Archivo de la categoría: Relatos

Rasgos De Sangre

Capitulo 10.-
Revelaciones.

El inmenso tornado creado por Shoen comenzó a arrazar con la base elemental.
Hasuka fue arrastrada por las fuertes corrientes de aire creadas por el tornado, y un árbol que también se encontraba girando entre los escombros la golpeó en la cabeza y aunque tenía puesto su casco el golpe la había dejado inconsciente.
Arturo vio a Hasuka entre los escombros que giraban violentamente al rededor de ella, pero antes de que se transportara Ross lo tomó de la armadura.
Ambos quedaron a centímetros de Hasuka, sin embargó las fuertes corrientes no les permitieron tomarla, y los escombros que se encontraban volando junto a las fuertes ráfagas de viento eran demasiado peligrosos, así que Ross volvió su cuerpo pesado para intentar escapar del tornado, sin embargo no funcionó. La fuerza que ejercía el viento sobre ellos era bastante pero Arturo no quería regresar a tierra firme sin Hasuka.

– Debemos volver Arturo, o termináremos muertos.

– No puedo regresar sin Hasuka. Lo siento Ross.

En ese momento Wood llegó al campo de batalla, y creó un par de raíces de árbol enormes, que salieron desde el suelo e intentaron frenar el violento tornado, pero no tuvo resultado. Se dirigió lo más rápido que pudo hacia la ciudad, y se encontró con Waldrius.

– Voy a necesitar tu ayuda Waldrius, si ese tornado no es detenido ahora morirán muchos soldados elementales y civiles.
¿En qué estaría pensando Shoen al crearlo tan cerca de la ciudad.

– Rey Wood, el general Shoen fue herido en batalla, creó ese tornado como método de distracción para escapar y ayudar a evacuar a los ciudadanos de Mandrágora, pero el tornado tomó el rubo contrario y viene directo a la ciudad. Ni siquiera Grant pudo detenerlo.

– Pero tu y yo si…

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Rasgos De Sangre

En un mundo donde dos civilizaciones son completamente diferentes, los problemas raciales craen una guerra con el pretexto de que salvarían al planeta de la contaminación que generaba una de estas razas…
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«El Lobo Que Aullaba Al Sol»

En las montañas al norte de México, entre las varias manadas de lobos, había uno muy especial, solía siempre estar distante a su manada, prefería pasar el día en soledad, solo se integraba durante las noches de caza.

Su pelaje era muy bello, conformado por tres bellos colores, el café, que era el que predominaba, le seguía el blanco  y un poco de negro cercano a las patas, pero había un cuarto color, entre el profundo café se asomaban algunos pelos de color plata, tal como si fueran canas en su lomo, sin mencionar sus bellos y profundos ojos de un café muy bello y claro, que al verlos de cerca parecieran solamente miel.

La manada era perfecta, incluso sus tres crías ya eran parte de la misma; los dos machos tenían su mismo color de ojos, pero un pelaje un tanto más oscuro, obvia mente sin las canas en el lomo, pero la hembra no, ella tenía un pelaje muy bello, un tanta más claro, tan claro como el color del ocaso y unos ojos muy bellos, de un café muy profundo, nada parecido a sus hermanos ni padre… Ella era la viva imagen de su madre, la cual siete meses antes había sido asesinada con dos disparos de un cazador que anduvo por la zona de la manada, el cual después de dispararle y ver a la manada huir, no recogió el cuerpo de la bella loba, lo dejo atrás al marcharse, tal parece solo le gustaba el disparar al objetos en movimiento y más si estos estaban vivos. El gran lobo de los ojos de miel dejó a sus crías resguardadas al ir a buscar el rastro de su pareja un par de horas después de que todos huyeran del cazador, para su desgracia fue terrible lo que encontró, era su pareja, viva, tirada, sufriendo y sangrando. Una bala había dado por la parte trasera del lomo un poco por encima de la cola y la otra atravesó de lleno por un costado. Él solo escuchaba el llanto de la hermosa loba, trató de ayudarla a levantar con su hocico, pero ella lloraba aún más, sufría, le dolía demasiado, él lobo solo se acostó al lado de ella para acompañarla una última vez mientras veían la puesta del sol reflejada en esos bellos ojos color café, pues sabía que debía regresar a donde estaban resguardadas sus crías de tan solo un mes, pues sabía que estas aún no sabrían salir a cazar por sí mismos ni ayudar en las noches de caza.

