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Dafne, Una Vida De Colores

Capítulo 1 “El primer amor”

 

Dafne es una chica de preparatoria que añora poder entrar a la universidad para estudiar artes visuales y, aunque apenas tiene 16, es toda una señorita independiente y emprendedora, ya que nunca le ha gustado que sus padres le den todo, no sin antes habérselo ganado; es por eso, que todos los días después del colegio acude a la cafetería de Mary, dónde trabaja como mesera y poder pagar así sus estudios, sus pasatiempos y sus gustitos y al final del día, tan sólo llega a su casa para realizar los deberes escolares y dormir un poco, no sin antes escuchar un poco de música, que es como un ritual de relajación personal, su género favorito es el pop, pues es lo suficientemente tranquilo como para relajar a D. mientras la música suena, ella piensa en sus mayores pasiones, la vida, el amor, tanto el de pareja como el amor a la vida misma, el amor a los que la rodean y lo afortunada que es por tener la vida que tiene; de repente, se deja de escuchar la música, y D, ya se encuentra descansando, pues mañana es sábado y por mucho su día favorito, así que lo tiene que disfrutar al máximo.

Casi siempre, los sábados por las mañanas, Dafne los dedica a fomentar su creatividad y a plasmarla en bellas esculturas, las cuales son generalmente de barro o cerámica y sólo algunas veces llega a trabajar el mármol. Ésta, es la parte favorita de su vida, el objetivo por el cual trabaja incansablemente de lunes a viernes desde que tiene memoria, las artes visuales. Ya son las 7 am y su despertador suena con un típico ring ring, al escucharlo, D realiza una serie de estiramientos extraños entre las sabanas al tiempo que deja escapar un pequeño quejido como deseando 5 minutos más, pero ella sabe que eso no es posible, así que se pone de pie y se acerca al armario para apagar su despertador.

Una vez de pie, como ritual, extiende sus sábanas, se lava la cara y los dientes y baja dirigiéndose a la cocina para desayunar algo, sus padres, que ya la esperan en la cocina, se alegran de poder hacerlo con su hermosa hija, pues es de los pocos momentos donde pueden compartir, platicar y reírse de sus anécdotas, al terminar el desayuno, con un delicioso abrazo y un “te quiero”, se separan, para cada uno disponer de su tiempo libre en sus pasatiempos favoritos.

“Listo, es hora de trabajar, tengo un poco de mármol, otro tanto de cerámica y bastante barro, además acabo de comprar más pinturas; en pocas palabras, tengo todo listo para pasar una hermosa mañana” va pensando Dafne mientras se dirige a su estudio, una vez en su estudio, como forma de darse más ánimos, se dice a sí misma –perfecto, ahora puedo comenzar a trabajar, creo que hoy haré un jarrón tribal tal como el que soñé anoche; tengo solamente 4 horas para poder terminarlo así que… ¡manos a la obra!

Y es a partir de ese momento, que Dafne se enfoca, se concentra, está en su momento y lo disfruta, cada segundo, conforme sus manos dan forma al barro la hacen sentir dichosa, todo es perfecto, pierde la noción del tiempo, no logra pensar en otra cosa, su mente está concentrada en el barro y no hay nada más importante en ése momento, a lo lejos, y sólo a lo lejos, es capaz de apenas escuchar la música de fondo, la escucha pero no logra distinguirla, pues sólo es música y ni siquiera eso le hace perder la concentración; apenas se detiene para beber agua y continuar con su jarrón, el reloj avanza, las nueve, las diez, las once y ya casi está listo para empezar a decorarlo, pero D decide que lo mejor es dejarlo secar completamente para no estropearlo, pues es el jarrón más hermoso que ha creado en su corta vida, se siente orgullosa y muy satisfecha, en ese momento mira al reloj, casi son las 12, se quita el delantal, apaga la música y sale de su estudio directo a tomar una ducha, pues quedo de verse con Mat a la 1:00 de la tarde para realizar los deberes de fin de semestre, son muchos los proyectos que tienen que entregar el lunes, así que no tienen tiempo que perder.

 

Dafne ahora está lista para estudiar con Mat, su mejor amigo de toda la vida, han asistido a la misma escuela desde que tienen memoria y en verdad son grandes amigos, D se asoma por la ventana de su habitación y se da cuenta de que Mat ha llegado, tan puntual como siempre, en el auto de su padre, pues deben ir al estudio de éste para terminar los deberes, justo como Mat suele decir. En ese instante, D con ánimos de despedirse les grita a sus padres –¡Ya es la una, Mat está afuera, mamá, papá, los veo en la noche, los quiero! Y sus padres, en coordinación total y con algo de sorpresa, tan solo le alcanzan un “¡cuídate cariño!”.

