosas.
Todo lo que habia dicho era màs que suficiente para que se diera por enterado de sus majestuosas hazañas y del desgarrador descubrimiento que habia hecho yo aquella tarde.
No podria haber psado nada entre nosotros jamàs y nunca senti tanto alivio de descubrirlo.
También dolor, pero solo el dolor de ilusiones perdidas.
Tambien el hecho que nos encontraramos fue totalmente fortuito. Yo podria haber dicho que era el destino, pude haber pensado miles de cosas solo para hacerme a la idea de un mundo irreal.
Es como desear algo irreal. Porque con lo real no estas conforme, asi de simple.
La arena no estaba tan fria como mi corazòn esta tarde. La brisa marina me rodea pero es casi intrascendente como si pudiese creer en ilusiones que ya no se harian realidad ni con un milagro.
Eduardo me cogio las manos. No habiamos sido amantes. No habiamos sido nada.
El queria seguir conmigo y yo simplemente queria alejarme de esas manos, de esos brazos de esa mirada. Porque ya no la queria conmigo. No queria sentir que el pensaba en mi.
Felices momentos juntos y nada màs.
El no podia ser nada mio ni yo nada suyo. Asi de simple y se lo hice saber.
-Alex- me dijo irreal, irregular. Imaginario: -¿Por que ya no?
-Porque estas basandote en una mentira. Yo no voy a jugar en ella ni con ella. No voy a ser la fachada para tu noviecita ni para que puedas tener tu futuro perfecto. Simple y llanamente me cansè de ser la sombra de tu vida. Solamente a quien ves furtivamente.Ni siquiera hemos vivido algo y ahora no se por que te aferras a mi.
Lo curioso, es que durante todo ese tiempo, habia sido yo quien se habia aferrado a el con mas fuerza y ganas que el a mí. Y ahora que se invertian los papeles, esa dote de poder me era extraña. Creo que senti una especie de fuerza «vengadora». Pero no tanto como el resentimiento que se apodero de mi entre los acantilados de Magdalena.
-Alex…
-Dejame tranquilo.
-Por favor no tiene por que ser asi…
-Dame una opcion, porque la verdad no veo una que realmente me haga pensar que tengo un camino màs que el que yo mismo me he señalado.
-Acuerdate de todos los dias , meses , años que hemos pasado juntos…
-Tenemos 23 y 30 años. Yo soy tu alumno de filosofia. Eras mi maestro de la facultad. ¿Quieres que te de màs explicación?
La orilla del acantilado se me hacia màs atractiva, pero a Eduardo solo le cabia dentro de si la desesperacion de un posible amante que se va, de un discipulo que lo abandona, sabiendo a ciencia cierta que ha descubierto lo banal, inseguro y chapucero que es.
(Continuará)