Muy temprano, como lo es habitual en las primeras horas de la mañana, Allan instala su silla mecedora en la entrada de su hogar, es un amante celoso de las primeras apariciones de luz, provenientes del cielo, adora enormemente el alba, siempre espera la llegada de su gran amigo, el sol, aquél que calienta sus ya frágiles huesos, alienta su ajado rostro y da brillo a su cabellera de nieve.
¡Hoy será un día hermoso! Siempre lo dice, a pesar de que también los habían lluviosos, fríos y oscuros, siempre viendo la belleza y las sorpresas que nos brinda la naturaleza ¡Era una obra de arte majestuosa!
Allan ya pasaba por los setenta años, toma su taza de café, y enciende su cigarro rubio, él dice que este par, son los mejores, e inseparables amigos de los artistas, y él si que lo era, es un gran poeta, gran seguidor de: Cortázar, Vallejo, Jiménez, Neruda, entre otros, es un nostálgico por naturaleza, con esencia de bohemio, un caballero solitario en este inmenso mundo triste.
Cada día, en las tardes, como algo obligatorio, camina por las calles de esta gran ciudad, de una ciudad ramera, vagabunda e indecente, como le dice él. Siempre compraba bolsitas con granos de maíz, y se sentaba por horas en frente de un estanque, a alimentar los patos, que ya le conocían, y como algo maravilloso a su llegada, salían de todas partes a su encuentro con Allan, se habían vuelto grandes amigos, él los quería demasiado, eran su familia.
En su juventud, en 1968, conoció a Angelique, una joven hermosa, casi de su misma edad, blanca como la espuma del mar, de ojos azules como el firmamento de una mañana soleada, era estudiante de pintura, en el mismo instituto donde asistía Allan, para ver sus clases de literatura.
Una mañana, se presentó una exposición, y Angelique participó con varios de sus mejores trabajos, Allan asistió a cuya presentación, admirado por la belleza de sus obras, buscó la manera de conocerla, y así pasó, tímidamente, se le acercó y resaltó su gran talento, ella lo miró, y sonrió agradeciéndole, le mencionó que también conocía de sus poemas y que realmente creía que eran maravillosos, halagado, Allan le dice que si le gustaría qué le escribiera uno especialmente para ella, sorprendida, dijo que le encantaría, porqué nunca nadie le había escrito algo así en su vida, no creía ser inspiración para alguien.
«Ahora verás que siempre seremos la suficiente inspiración para alguna persona, esa persona que observe más allá de ti, más allá en lo profundo de tu alma, de tu belleza, de tu esencia», emocionada con estas dulces palabras, Angelique le dice que esperaba ansiosa su poema a la salida del instituto, y así pasó, Allan, nervioso, la esperó a la salida de clases, con una hoja de papel en las manos, era el poema especialmente escrito para ella, era el resultado final de su inspiración.
Pocos minutos después, estaba ella allí frente a él, sonrió, y le dijo que estaba ansiosa de leer lo que ella podría inspirar en alguien, y mucho más en un desconocido, Allan, emocionado le pone en sus suaves manos la hoja de papel, y le dice después que esperaba que le gustara, y si así fuera, debía concederle una cita para conocerla mejor, y si fuera lo contrario, él comprendería que no supo sentir la verdadera esencia de Angelique, y se alejaría por no ser digno de su amor.
Y la cita se dio, fue lo más hermoso que alguien le hubiera escrito, pero ella no vendría con las manos vacías, también le regaló un cuadro, un cuadro especialmente para él, para que al verlo la recordara, desde ese momento fueron inseparables, se enamoraron, cada noche después de clase, trabajaban en proyectos, poesías hechas hermosas pinturas.
Tiempo después, Angelique le obsequia un segundo cuadro a Allan, en este se ve a una mujer desnuda, en medio de la naturaleza, de su vientre salía una tallo y finaliza en un hermoso y gran corazón, si, estaban esperando el resultado de su gran amor un bebé.