Dafne sale corriendo de su casa y en tan sólo un momento ya está dentro del carro con M.

–¡Hola Maty!

–Hola Daf, espero estés lista para trabajar, hay muchas cosas pendientes.  Le responde Mat un poco estresado.

–¡Claro! Oye… ¿crees que logremos terminar todo hoy antes de las 10?

–Si nos apuramos, tal vez incluso antes, como a las 9… ¿por qué, tienes algún compromiso hoy?

–Bueno… no es como tal un compromiso, es que esta noche quede de verme con alguien.

–¿Es todo, no piensas contarme? Le contestó Mat en aras de un reclamo.

Dafne tan sólo soltó un suspiro y se cruzó de brazos.

–Te contaré todo, como siempre, pero después de mi cita, y ¡por favor deja de estar de chismoso! Sólo… terminemos con las tareas.

En ese instante tan incómodo, Mat arrancó el carro, llegando al estudio en escasos 25 minutos de total y absoluto silencio, y eso era algo que nunca sucedía entre ellos. Una vez instalados, sacan sus libros, sus apuntes, ordenadores y empieza la cuenta regresiva, abundan las ideas, corrigen lo que está mal, agregan nuevas ideas, quitan, agregan, quitan, agregan, de fondo se escucha algo de rock alternativo, adecuado para la ocasión, pero Mat y Dafne apenas ponen atención a la música, simplemente disfrutan del ritmo y del ambiente mientras avanzan en sus proyectos, uno a uno, física, química, cálculo, después biología, luego filosofía y el tiempo sigue corriendo, apenas se detienen para comer un bocadillo y beber algo de jugo y continúan con los deberes.

 

Mat y Dafne son muy unidos, pues son de los pocos adolescentes que además de compaginar muy bien su trabajo en equipo, son muy buenos amigos y muy pocas veces discuten o tienen desacuerdos, es por esto que para ambos es muy sencillo trabajar en los deberes y a la vez ser confidentes de experiencias personales el uno del otro, se respetan mucho, se admiran y también se aman, en secreto, claro, pues hasta ahora, ninguno de los dos ha tenido el valor de confesar sus sentimientos, abrir su corazón y aceptar que son lo más importante que pueden tener.

 

–¡Listo! Son exactamente diez para las nueve y terminamos tal como querías Daf.

–Así es Mat, muchas gracias por apurarte hoy conmigo, te quiero… eres un gran amigo Mat…

–y tú serás una gran amiga cuando me cuentes todo lo relacionado a esa cita tan misteriosa que tienes…

–¡Claro, claro! Nos vemos el lunes Maty… cuídate mucho…

 

Dafne se despidió de Mat de una forma bastante cruda, y aunque Mat logró notar la tristeza que albergaba el delicado rostro de su mejor amiga, prefirió seguir siendo su mejor amigo en lugar de ir corriendo tras ella y abrazarla hasta que olvidara lo triste que estaba en ése instante.

Dafne, para poder perderse de la vista de Mat, se echa a correr hasta que logra perderlo de vista, y sólo así, aligera el paso, se siente rara, despistada, quiere llorar y reír al mismo tiempo, pero no puede, se niega a aceptar que lo que sentía por Mat había cambiado, sólo que no sabe cómo ni cuándo pasó, no lo entiende, pero… el punto es que ya se ha enamorado de Maty… y tiene tanto miedo  de que él no sienta lo mismo que ella, tiene miedo de que todo termine, de arruinarlo, pues si eso sucediese, ella ya no tendría con quien hablar, con quien reír y sobre todo, con quien ser feliz.

Dafne tiene pánico, es por eso que eligió ir a aquel restaurante situado en la colina, en la parte más alta de la ciudad, donde el miércoles por la noche hizo una reservación, así es, Dafne va a su cita…

Anhelando poder olvidar que se ha enamorado de su mejor amigo, esperando lograr enamorarse ésta noche de su acompañante, deseando que lo que suceda esta noche la haga olvidarse de éste trago amargo y triste de su vida.

