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Historia De Amor En Los 60. Parte 2

Miguel estaba eufórico.

¡Por fin podia gritar su amor a los cuatro vientos!

¡Por fin podria expresar sus sentimientos a Paula!

Estaba ansioso de que llegara la tarde.

Antonio habia vuelto a organizar la fiesta en su casa. El guateque como le llamaban entonces.

Ya no iba a sentir la punzada que sentía cada vez que viera bailar a Paula con Manuel.

Después, cuándo todo acabara le pediria a Paula un momento para hablar.

Saldrian a la calle, pasearían y le declararia su amor.

Esta vez se sentia seguro. Esperanzado. Mas enamorado de ella que nunca.

La verdad es que se le hizo eterna la tarde. Sobre todo porque Paula había bailado con Manuel y el como cada vez con Maria.

No le importaba. Iba a decirle a Paula cuanto la quería. Cuantas cosas sentía por ella. El amor tan grande que lo invadía.

Manuel por su parte sabia lo que iba a ocurrir.

Habia quedado impresionado por lo que su amigo Miguel le habia contado. Ese amor que su amigo sentía merecía una oportunidad.

Al fin y al cabo Paula tendría la última palabra.

Llegó la hora. Terminó el guateque y Manuel invento una gran excusa para irse y dejar el camino libre a Miguel.

Paula quedó un poco extrañada pero no le dio mucha importancia.

Ella era muy joven e inocente.

Nunca había besado a ningún chico. Ni siquiera a Manuel. Ni Manuel había intentado besarla. De hecho la había respetado mucho.

-Paula, – dijo Miguel un poco nervioso – ¿le ha pasado algo a Manuel? –

-No, nada malo, se ha tenido que ir, su padre le ha llamado.

-¿Quieres que te acompañe a casa?

-Vale mis padres no quieren que vuelva sola.

Era maravilloso estar con ella. Por fin a solas y sin nadie que escuchara alrededor.

-Paula, perdona que te lo diga asi de repente pero quiero saber una cosa. ¿Vas en serio con Manuel?-

Paula se sonrojó. No sabía que contestar. La forma de mirarla de Miguel nunca había sido tan intensa, y dentro de esa mirada se veía un deseo suplicante de sinceridad.

-Bueno, la verdad es que nos gustamos…pero

-No puedo mas Paula. – Miguel se armo de valor. Era su oportunidad y tenía que aprovecharla.

-Estoy enamorado de ti. Pero no como te lo imaginas. Es mas que eso. Lo que siento por ti es tan grande, tan importante que no puedo esconderlo por mas tiempo.

Mis sentimientos son sinceros te lo prometo. Me duele el corazón de no tenerte a mi lado. Es tanto lo que te necesito que se me hace muy difícil no tenerte. Te quiero de verdad, te amo de corazón…

Paula quedó  sin palabras. La sensación que había corrido por su alma escuchando aquella declaración de amor tan sincera y sentida, era algo nuevo para ella…

Continuará….

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Historia De Amor En Los 60

Era 1965.

Paula tenía 15 años. Sus ojos eran verdes y su pelo castaño claro. Ante los ojos de Manuel era la más bella niña. Ellos siempre iban de la mano, pero nunca solos porque aquellos tiempos no eran los de hoy.

En el grupo iba Miguel, que estaba enamorado de  Paula, pero era evidente su fracaso.

No sabía si Paula y Manuel iban en serio pero lo que Miguel sentía por Paula era demasiado grande para no poder gritarlo a los cuatro vientos.

No era facil. Manuel era su mejor amigo. Se habían criado juntos y no quería hacerle daño.

No obstante cada sábado era desgarrador verlos de la mano. Verlos andar en la distancia y sentir que Paula nunca se iba a fijar en el.

Iba pensando en todo eso cuando Maria lo sobresaltó :

-¿En que piensas Miguel?

-¿Que dices?, – le preguntó asustado, sintiéndo como si Maria hubiera leido su pensamiento.

-¡Madre mía, te has puesto rojo! Quería saber si me estabas escuchando pero ya veo que no.

-Perdóname esque no me encuentro muy bien -, fue lo primero que se le ocurrió decir.

-Se te nota demasiado Miguel no disimules.

Era demasiado evidente, un secreto a voces. Pero, ¿y Paula? ¿lo sabría? ¡Que vergüenza sintió!

