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La Felicidad 1.0

La Felicidad 1.0

 

La felicidad es eso que miras,

Que sientes pero no comprendes,

Que te abraza cuando tú quieras,

Pero que no siempre la tienes.

 

Felicidad es lo más simple que existe,

Se encuentra en cada cosa, en cada ser,

Está en ese atardecer que viste,

Y también cuando acabas de comer.

 

Felicidad es estar vivo,

Felicidad es sentir,

Es eso que te mantiene activo,

Es todo lo que te hace sonreír.

 

Deja de buscarla amigo,

Pues es algo que no se encuentra así,

Y si quieres saber el secreto, pues te lo digo,

Y es que la felicidad siempre ha estado dentro de ti.

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El Significado

Interpretar es mi tormento,

como desearía solo captar lo literal.

Lo que es. Lo que está

El contexto, el trasfondo, lo que implica

me persigue, me atormenta.

Cada carácter escrito integra cientos de mensajes.

Que no dependen de ti. Sino de mí.

De lo que yo quisiera que escribieras.

La confrontación entre lo que está y lo que,

desde mi soledad, debió haber estado.

Una palabra despierta una cadena posibles escenarios.

Todos generados por mí. No por ti.

Inician con una palabra…

Leo “hola”. Siento “quiero saber de ti”

Infiero “aburrimiento”. Espero “te extraño”

Busco “te necesito”.

Desesperadamente, víctima de mi propia imaginación,

extenuada mi alma de las posibilidades infinititas,

imagino poder leer “hola” sin buscar otro significado.

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El Niño Que Conociste

Jueves 17 de noviembre de 1984,

La noche del 29 de enero de 1975 Toronto, Canadá, según los registros, esa noche la familia del 32-B olvidó apagar la chimenea, él edificio se quemó.

¡Un niño!, gritaste con fuerza al entrar al departamento 32-B, corriste hacia él, lo cargaste y lo sacaste, al sacarlo siguió llorando y le preguntaste que dónde estaba su familia, el entre sollozos te respondió que seguían dentro. Volviste a entrar a buscar a su familia, pero no encontraste nada más que cadáveres, empezaste a gritar,  mientras tus lágrimas no paraban de derramarse. Saliste y le dijiste a tus compañeros que no había nadie vivo.

Te secaste las lágrimas, te acercaste al niño y le preguntaste su nombre, no te respondió, entonces tú le dijiste: Bueno, yo me llamo Micke, ¿ahora si me puedes decir el tuyo?, el niño con los ojos hinchados de tanto llorar te respondió: Billy, me llamo Billy. Tratando de no llorar le dijiste que su familia había ido a la tienda, pero que iban a tardar mucho. Lo cargaste, le secaste las lágrimas y le diste un beso en la frente, le pregúntate que si tenía más familiares, él te respondió que no, pues sus abuelos habían fallecido de viejitos y que no tenía tíos. En seguida le preguntaste que si se quería quedar contigo por un tiempo, a lo que él te respondió que sí.

Se te ocurrió que los sobrevivientes sabrían algo sobre él y su familia, así que te dirigiste a tus compañeros y les preguntaste que quienes eran los sobrevivientes, a lo que te respondieron que de 120 personas viviendo en el edificio, solo sobrevivió el niño, te quedaste impactado y un poco confundido.

Fuiste con el niño y le preguntaste que si te acompañaba a ver a unos amigos, él te dijo que si, caminaste hacia un oficial y le pediste que si te llevaba al departamento policiaco, el asintió, se subieron a la patrulla y se dirigieron hacia allá. Llegaron y le agradeciste. Entraste junto con el niño y preguntaste por Rob, te dirigieron hacia él y le preguntaste que si te ayudaba a buscar sobre el niño y su familia, él te dijo que sí. Esperaste unas 2 horas, el niño se durmió y seguía sin darte resultados. Rob dio un largo suspiro y te dijo que no había ningún registro sobre él o su familia, que tal vez su familia era ilegal, le dijiste que era lo más probable y le agradeciste, cargaste a Billy, llamaste a un taxi y se dirigieron a tu departamento.

Lo acostaste en tu cama, lo cobijaste, te fuiste a poner tu piyama fuiste a la cocina por un vaso de leche, respiraste hondo, te acostaste en el sofá y te dormiste.

Sin darte cuentas los meses iban pasando y conforme cada día pasaba te ibas encariñando más con Billy.

Un día recibiste una llamada de la detective James la cual te decía que la causante del incendio no fue la chimenea ni nada que estuviera en la escena del crimen y que el sospechoso más probable era el niño, al escuchar eso colgaste de inmediato, empacaste lo que pudiste, llamaste al niño, se subieron a tu coche y te dirigiste al pueblo más lejano que encontraste. Compraste una cabaña muy pequeña, en la que tú y Billy vivieron por unos meses, hasta que un día la detective te volvió a llamar, enojado le gritaste ¿Qué quieres? Y ella te respondió que había investigado más sobre el niño y que ha habido 4 casos en los que se quema un edificio y que el único sobreviviente es un niño llamado Billy de alrededor de 5 años. Pero no pueden ser iguales, son solo coincidencias, le respondiste. Te siguió insistiendo pero no le hiciste caso. Una cosa más, te dijo, por secuestrar a un sospechoso y testigo eres fugitivo, en cuanto te vean las autoridades te meterán a la cárcel, perdón. Perdón ¿Por qué? Le preguntaste. Es que detuviste el caso, llamé a la policía están afuera de tu cabaña, te dijo. ¿Qué? Gritaste con odio, colgaste de inmediato, miraste por la ventana, estabas rodeado, ¡Billy, corre! Gritaste fuertemente, corriste a buscarlo, lo encontraste en un cuarto prendiendo una vela ¡con sus manos!, te volteó a ver con una mirada despiadada y te dijo: Yo fui el que quemó el edificio. Te pusiste pálido y te desmayaste.

