Partida sin grandes cosas. Sin llorisqueos ni aplausos. Nada. Luego, un viaje de no sé cuantas horas. Evidentemente esto queda por el fin del mundo. Creo que hubo un momento que pensé que no llegaríamos más…pero llegamos.
El agua demoró en descolgarse. Lo suficiente como que papá y el chofer pudiesen comer tranquilos antes de partir. Dos gurises comieron de nuevo con nosotros pese a que «ya habían comido». Uno de ellos tiene un nombre que…bueno, es un nombre, pero de ser pronunciado siquiera en el medio civilizado hubiese producido una sonrisa o unas mejillas sonrosadas. Le llaman «Pistola» pero creo que no aducen con ello a las pistolas de los cowboys.
La radio no marchó de inmediato. He pasado hasta hace instantes luchando con ella, pero marchó!. Aquí estoy en medio de los cerros. Nunca vi tantos juntos!. Tengo uno hacia atrás, otros por los costados y al frente…hasta donde el cielo y la tierra se juntan. Por ahora no sé de ningún bosque. Todas son plantas nativas más o menos dispersas.
Se llama Rincón de Yopará y nadie en el pueblo sabe el origen del nombre. A nadie le importa saberlo. Lo que realmente importan es que existe y que por suerte tiene un nombre. Seguir leyendo Perdidos Entre Las Sierras -Introducción→
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