Aquella tarde fueron a un guateque que había montado Antonio en su casa.

Los padres de Antonio tenían un negocio de coches que iba sobre ruedas nunca mejor dicho.

La casa era grande y perfecta para la fiesta.

Eran 12 adolescentes enamorados unos de otros, cada uno con su pareja ya reservada para el momento en el que alguien cambiara el rock and roll por una balada lenta.

Empezó a sonar Nights in white satin.

Miguel maldecía esos momentos. No lo podia soportar. Los celos le quemaban. La tristeza empezó a apoderarse de el.

No quería que se le notara. No podía dejar que Paula lo supiera. A si que se puso a bailar con la única chica que siempre quedaba. María.

A Maria, Miguel le hacía tilin pero sabía de sobra que no tenía nada que hacer no obstante se aprovechaba siempre de la situación.

Transcurrieron las semanas.

Miguel no lo soportaba más así que se decidió a hablar con Manuel.

Quería saber si Manuel de verdad amaba a Paula. Si su amor por ella podía superar a lo que el sentía. Tenía que oirlo de la propia boca de su amigo y verlo en sus ojos.

-¿Tanto la quieres Miguel? Te juro que no lo sabía

– No puedo mentirte, si la quiero, la necesito a mi lado. Te aseguro que no es algo pasajero pero hay algo que quiero que me digas.

Si tú también sientes lo mismo por ella y ella por ti yo me apartare y dejaré de ir con vosotros y con la pandilla.

Manuel no era mala persona. Era sencillamente un adolescente de aquellos tiempos con las hormonas revolucionadas y Paula le parecía excesivamente guapa.

No obstante al escuchar la confesion de su amigo, vio algo en sus ojos que le hizo sentir culpable. Vio su desesperación, sintió la punzada del amor que sentía Miguel por su «novia».

Miguel le había suplicado con la mirada que le dejara expresar sus sentimientos a Paula.

Mientras Miguel hablaba se autoanalizó.

Paula le gustaba pero lo que estaba viendo en los ojos y la expresión de Miguel era algo realmente profundo y doloroso.

No podía permitir ese sufrimiento. El no estaba enamorado de esa manera. Así que aunque no pensaba cortar con Paula le dijo a Miguel que podía intentar conquistarla y entonces sería lo que ella decidiera.

Miguel sintió que quería llorar, pero se contuvo.

-Gracias Manuel, gracias de verdad…

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Ciudad Loca Re Pirada Y Borracha

Hace más de un cuarto de siglo, un día soleado y chiflado, cayó un tipo re pirado y borracho y fundo esta ciudad y le puso su nombre. Porque quería convertir a la ciudad en una ciudad re pirada y borracha como él. A partir de allí nació ciudad Laureano, una ciudad. Loca. Re pirada. Borracha.

Esta ciudad tiene barrios de locuras y alcohol; con poetas borrachos y pirados; fumadores de opio y lectores de Bukowski.

Todo el tiempo suena música en esos barrios y las otras ciudades no soportan el ruido de esta ciudad. Ningún habitante de fuera quiere venir aquí para evitar el aturdimiento.

Esta ciudad es anárquica. No tiene gobierno. Se auto gobierna. Todos los gobiernos nacionales han querido anexarla y convertirla en capital de alguna provincia o quizá en capital de la Argentina pero nunca pudieron. Los yanquis quisieron invadirla, colonizarla y hacer una exploración petrolera, ya que esta ciudad se autoabastece gracias al petróleo. Pero no pudieron.