Despertaste en un cuarto con la detective James, estabas sentado y amarrado a la silla. La detective te empezó a hablar sobre aquel niño y te explicó que tenía una rara enfermedad llamada el “síndrome X”, la cual no te permite envejecer, el niño no era un niño, en realidad tenía más de 30 años y sabía manipular muy bien a las personas. Te quedaste sin palabras, la detective salió y dos guardias entraron por ti. Dos semanas después de que estuvieras en la cárcel el departamento donde vivías se quemó. Ahora estas sentando en tu celda pensando sobre quién era ese “niño”, pero nunca lo averiguarás. Ahora te quiero decir una cosa más, yo, el que te manda esta carta es Billy.

 

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Ese Lugar Especial (Andrea)

Soy un hombre complicado, mi concepto de vida y del amor son bastante peculiares, pero puedo asegurar que mis sentimientos son genuinos. En mi corazón mental hay un lugar muy oculto e íntimo donde está lo más valioso de mis sentimientos; en ese lugar guardo la confianza, el cariño puro, la fe, la alegría y la incondicionalidad. En ese lugar tan profundo de mi corazón mental, junto a esos sentimientos, hay varias personas que son dignas de estar ahí, como por ejemplo mi familia. Después de lo que he vivido decidí limpiar ese lugar, no todos son merecedores de mi confianza y de mi incondicionalidad, me han demostrado que hay quienes pueden ignorar el valor de ese pequeño lugar tan genuino e incluso romper los sentimientos que tengo ahí guardados como si de un juguete sin valor se tratara. He sacado a varios personajes de ese lugar ya roto y no permitiré un rasguño más.

Personas que pensé que se quedarían para siempre fueron de las primeras en salir, pero a ella no la puedo sacar de ese lugar, ella tiene algo que no he visto en nadie, es genuina. Su forma de expresar amor con más que palabras  sin importar nada, me hacen creer sin duda que es verdad que me quiere. Es que eso es precisamente lo que me enamoró de ella, desde la primera vez que escuché su voz hablando de amor, esa alma tan transparente. Ella habla del amor real, no me refiero únicamente a ese amor entre hombre y mujer cliché que solo sale en las películas, sino del amor que se supone debería regir al mundo. Ese amor que existe en la mirada de una madre hacia su hijo, o en los abrazos que se dan con fuerza y ternura entre dos amigos de verdad, ese amor que refleja la sonrisa de un niño cuando no tiene miedo… Ese tipo de amor es el que expresa ella, ese amor de verdad. Es por eso que me encanta escucharla cuando habla sin parar durante una tarde entera mientras yo pongo toda atención en sus palabras. Cada cosa que sale de su boca esa tan cierta y bella, que me he enamorado de su alma. Cuando la veo no son sus ojos caídos los que me gustan, ni su cabello de algodón o su sonrisa con aparatos dentales, yo veo la manera en la que intenta expresarse, la reacción que tiene cuando descubre algo nuevo y no puedo evitar pensar en lo afortunado que soy al saber que soy el que conoce la belleza que hay detrás de esa expresión facial tan neutra. Es así de simple: no es su voz, es lo que dice; no son sus ojos, es su mirada; no es su sonrisa, es la razón por la que sonríe y no son sus brazos, es lo que siento cuando me abraza… La amo, simplemente la amo.

Ella cree en el poder de ese amor real y está familiarizada con la energía que corre entre cada partícula de cada átomo de esta tierra, esa mujer ve el valor de la vida por lo que es. Ella igual que yo sabe que no a cualquiera se le da un lugar en ese pequeño corazón mental lleno de sentimientos valiosos. ¿Cómo no darle un lugar a una persona así? Además me queda claro que yo también tengo un sitio en su corazón.

Andrea, tienes para siempre un espacio en ese lugar especial de mi corazón, ¿O debería decir «alma» en vez de «corazón»?

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Borrador

Fumo un cigarrillo en el jardín, el curso de la tarde circula de manera tranquila, las aves lo saben, se escuchan más relajadas que ayer. El humo desaparece mientras  lanzo trozos de tortilla.

Los pinos se mueven con el viento, les brinda un aspecto acuático. Recuerdo cuando Danielita me dijo que no le gustaban los días sin nubes porque le parecía que estaba en una pecera, tiene razón, las nubes son fantásticas, tienen todas esas formas y sin embargo no poseen una sola forma, además siempre van, ni siquiera les importa a dónde.

Pareciera que cuando hago más lenta mi respiración también lo hace todo lo de allá.

 

 

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