Por fin, llega al restaurante, se acerca a la recepción y pide su reservación, es llevada a la terraza del lugar, dónde se supone estará aquel chico misterioso que la hará olvidar su triste sentimiento, sube unas escaleras, atraviesa una puerta de cristal y la recepcionista le muestra su mesa, Dafne se acerca, se sienta y le dice al mesero que lo único que ordenará es una rebanada de pastel Selva Negra y un chocolate caliente, tanto el mesero como la recepcionista se alejan dejando a D sola. Dafne observa el paisaje, y nada, sólo las luces a lo lejos de la ciudad, las luces del lugar, música suave, ella y… nadie más, no hay cita, nunca hubo cita, sólo fue un mal pretexto que utilizó para estar sola; sin más, se levanta de su silla y se acerca a las escaleras que descienden por un risco, se sienta en las escaleras y empieza a comer su pastel y a beber su chocolate; solloza, pues se siente desalmada, triste, indefensa, observa la belleza del lugar pero no logra sentirse mejor, sigue comiendo mientras se pierde en sus pensamientos y ni siquiera se da cuenta de que alguien más ha entrado a la terraza; se acercan los pasos lenta y sigilosamente, se detienen a escasos dos metros de donde está Dafne, alguien la observa, sin decir nada, la ve perdida, triste, hasta que decide hablarle.

–¿Puedo acompañarte?

Dafne al escuchar aquella voz, se queda sin aliento, voltea sorprendida al ver que Mat está justo detrás de ella.

–¡Mat! Pero… ¿Qué haces aquí?

–Es sólo que me di cuenta de que te encontrabas rara y…no quise dejarte, así que te seguí puesto que me rechazaste, no me quedo de otra…

Dafne no logra definir sus sentimientos, sólo intenta disculparse, pero no es eso lo que Mat quiere.

–Lo siento Maty, es que yo…

–Lo sé Daf… porque yo… me siento exactamente igual…

En ese instante Mat se acerca, se sienta a su lado, la observa por un instante y luego la abraza, y ambos observan el hermoso paisaje de ciudad de diez de la noche, pero están tan lejos que apenas y se escucha el ruido de los coches, y es cuando el silencio entre ellos se rompe.

–¿Lo intentamos?

Le pregunta Mat a D esperando ansioso un sí de su parte.

–Tengo miedo Mat… y ¿si no funciona?

–Podemos hacer que funcione…

–¿Cómo?

–Como hemos hecho todo este tiempo D, queriéndonos, respetándonos y aceptándonos como somos y con nuestros sentimientos… pero siempre juntos.

En ese instante, Dafne y Matías se tomaron de la mano, sonriendo entre si y dándose un tierno beso sellaron el inicio de una etapa hermosa en sus vidas, su primer amor; se quedaron allí por un largo rato observando y agradeciendo lo maravillosa que era la vida con ellos.

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El Sueño De Mi Abuelo Es Mi Sueño

              El sueño de mi abuelo es mi sueño.

 Los Sueños . los crean a su antojo ¿Pero has seguido el sueño de otra persona? yo aquí seguí el sueño de mi abuelo. 

Mi sueño es tu sueño
Mi abuelo y yo

 

  • Los Sueños
  • Hola mi historia es así de pequeña como muchas.

-Aquí les contare como el sueño de mi abuelo me pertenece hoy en día.

-Pues este sueño comienza a la edad de  5 años, a esa edad

hacia muchas cosas como correr jugar gritar era muy curioso y como

dice mi madre era muy travieso y muy imperativo y me decían

que era muy valiente  que mi madre me metía a dar un

baño y yo me le escapaba y corríiiia por toda la casa desnudo

bueno para ellos eso era un punto de «valentía» para era vergonzoso Jajaja

pero bueno sigamos.

Un día fuimos mi madre y yo a visitar a mis abuelos vivían muy lejos

recuerdo que en el camino vi muchas vacas, caballos y lugares con

mucho verde pero lo mas divertido para mi era el viaje era el recorrido porque era lindo ver mucho con solo estar sentado

-Al llegar veía a mis abuelos y mi abuela siempre me daba un

besototote bien grande y un gran abrazo mi abuelo la verdad era muy serio y

cascarrabias casi nunca hablaba conmigo.

Un día estaba en la sala jugando con mi carro favorito y mi madre estaba en la cocina con mi abuela y yo pues solo jugaba y jugaba y de pronto

una melodía escuche era de una voz

vieja y ronca acompañado de una guitarra. corrí a la cocina ha avisarle a mi madre y a mi abuela que escuche a alguien cantar.

Y  al oído muy suave se acerco y con voz suave  me dijo que era el cascarrabias de mi abuelo. Me dijo que todos los días canta una

canción pero me dijo que no le gusta que lo molesten cuando canta sus canciones.

-Pues yo no lo moleste porque la verdad daba algo de miedo solo me sentaba cerca de la

puerta de su cuarto silenciosamente a escucharlo después de varios días mi abuela se acerco y me dio unas hojas donde estaban escritas varias canciones para yo también cantar esas canciones detrás de la puerta con mi abuela ha escondidas de mi abuelo había veces que mi abuela me llevaba galletas y leche me acuerdo que era sabroso.