Era el momento más feliz de sus vidas, ya cada uno terminando sus respectivas carreras, con un futuro prometedor, serían ahora una linda familia.
El trágico día, llegó un 15 de Agosto de 1970, en el nacimiento de Santiago, Angelique moría, no pudo resistir el parto, había llegado muy mal al hospital, y el doctor sólo daría la opción de elegir a uno de los dos, ¿Ella, o el bebé?, en su lecho dolor y agonía, llamó a Allan, le dijo que lo amaba con toda su alma, que ahora era tiempo de sentir una nueva y angelical esencia, la de su hijo, la del pequeño producto de su hermoso amor.
Santiago hoy cumple 2 años, y siempre pregunta a su padre que si mamá está ahora en sus cuadros, él le contesta abrazándolo que sí, que su alma y profundo amor, lo verían y sentirían en sus cuadros, aquellos colgados en la pared, llena de retratos de ellos, en sus mejores momentos de felicidad.
Allan, renunció a la escritura, consideraba que ya su musa lo había dejado vacío, muerto en vida, desolado, pero encontraba esa anhelada paz y valor en los ojos del pequeño Santiago, púes allí veía los de Angelique.
Allan, trabajó en varios oficios, nunca desamparó a su pequeño, nunca lo dejaría sólo, algunas veces pensaba, mientras sentado miraba los dos cuadros que ella le había regalado, con lágrimas en sus ojos, en medio de recuerdos hermosos de aquellos días que se habían ido y no volverían jamás.
Hoy Santiago ya es un hombre mayor, creció rodeado del amor de su padre, como único hijo, Allan, jamás dejó a un lado a su madre, nunca la olvidó, nunca lo hizo.
Santiago tiene una esposa llamada Penélope, y un par de hijos, que ya pasaban cada uno de los quince, eran un par de malcriados, su madre los consentía en todo, por alguna razón no tenían buena relación con el abuelo Allan, y el tampoco con ellos, aún siendo sus nietos, y era lógico, tratándose de un ser que sentía las más bellas esencias en las personas en los animales y en la naturaleza, pero no la sentía ya en Santiago, ni en sus nietos, y mucho menos en Penélope, ¡Era una bruja!
Una mañana, este par hacen travesuras por toda la casa, y en una de ellas tiran de la pared uno de los cuadros, de Angelique, casi rompiéndolo, Allan vio esto, y en un ataque de furia, pegó un enorme grito a estos, para él eran sus tesoros y el único recuerdo de su bella y eterna esposa.
Penélope discute con Santiago con respecto al inconveniente con su padre, le reprocha a Santiago que no soportaba vivir más con él en esta casa, y sorprendentemente, Santiago por influencia de esa arpía, toma la decisión de internar a su padre en un asilo, como para evitar los problemas, y que en casa se sintiera armonía.
Los días aquí son desoladores,
Santiago viene de vez en cuando, pero Allan no lo mira, o lo deja allí sentado, y se marcha, era increíble que su propio hijo lo abandonara después de todo.
Trajo consigo los dos cuadros, les hablaba en ocasiones inundado de lágrimas, pero ustedes se estarán preguntando, ¿Cómo era el primer cuadro?
Esa belleza la verán en las primeras horas de cada día, antes de la salida del sol, allí estará claramente lo que reflejaba aquel tesoro pintado por Angelique.
Así pasó este gran poeta sus días en soledad, aislado de sus ancianos, compañeros, conoció su gran amor, el destino se la arrebató y su única esperanza, lo abandonó, en las garras de la tristeza, de su agónica vejez.
Una mañana de Abril, afuera de su hogar, ya no estaba allí más la silla, no estaba allí una taza de café, tampoco se encendió un cigarrillo rubio, no salió el sol prefirió honrar a su amigo en silencio, los patos se quedaron esperando por los granos de maíz, jamás llegaron, en esa fría y nostálgica mañana de Abril, se quedó un hermoso poema sin leer.
Debe estar conectado para enviar un comentario.