Esta ciudad tiene calles, paisajes y variedad de cosas con nombres de poetas, narradores y todo tipo de intelectuales. Actualmente vivo en el barrio Arthur Rimbaud, mi casa se encuentra en la calle Charles Baudelaire. Mañana esperare el colectivo en el boulevard André Bretón, para que me conduzca a la calle Oliverio Girondo después iré a tomar un café al bar Artaud. Luego paseare por la plaza Alejandra Pizarnik y me hamacare en una hamaca llamada Julio Cortázar  frente un banquito llamado Jorge Luis Borges frente a unos arbolitos que rodean la plaza y abrigan los rayos del sol, el arbolito Rubén Darío, el arbolito José Martí, el arbolito Juan ramón Jiménez, el arbolito Antonio Machado, el arbolito Federico García Lorca, el arbolito Miguel Hernández y el arbolito Cesar Vallejo. Y correré por la calle Nicanor Parra paralela a la calle Vicente Huidobro que a la vez es paralela a la calle Rodolfo Walsh que a la vez es paralela a la calle Haroldo Conti, hasta llegar a la orilla del río Pablo Neruda y mojarme los pies. Finalmente marcharé a un boliche bolchevique que queda en una esquina entre Ernesto Che Guevara y Antonio Gramsci, a reunirme con unos amigos rosarinos exiliados aquí, que planean liberar rosario de la sociedad de consumo, el boliche se llama Marx_donald’s  y hacen unas raras hamburguesas. En la puerta del boliche hay un cartelito colgado que dice consuma su cajita proletaria y su Trotsky Cola bien fría y gocé de los bellos chistes chinos del payasito Mao, el que mejor se ría recibida una caja de habanos hechos por las manos del camarada Fidel Castro y el primer celular marxista creado por el propio Lenin hace más de 100 años. No recibimos dinero ni tarjetas de crédito porque eso es típico del sistema capitalista lo que si recibimos son las obras completas de José Carlos Mariátegui y de Mario Roberto Santucho.

A la noche cuando la luna chifle volveré tranquilo a mi barrio Rimbaud y a mi calle Baudelaire y pondré música a todo lo que dé y beberé un rato largo y gritare y saltare y me enloqueceré al compás de la locura de esta ciudad. Como buen ciudadano laureanense. Total aquí no hay policías ni nadie que me pueda arrestar.

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Conflictos En La Ciudad



Un chico de veinte años y pico volvía caminando, cantando. Borracho luego de una noche de birra y de cumbia, con aroma a marihuana por haber porreado un cacho con sus amigos; eran las 7 del amanecer, el sol silbaba sus primeros acordes, sonaban voces de diarieros y las radios de los vecinos madrugadores; abrió la puerta de su casa, al entrar vio a su padre que recién se levantaba para ir al trabajo y comenzó una discusión. 

_ El Padre: Hola, ¿Por qué carajo llegas tan tarde o mejor dicho tan temprano? 

_El Hijo: Porque se me dio la gana. 

_El Padre: Que pendejo maleducado sos, ¿Cómo me contestas así? 

_El Hijo: Porque se me cantaron mis reverendas pelotas. 

_El Padre: Ándate a dormir. 

_El Hijo: si a mí se me canta, ahora prefiero jugar a la PlayStation. 

_El Padre: ¿Por qué en vez de pelotudear con esa máquina puta no te pones a estudiar o a leer un libro? 

_El Hijo: Porque no quiero ser un idiota culto como vos. 

_El Padre: Anda boludo no te quiero escuchar más, me voy al laburo. No aguanto más tu olor a porro y alcohol. Chau. 

El chico sube al cuarto y prende su compu y empieza compulotudear con la Play. 

El padre va rumbo a la parada de colectivo; al llegar allí para pasar el rato mientras espera el bondi se prende unas yerbas y saca una botellita de whisky que guardaba en el bolsillo izquierdo de su campera que le regalo una de las tantas novias que tuvo en una de esas fiestas donde suele ir a escondidas de su hijo. 

Mientras tanto en otro lado de la ciudad un tachero; abogado que fue militante hippie en los 70 y tiraba bombas molotov a los milicos en las revueltas de la época y que aún putea a Perón desde que un día soleado y peronico en la plaza de mayo, comenzó a putear al general por tener gorilas en el gobierno y a cantar frente a su jeta de caudillo populista, que si Evita viviera seria militante hippie, entonces el general se desquito al grito de hippie revoltoso e imberbe mientras detrás del general un brujo movía los labios como diciendo hippie revoltoso e imberbe, ante los dichos del general bien manipulados por las cuerdas vocales del brujo, el hippie abandonó decepcionado la plaza, ese fue su primer conflicto generacional. 

Cuando el reloj de la plaza marcaba las 8 en punto, el tachero subió al taxi justo cuando un señor de unos 70 o 80 años, le pidió que lo lleve. Durante el viaje hubo una tremenda discusión. 

_El Tachero: Este país no da para más tiene que haber un cambio, nos siguen metiendo el dedo en el tuje. 

_El Señor: Claro, si, acá tiene que haber mano dura, orden, hay que matarlos a todos, tienen que volver los milicos o Menem. 