Un día lo fui a escuchar pero la puerta estaba abierta y como todo niño

curioso me asome  cuidadosamente y hay estaba sentado con una guitarra y cantando con los ojos cerrados en su mecedora.

-Me fui acercando poco a poco hasta llegar a su cama y hay me

quede, esa canción que cantaba la había cantado antes varias veces

ya me la sabia.

Así que me deje llevar por la canción y sin darme cuenta ya estaba

cantando y cante y cante no se si mal oh bien no me acuerdo pero de un rato de cantar detuvo la guitarra.

Y yo me asuste mucho no sabia que hacer me miro con unos ojos que daban miedo.

-Yo solo baje la mirada y dije lo siento y me fui alejando de la cama

El con una voz ronca me pregunto ¿te gusta cantar?.

Y yo no dije nada solo lo mire después de un minuto de silencio

volvió a tocar la misma canción y dijo ¿cantaras o no? y yo muy tímido

cante fue mi primera ves fue divertido una experiencia y me acuerdo

que lo hice con mucho miedo

 

Después de la canción me dijo cantas bien hijo quieres que te enseñe

a tocar guitarra para que lo hagas tu solo.

 
-Y yo sonriendo solo movía la cabeza de arriba abajo Desde ese

entonces cante y cante toque y toque aprendí mucho volvimos a

casa pero antes de irme me dio un regalo una guitarra vieja y un

poco olvidada y me dijo hijo yo cuando joven tenia un sueño y ese sueño era crecer en la música estar en escenarios ahora ese sueño te pertenece y yo con una lagrima me fui con mi madre y esa guitarra la reparamos en casa y quedo como

nueva y seguí con este sueño que era de mi abuelo ahora que me

pertenecía a mi.

-A cumplir los 10 años mi madre recibió una carta de mi abuela mi

madre al terminar de leer la carta le salio un lagrima y no me quiso

decir nada del contenido de esa carta.

-Bueno al día siguiente sin decir mas nos fuimos de viaje a visitar de nuevo a

nuestros abuelos al llegar mi madre abrazo a mi abuela y yo solo

entre a la casa a buscar y contarle a mi abuelo lo que he logrado pero en la casa no se escuchaba nada toque al cuarto de mi abuelo no salio

nadie y como no salio nadie entre, solo estaba su guitarra y encima una carta que era para mi.

-Esa carta decia:           

-CARTA :Querido nieto te hago esta carta para decirte que estoy muy

orgulloso de ti tu madre me ha mandado muchas cartas contándome

de tus logros de que ya has estado en varios escenarios hasta te

vimos en TV eres un gran niño y gracias a ti mostré algo de mi no

volví a ser ese señor amargado y gruñón que conociste bueno ya estoy viejo ya estoy muy

cansado no puedo ni tocar la guitarra como antes mis ultimas fuerzas estan en esta carta dentro de poco me iré muy lejos pero estaré contigo en todo momento mucha suerte y sigue este sueño.

Al terminar de leer la carta me salieron lagrimas agarre su guitarra y

con mis manos temblando y mi voz triste cante aquella canción que cante aquella vez  sentía que el estaba hay como el primer día en que cante con el  mi madre y mi abuela entraron y se sentaron una de cada lado y me siguieron en esta canción y cantamos juntos para ti abuelo.

Los sueños se viven, se escriben, se leen, se cantan hay sueño que se siguen, y otros que los crean pero como sea tu sueño logralo y no te rindas. FIN

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Me Gusta

Creo que me gusta, la he visto solo en fotos, imagino su aroma, a café debe ser por sus ojos tan contentos tan cargados; la veo en fotos la veo simétrica por todos lados, sueño con su mirada, que carajo!!
Quiero verla en la mañana sin maquillaje solo su sonrisa y su tatuaje, con poca luz como ángel, que se acerque y me anime, vamos al cielo vamos al mar lo topamos y regresamos, en el camino disfrutamos.
Creo que me gusta pero nose cuanto, nunca la he visto, pero si que compartimos, mil megas hemos compartido. Aunque este roto tus palabras y tus mimos son los que cosen, pues no tengo tiempo siempre miro hacia el frente, quiero que sea mi musa y siempre andar inspirado.
Solo quiero verte sonreír cerca con cada palabra, cada mirada, cada acto, cada canción, cada mañana; vámonos topamos y regresamos.

