Acompañado de lluvias,
nieve, truenos o calor
resplandeciente aparece.
¿Cómo nos ira este año?,
pregunta a la luna adivina.
Mientras, generosos obsequios
de los reyes magos recibe.
Su guarda ropa
ligero y limpio,
con paciencia espera.
¡Ah!, por si acaso,
con agua de Kananga
se ha bañado.
Dizque, para sus sueños
Florecer.
Sin deshojar margaritas,
al despedirse regala el resumen
de un año que comienza.
Me siento abrumado del saber que entre más lejos estas de mis ojos,
Mas cerca estas de mis pensamientos,
Tal vez se nuble el sol o quizá se seque el mar en un instante,
Pero jamás podrá en mi apagarse, la llama de tu amor.
Me deslumbra el paisaje que eres,
Tu cabello suelto forma un majestuoso valle,
Que conecta con la figura de tus caderas,
La suavidad de tus labios me hace creer,
Que el rocío de un amanecer llanero no es lo mas suave que he sentido.
Cada ves que sonríes, un jardín nace lleno de flores,
Flores que representan la virtud de la vida,
Y las ganas que tengo de vivirla contigo.
Eres el paisaje al que escaparía cualquier hombre cuando quiere paz,
Eres la salida a una vida gris, queriendo ser cubierta por la flor de tu sonrisa.
Ha pasado mucho tiempo pero aún así mis ojos lo siguen buscando; no importa si fue un sentimiento no correspondido, importante fue lo que sentía al verlo, lo que despertaba en mí.
Ese sentimiento se fue volviendo mortecino: sólo dejó estragos que suelen hacerme recordar.
Autora: Gabriela Valencia
Los días suelen transcurrir de una manera repetitiva, pero los pensamientos son los únicos que están en evolución constante.
Valoro que, en ocasiones nuestro pensar se torne de distintos matices, y, esa es la razón de nuestro estado de ánimo. Personalmente, cuando mis pensamientos se vuelven opacos levanto mi vista, admiro el azul del cielo, y, en ese instante todo se esclarece. La calidez del sol te embriaga: los colores resaltan con los rayos.
Lo que te hace diferente es tu pensamiento pues este es la clave. Encontrarás la compañía que contemplará el florecer del color de tus pensamientos.
Autora: Gabriela Valencia
Te veo en mis sueños, eres tan efímero tanto que te desvaneces como la neblina al salir el sol.
Ya tu recuerdo es indoloro, el vacío que me dejaba soñarte se fue esfumando.
El mayestático cielo azul en ocasiones no tiene la compañía de las nubes, él nunca pierde su color: sigue brillando con más intensidad, opaca cualquier otro color. Soy igual que ese cielo azul.
Autora: Gabriela Valencia