Ya habían pasado cinco meses desde el lobo comenzó a actuar de ese modo, en las mañanas distante a la manada y por las tardes muy cercano a sus crías, pero especialmente cercano a su cría hembra, a la cual cada noche de caza siempre mantenía por detrás de él.

Cada día es menor el sonido de su aullido vespertino, el cual le recuerda el último instante del sol reflejado en los ojos de su pareja, pero el matutino sigue resonando muy fuerte, más cuando lo hace cerca de sus crías, ya que estas son el nuevo sol de su vida.

 

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El Último Enigma… (Cuento Experimental Surrealista)

El último enigma
(Cuento experimental surrealista)

Cuando el aliento hubo al polvo desenterrado, una
voz se perdió entre los silencios, y las rodillas
volaron y devoraron su angustia al espejo en la
tormenta del escarabajo.
¡ Uf !… Los algodones presurosos embriagaron
al tabaco en el asfalto, los latidos espinados.
Entre la niebla limpia se cultivaron los huesos,
y se gastaron los escalones hacia el cielo
abajo de los pantanos en ruinas.
Los ojos cerraron las cortinas en el nido
de los remiendos– mintiendo–con las manos,
por la orilla de las conchas.
El escombro y la codicia se expandieron.
Las langostas rindieron culto. Los fusiles
quemaron las rodillas a las balas.
En los vidrios de los vientos, aún desbordados,
los peces con flechas rociaron las nubes.
Mil campanas rodaron– y en el mar de la
existencia, un reloj perdió el tiempo, desgajando
el vigor de la esperanza, y los íntimos cordeles
de la memoria, más allá del terremoto y la tormenta.
Un camello vendió la sed en cucharadas.
La red y los pulpos esculpieron al desierto,
y engendraron la orfandad en la sombra.
Las alas tejieron sus raíces.
Y el caos se refugió entre las lágrimas.
La sal se ha hecho negra y la luz espesa,
con la luna en el zapato adoquinado.

Desde entonces, el sol perdió su brillo
en las pestañas del gusano por los murmullos
del cobre. Luego, en la gruta ampulosa,
el engendro se engolfa destemplado.
Y el dedo que se mueve pierde el brazo.
Con la arrogancia que sofoca la ternura
en la sonrisa. Haciendo del asco la costumbre.,
de los pañuelos ignorados.
La mayor victoria fue hacer las cloacas
enormes. Degollar los cometas del subterráneo,
arrinconar todo fracaso en el techo y hacer
del lecho el averno.
Nada indecible fué posible.
La paz sudaba rabiosa, el sendero de las
hienas vestidas con cinismo.
¡ Qué graciosas las manchas de la sombra !.
En los trajes populares
de los semblantes deformes.
Donde el retroceso se yergue
con la estatura elevada del pozo
en cada escalofrío inútil.
___ ¿¿ Con qué cara el futuro nos espera ??.

Y… ¿¿ Quién con el mal
fabrica el bien… Al infinito repetido ??.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
(Del texto y de la imagen)

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El Secreto Arbitrario… (Anticuento Dadaísta)

EL SECRETO ARBITRARIO
((( Anticuento Dadaísta )))

Veamos… La textura de aquella música, si que
fue inolvidable… Imprescindible por su didáctica.
No les voy a decir lo que puede contarse en
cualquier parte o escribirse en cualquier papel,
ni siquiera que sucedió alguna vez, en algún lugar
lejano, perdido en la historia de los tiempos ; Hace
solo un instante, dudando al hacerlo, si quieran
leerlo hasta el final que pueda ser entendido, con el
máximo esfuerzo, con pocos recursos y ninguna
experiencia. Tengo la esperanza y la fe parecidas
a un puente remoto, que presenta esta imagen en
el único diseño que participa en la ronda de un
peculiar relato que no lo es…. Aunque doblando la
incertidumbre en tres partes iguales, es posible
desayunar metáforas y embriagar al mismo vino
que se fue quedando…. Estando tan feliz de pie.