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Verdades Amargas De La Sociedad Limeña

«El pueblo peruano se caracteriza por su debilidad institucional, desinterés en la suerte que corren sus miembros y creciente enajenación respecto de los demás» (Wilfredo Pérez, especialista en Ciencias Políticas, http://wperezruiz.blogspot.pe).

Es cierto, lamentablemente como reza el poema «Verdades amargas»:
– La estupidez, el vicio y hasta el crimen
pueden tener su puesto señalado,
las llagas del defecto no se miran
si las cubre un diamante bien tallado -.

Es verdad, ya que vivo esta realidad ahora que tengo que usar muletas por un tiempo, por ejemplo hoy fui al centro comercial y las personas bajaban y subían del ascensor y las puertas se cerraban y abrían a su antojo, nadie esperaba a que pasara a pesar de estar mas

La realidad maquillada
Dibujo Perú de espaldas a la realidad.

lento por las muleas, y para alcanzar el ascensor tuve que tirarme al piso para poder atrapar las puertas y poder entrar, obviamente a nadie le importó.

Luego, caminé durante 20 cuadras en el barrio que he vivido por años y de entre las miles de personas por las que pasé, pues ninguna de ellas se dignó a darme paso, ni siquiera los autos.

Por eso declaro: vivimos en una sociedad enferma, y con el cáncer de la indiferencia hacia el que sufre o por el que está en condiciones físicas, mentales o emocionales que no son «estándar» y por ende diferentes.

La corrupción espiritual es lo más dañino que pueda existir y eso es lo que existe en «Lima La Gris» , «Lima La Horrible», no porque la ciudad sea fea, sino porque sus ciudadanos no conocen ni reconocen tal categoría, por el contrario todos asistimos a un terrible baile de egos, soberbia y vanidades, creyéndonos el centro del Universo y desfilando como grandes estrellas.

¿La solución?, pues es difícil y compleja ya que es como darle unas gafas de sol a un ciego que se obstina en vivir en una cueva de placeres mínimos, sin embargo existe, y es la humildad de reconocer el sufrimiento, porque las personas no son ni buenas ni malas simplemente son personas y todas sufren, sufrimos todos sin excepción, y mirar hacia adentro de nosotros reconociendo el sufrimiento que es la raíz de sombras de nuestras neurosis, como diría Carl Jung, es lo principal. Como cualquier enfermedad, lo principal es reconocerla.

Conversar es lo segundo, plantearlo como tema de conversación en bares y restaurantes, es decir; mirar al demonio que nos corroe la amabilidad y nos corroe la sencillez para poder vivir en armonía.

No soy un santo, pero tampoco un demonio, sin embargo si me considero un ciudadano consciente y reflexivo con respecto a mi ciudad.

Sin embargo no pierdo las esperanzas y perfiero pensar como el genial sicoanalista Carl Jung: «todo lo que nos irrita de los demás, puede ayudarnos a entendernos a nosotros mismos»

Otto Cano Pitta
Comunicador empresarial y
Periodista

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El Paraíso De Amelia

 