_El Tachero: ¿Cómo? ¿Qué me dice usted? Viejo facho, neoliberal, conservador, cerdo burgués de mierda. A nuestra generación le mataron 30000 por querer algo diferente. 

_El Señor: ¿Qué habla usted? Ni siquiera fueron 30000, fueron 1000; la mayoría debe estar paseando en el extranjero. 

_El Tachero: que insensible que es. ¿No ve que los milicos destrozaron el país e impusieron una ideología cultural nefasta, nos mataron el futuro y el señor Menem nos re_mato, consolido todo lo heredado por los milicos y hoy estamos como estamos? 

_El Señor: Usted seguro que era montonero y se subía a los aviones soviet de Fidel Castro; a usted lo tendrían que haber matado o tendría que vivir en Cuba. Con Menem estábamos mejor y nos íbamos a Miami y a Brasil con pesos Argentinos. 

_El Tachero: ¿Se puede bajar? No lo soporto más, como va a decir que a mí me tendrían que haber matado; para su información el 90 % de nuestros desaparecidos no eran guerrilleros eran obreros y estudiantes y con mucha conciencia social, ahora si mucha gente se metió en la guerrilla es porque los milicos no te dejaban otra opción porque nos cagaban a palos esos hijos de puta. Y mentira que con el 1 a 1 se estaba mejor, no señor, de ninguna manera, esa política endeudo al país y se cerraron fábricas, además hasta los que como usted dicen que se fueron a todos lados con pesos Argentinos, después terminaron endeudados en créditos y con un corralito impuesto por el padre de la convertibilidad. Ah y encantado viviría en Cuba prefiero vivir en un país donde la educación y la salud está al alcance de todos antes que vivir en un país donde por culpa de una patilla riojana los servicios públicos son una mercancía. 

_El Señor: Me bajo me canse de discutir con zurdos subversivos que escuchan Silvio Rodríguez y leen a Galeano y encima sueñan con ser como el piojoso ese de Guevara que mataron en Bolivia. 

El señor se bajó enfurecido, dejando la puerta giratoria y sin pagar un peso, puteando a todos los comunistas del mundo, con ganas de matar zurdos, si se cruzaba con alguno se lo comía crudo. 

Mientras que el tachero puteaba a todos los viejos burgueses y tenía ganas de formar un grupo comando para secuestrar a todos los milicos genocidas que aniquilaron a gran parte de su generación. 

El sol giraba y se escondía de a poco tras las ventanas de su cuarto para soñar, los relojes continuaban marchando al ritmo del frío y del viento, marcando las 19 horas, el cielo se iba vistiendo de noche y de luna y los conflictos seguían floreciendo en cada casa, en cada barrio, en cada calle, en cada plaza, en cada taxi, en cada bondi. 

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Mi Encuentro Con Homero Simpson



Un día radiante de mucho sol me sucedió algo extraño, llegue a esta plaza como todas las mañanas a tomar sombra, como siempre me senté bajo aquel árbol, todo fue tranquilo hasta que frente a mi vista apareció Homero Simpson con un cajón de cerveza y me invito a emborracharnos. Me contó que no soportaba más a Lisa y a Bart porque estaban traviesos y no le dejaban mirar tele y le escondían sus galletitas y sus latitas de cerveza, entonces decidió huir unas horas de su casa. Camino la calle unos minutos hasta que se detuvo en un supermercado atestado de cervezas y decidió asaltarlo, solo logro robarse un cajón porque enseguida llego la cana sin embargo no lo pudo apresar porque hizo magia y apareció frente a mí. Estuvimos horas hablando, emborrachándonos, hasta que emergió la luna, le guiño un ojo y de repente desapareció. 

Sigo circulando todas las mañanas por esta plaza pero Homero jamás volvió, aunque durante semanas quedaron marcas de sus zapatillas; hoy ya no están más, aunque por semanas el árbol se tambaleo como borracho quizás por el aroma de esas cervezas que nos tomamos; hoy ya no se tambalea más. 
Y la gente que por semanas no se acercó a la plaza porque parecía embrujada de pronto la pobló porque ya se le fue el embrujo, aunque a mí ese supuesto embrujo no me causo nada y nunca deje de venir. 

Ahora aparece un pibe y me pregunta ¿Qué hacías esa tarde hablando solo, diciéndole Homero al viento, haciéndote el que tomabas cerveza, tomando solo del pico de las botellas del viento, haciéndote el borracho? 

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