Resulta que el día era de gel desde hacía nueve
meses y todos lo sabían bajo la cama. En la
vigilia nocturna, para apoyarlo y convertirlo en una
forma de vida. Durante un tiempo se sintió más
fuerte, pero en esta ocasión era imposible, el
secreto era inminente, con la errónea idea de no
divulgarlo con el fin de preservarlo. Así que el
día previo, según dijeron, las noticias al despertarse
clamando su aburrimiento al desoírlas…

¨¨ Detienen una casa por allanar un anuncio
sospechoso de batir el récord de datos falsos,
ofender a unos ladrones, insultar a unas cuca-
rachas, y agraviar a unos platos anulándoles
el hambre ¨¨

No obstante, lo que más se observó y nadie estaba
de acuerdo, fueron las variaciones sobre el tema de
la ausencia…. Tangible en la memoria y concreta bajo
la tierra. Si bien, la visibilidad mejoraba en forma inter-
mitente, como cangrejos en la arena al sufrir vértigo.
La parte engañosa que se debe recordar es que todo
era demasiado claro y evidente, y la tarea de recolectar
los es peligrosa y ardua, pues ahora se tiene que saber
cuando la intimidad es una dictadora e intimida a la
soledad con acompañarla día y noche, como un experto
piloto de avionetas, en el espacio cubierto de moscos
y en el marcado aletargado de los cacahuates.

Cualquier cosa era menos que arbitraria, por la fuerza de
la mayor de las obligaciones involuntarias y el espíritu de
trabajar en equipo, causando el mayor daño posible a los
compañeros indiferentes al despido injustificado de los
más experimentados desempleados, les faltaba además
el aceite de un mínimo saludo, y los motores dejaron de
funcionar. Estos son los que abren los huecos, los que
toman los candados como esclavos, los que obligan a
las montañas a escalar los pozos… ¡ Es necesario que
no lo sepan, ni siquiera después de ocultarlo al universo
del olvido !.

Nadie lo había notado, un camino a lo lejos saltaba con
toda la impunidad de una cáscara de plátano apilando a
los obstáculos furtivos, describiendo círculos planos
sobre unos montículos de viento. A pesar de todo, la
proliferación de la violencia era un completo fracaso, nada
podía acrecentarla, ni aún con los subsidios exorbitantes
de las más ingeniosas intrigas, y las enormes dificultades
para negarse a trabajar con los máximos salarios y tolerar
la excesiva honestidad… ¡ Todo arbitrariamente planeado !.

Sucedió que era un estanque, evidentemente con apetito
surgido al encontrar unas gacelas demasiado tiempo per-
didas en el poblado boquiabierto. Por lo que causó mal-
estar, ver el espacio que le dedicaron a la nota, y ya no
estoy acostado todo el día esperando la siguiente.
Gracias sobre todo, a la investigación más reciente para
crear el mejor desconcierto, que pueda someterse a la
quimioterapia sin usar la tecnología de la yerba seca.

Como no decirlo, imagínate el número de cabellos que
podrían detener la caída de una persona sin combustible,
en un bosque tropical y desayunando cocodrilos.
Todo era muy reservado, los rebaños cargaban la sequía
de un pastor cubierto con las hojas de un agotado plumaje.
Se requiere de una mente metódica para anotarlo y de una
voluntad indomable para olvidarlo como el acero.
En el extremo inferior del cuadro, las ideas, son sin embargo,
desconcertantes, carentes de un marco de confianza, y claro,
hacia el desierto abierto de las suaves sombras.

¡ Que sorpresa, de repente ya estamos en el final del
secreto !. Este es resistente al tiempo, vive atrapado
en la arena de un reloj de sol, educado con rapidez.
En completa oposición a los cinceles fabricados por
el sueño de las aguas, con la crema de los cables y
el perfume digital diseñado automáticamente por el
suelo de crestas afiladas como navajas, que despliegan
las alas para aumentar la población de kilómetros fuera
de las palabras de moda. ¡ Arbitrario, arbitrario !.

El anochecer estaba en calma, sin intentar esconderse
bajo una violenta vela que daba conferencias, tomando
el pelo, y comprando aplausos en la esquina más baratos,
además saludaba sonriendo y cobraba sueldo.
Decidí no saber más de ello después de quince minutos,
en un paisaje silvestre al límite de sus posibilidades, con
un aumento del fulgor urbano, pobre en los sufrimientos
inéditos, y con la valentía de un ferrocarril arrepentido.
Porque sacar sangre a las piedras debería estar prohibido.
Y habría que explicar la paz caída de aquella manzana.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
(Del texto y de la imagen)

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