Es el año 1946, en la localidad de la cruz, se habían venido presentando  las desapariciones de varias mujeres jóvenes, la policía había fracasado en todos sus esfuerzos de atrapar al responsable, pero no descartaron la gran y segura posibilidad, de que se tratará de un asesino en serie, con alguna manía, o fuerte resentimiento hacia las mujeres, pero generarían todo tipo de estrategias con el fin de atrapar al criminal, y de encontrar a las jóvenes.
El jardín de Amelia, cada mañana lucía hermoso, al pasar por allí, se podía ver como brillaba, como relucían con gran destello sus rosas, margaritas, jazmines y narcisos, era un espectáculo impresionante y muy llamativo para los habitantes del pequeño pueblito, que hasta lo bautizaron.
«El Paraíso De Amelia».
Como era costumbre, esta hermosa chica salía del interior de su casa, a regar su hermoso jardín, mientras hablaba con cada una de sus preciosas amigas, esta singular chica, siempre tenía una historia que contarle a sus plantíos, sonreía, y se quedaba allí por horas, en ese luminoso lugar.
Amelia, hace poco que vivía sola, sus padres le regalaron esa acogedora casita, por motivo de su graduación como médica, profesión en la cual se dedicaría en su estancia en este lugar.
La Cruz, como se llama el pueblito presentaba altos índices de violencia, violencia de muchos tipos: intrafamiliar, abuso de menores, maltrato infantil, y homicidio, entre otros factores, que tienen preocupados a la población de este remoto sitio, y más ahora, con lo que se venía presentando con las extrañas desapariciones de las chicas.
Amelia, era la mejor doctora que tenía el hospital San Rafael, era una mujer que sentía como propio el dolor de cada uno de sus pacientes, era muy feliz cuando salvaba vidas, pero sufría cuando no podía, decía, que no había lo suficiente y pedía que la perdonarán en medio del llanto.
Una noche llegó un paciente, un joven de veinticinco años, el cual presentaba múltiples heridas con arma blanca, producto de una pelea callejera, Amelia y su equipo de médicos, hacían todo lo posible por salvarlo , pero eran tan graves sus heridas, que todos temían lo peor, pero lo singular del caso, era que desde que apareció ella, éste joven no despegaba sus brillantes ojos de los de Amelia, y ella tampoco.
-¡Resiste!, ¡Resiste!, le gritaba Amelia, desesperada por salvarlo.
-¿Si sobrevivo, podré volver a mirar tus ojos?, – preguntó el herido, medio muerto
– ¡Claro, los mirarás de nuevo cuando te pongas bien!, pero no hables, ¡no hables más!
Y evidentemente no habló más, cerró sus ojos, y se sumergió en un profundo trance, pero sorprendentemente se pudo detener la hemorragia, producto de sus heridas, por fortuna, estas no habían involucrado, ningún órgano vital, sólo se estaba desangrando, el pobre tipo estuvo casi dos semanas allí hospitalizado, por motivo de su recuperación.
Una mañana como por cosa del destino volvió a ver aquellos ojos, los ojos que le salvaron de una muerte segura.
-¿Doctora?, – preguntó el joven al alcanzar a divisar a Amelia.
– Sí, soy yo. ¿Cómo te sientes?
– ¡Maravillosamente!, volví a ver sus ojos una vez más, -emocionado exclamó.
– Thomás, ¿Ese es tu nombre cierto?, lo vi en tus documentos aquella noche.
-Sí, ese es Doctora Amelia.
– Me imagino qué le preguntaste a alguno de mis compañeros mi nombre, ¿no Thomás? – sonriendo preguntó Amelia.
– Exacto, debía saber el nombre de la mujer que salvó mi vida, y además de la mujer que llevaba esa brillante mirada que me mantuvo tranquilo.
– Pues cumplí mi promesa, eso me alegra mucho Thomás, y también que estés mejor, ¡ahh!, y espero no vuelvas a pelear por ahí jovencito, bueno, debo irme Thomás, hay muchos paciente que me necesitan en este momento y debo estar al pendiente.
– ¿Volveré a ver tus ojos Amelia? – preguntó entusiasmado Thomás.
– Los verás en «El Paraíso» – dijo esto, y se marchó.
La mañana siguiente, Amelia les contó a sus coloridas amigas de su jardín, las historias de el hospital, de las vidas que había salvado, y que le ponían muy contenta, cada mañana su Jardín brillaba mucho más, estaba más lleno de vida, llena de color, lleno de amor.
En ese instante las personas pasaban por su jardín, y la veían allí, hablando con plantas y regándolas de una manera singular, con una cubeta, aún teniendo la casa un sistema de riego automático.
Debe estar loca, decían algunos, o así debe ser que le gusta regarlas.
Evidentemente, ella sentía que de esa manera se conectaba más con su jardín, con su paraíso.
Las extrañas desapariciones de mujeres seguían aumentando, ya eran doce jóvenes de las cuáles no se sabía de su paradero, no se sabía absolutamente nada, todos en la Cruz tenían miedo, las mujeres con esas características sentían temor al salir a la calle, para ir al trabajo y al colegio, era un feminicidio atroz que no paraba.
Las investigaciones de la policía arrojaron un resultado realmente importante, cinco de las chicas habían estado saliendo con el mismo hombre antes de su desaparición según información brindada por las familias de aquellas mujeres, por lo cual, sería probablemente éste, el responsable de los crímenes, pero no sabían de su paradero, ni menos y más importante de su identidad.
Una de tantas mañanas, había un joven preguntando sobre «El paraíso»,
Una señora le contestó que lo único llamado aquí en el pueblo, era un gran jardín, y que estaba cerca de allí, a una cuantas calles, evidentemente era Thomás, que prefirió pensar en que era una clase de pista, o de algún de sitio para poder encontrarse con Amelia, y sí había llegado a su destino, se encontró con «El Paraíso» en realidad, y éste sólo puede decir ¡Increíble!, en medio de de tanto color y aroma, se encontraría a Amela, ésta serena, sólo le dice:
-Sabía que vendrías Thomás, bienvenido al paraíso.
– Es increíble, es un jardín realmente hermoso – respondió Thomás.
– Sí, es un gran tesoro, y todas ellas son mis amigas, ¿No te gustaría oler las rosas Thomás? – preguntó Amelia.
– Sería maravilloso, y procedió a oler las rosas.
– ¿Sientes sus aromas? – preguntaba serena ella.
– Sí, pero son todos diferentes.
– Exacto, cada rosa es diferente, huelen diferente y sienten diferente, pero son igual de hermosas todas y cada una, las hay rojas, blancas, y hasta negras, lo cual se me hace fascinante.
Thomás escuchaba atento cada palabra de Amelia, era una cátedra de rosas.
-¿Sabes cómo se debe cuidar una rosa Thomás?
– Supongo que regandolas cada día ¿no? – respondió algo incómodo
– Casi, eso es muy importante, pero también debes contarles historias cada día, escucharlas, y sentirlas, son vanidosas, cada una de ellas, y también absolutamente orgullosas, ¿Ves sus espinas?, son su mecanismo de defensa, ante la crueldad de su mundo.
Se la pasaron un buen rato hablando del jardín, llegó el momento del riego de cada día, Thomás le pregunta qué tipo de agua y fertilizantes usaba para mantener así de hermoso este singular sitio, ella le responde:
-¡El mejor de todo el mundo!
Este par de amantes de lo maravilloso, de colores, olores y de las rosas, se enamorarían, Amelia estaba realmente feliz, cada día dependiendo de su turno en el hospital, se reunían a acondicionar y embellecer el Jardín, a leer poesía y cantar algunas canciones como “La Vie  En Rose” de Edith Piaf, la cual era la favorita de ella, y cuya letra decía algo así:
“Ojos que hacen bajar los nuestros
Una risa que se pierde sobre su boca
He aquí el retrato sin retoque
Del hombre a quien pertenezco
Cuando me toma en sus brazos,
Me habla todo bajo
Veo la vida en rosa,
Me dice palabras de amor
Palabras diarias,
Y eso me hace algo
Entró en mi corazón,
Una parte de felicidad
Que conozco la causa,
Es él para mi,
Mí para él en la vida
Me lo dijo, lo juró
Por la vida.
Y en cuanto lo perciba
Entonces siento en mi
Mi corazón que late”
Vivían un maravilloso cuento de amor mágico, Amelia era feliz, muy feliz, pero…
Stephany, una hermosa chica de veinte años se prepara para salir de baile con su nuevo novio, ella es una joven de hogar, estudiosa, muy buena hija y sobretodo muy bella, hace unas semanas había conocido a éste joven en un parque del pueblo, fue amor a primera vista, él se presentó con sus padres, y pidió su consentimiento en su renaciente relación, ellos aceptaron, ya que veían en él, un buen hombre para ella.
Esa noche pasó lo que nadie esperaba, o mejor dicho, lo que  los padres de Estefany,  no esperaban, había desaparecido, nunca llegó ella y tampoco su novio, era la oportunidad que  tanto estaba esperando el cuerpo de policía, conocer la identidad del sujeto sospechoso de las desapariciones.
Entonces se dio el interrogatorio, tomaron declaraciones importantes del sujeto y hasta un retrato hablado, el cual había quedando idéntico según el padre de Stephany, sus días estaban contados, dijo el jefe encargado de la investigación.
Con el paso del tiempo Amelia comenzó a descuidar su jardín, producto de su estado de máximo enamoramiento, sumado con los turnos en el hospital, este comenzó a secarse, perdiendo su gran destello y vitalidad que emanaba cada día, era como si algo le faltara, más allá de la atención de Amelia.
Como les contaba, “El Paraíso” poco a poco perdía su brillo, su encanto, estaba muriendo todo reflejo de color y vitalidad de tan mágico lugar, Amelia ya no lo regaba, ya no les hablaba, ni sentía la esencia de sus plantíos, llegó el amor a su vida solitaria, un amor que seguro le haría muy feliz.
Una noche, había llegado al pueblo Casandra, una joven cantante contratada para trabajar y deleitar a los clientes del bar de esta población, como para distraer un poco a los habitantes de toda la tragedia que estaban viviendo, de esos tiempos oscuros y desolados.
Un joven se encuentra en el público, e inmediatamente al ver a Cassandra, no puede dejar de observarle, con una total pasión y encanto, le atrajo tanto, que no dudaría en hacerla suya, al bajar de su presentación aquél joven, se le presenta sin vergüenza alguna, el la invita a un trago y charlar en las afueras del establecimiento, pasan un buen rato allí charlando, uno, dos, tres tragos, la noche comienza a ponerse fría, llegan abrazos inesperados, que concluyen con un beso apasionado, el joven había cumplido su objetivo, Cassandra no se le escaparía de sus brazos, y mucho menos de sus pasionales ambiciones.
Y sucedió de nuevo, ya cuando se creía la calma, volvieron a desaparecer jóvenes, esta vez con mucha más frecuencia, con mucha más crueldad.
Poco tiempo Amelia renunció al hospital, le parecía que estaba pasando gran parte de su vida allí y había descuidado mucho su hermoso Jardín, que era ya hora de retomar su vida, de devolver  la de su paraíso.
Una noche, se encontraban Amelia y Thomás celebrando su felicidad, destaparon varias botellas de vino, bailaban y reían en su recinto de amor, hasta que llegó el punto de acabarse las botellas, Thomás le pregunta a Amelia qué si aún quedaba más vino, ella le responde que en el sótano habían un par de botellas, que fuera por ellas, pero que no se tardará, para seguir celebrando de esta acogedora noche.
Thomás llega al sótano por el par de botellas, de repente, por la oscuridad del sitio, tropieza con la cubeta de riego de Amelia, al encender la luz encuentra su cometido, el vino, pero algo le llama atención, una pequeña puerta al fondo del cuarto, de la cual salía un aire congelado, cuando se proponía a abrir la puerta, escucha la voz de Amelia detrás de él diciéndole:
-Te dije que no te tardaras.
Thomás, sorprendo por el susto, sólo procede a responder:
-Lo siento, me topé con la cubeta y casi caigo, pero ya tengo las botellas, podemos seguir con nuestra celebración.
Entonces Amelia le preguntó:
-¿Sabes por qué las rosas tienen espinas Thomás?
Thomás, anonadado ante tal pregunta fuera de momento, sólo acertó  respondiendo:
-¿Para defenderse de lo cruel del mundo?
– ¡Exacto! – exclamó ella mirándolo fijamente
– ¿Qué hay detrás de esa puerta? – ansioso preguntó Thomás.
– Es el cuarto de la belleza, del amor, de las esencias y sobretodo, de la juventud.
– No te entiendo Amelia, ¿Qué me quieres decir? – Thomás se encontraba desesperado, la atmósfera había cambiado de alegría a una intriga y zozobra incómoda
– ¿Sabes por qué mueren las flores Thomás?
– Todos los seres vivos mueren Amelia sin excepción, es lo natural.
– Pero no las rosas, – responde Amelia, ellas son inmortales Thomás, ¡Inmortales!
– No entiendo nada de lo que quieres decirme, no me has respondido ¿Qué hay en ese cuarto?
– ¿Quieres Averiguarlo?, es mi laboratorio, aquel  que le da la vida a mi hermoso jardín.
– ¡Claro!, me encantaría conocerlo. – dice emocionado Thomás.
Entonces, Amelia Procede a abrir la puerta del pequeño cuarto congelado y le dice sonriendo a Thomás, ahí lo tienes, éste ingresa al pequeño cuarto delante de Amelia, enciende la luz, para perderse en la vista, mientras Amelia desde atrás le dice las siguiente palabras:
-¡Bienvenido al Paraíso de Amelia!, dándole directamente en la cabeza con un martillo, matándolo de inmediato.
Horas más tarde llegaría a la casa de Amelia, el cuerpo de policía, y entre ellos, Cassandra, la detective profesional, en busca del joven sospechoso de las desapariciones de todas esas mujeres,  ingresaron por la fuerza a la casa, en búsqueda del Joven, allanaron todo, pero no había nadie, sólo botellas vacías de vino, y la chimenea encendida, uno de los oficiales bajó al único lugar sin revisar, el sótano, y allí se encontrarían con la pequeña puerta, de donde salía el aire helado, al abrirla, se encuentran con lo inesperado, varios cuerpos de mujeres jóvenes desnudas, colgadas de ganchos, sin piel en gran parte de sus cuerpos, y al  fondo del pequeño cuartito, de hielo, estaba el hombre que tanto buscaban, el  sospechoso, allí estaba Thomás, congelado, aún con sus ojos  bien abiertos, como acostumbraba con las demás mujeres, llevaba algo escrito con labial rojo en su blanca camisa:
¡Las rosas, no nacen para ser lastimadas,  que no se te olvide, que tienen espinas, espinas para defenderse de la crueldad del mundo!
Al pasar los días, el gran y hermoso Jardín se secó, para ya no volver jamás, nunca  se volvió a regar con la mejor agua y fertilizante que existió en La Cruz, ese que le mantenía vivo.
¡El mejor del mundo!

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