Ha nacido una estrella!
Hay una nueva luz en el universo!
Es la ilusión de lo no vivido
El recuerdo de un pasado
Ha nacido una estrella!
Hay una nueva luz en el universo!
Es la ilusión de lo no vivido
El recuerdo de un pasado
El fuego se eleva en grandes llamaradas e ilumina en su entorno figuras fatasmagóricas que giran a su alrededor. Unas sombras que a veces se alargan desmesuradamente y que en otras se contraen caprichosamente y cabriolean sobre las paredes del rancherío. Se dispersan estrellitas rojas que se pierden en la negrura de la noche. Suena muy fuerte una música que aturde los sentidos. Hay que danzar y danzando están en torno a las llamas. Se baten palmas y desafinadamente también se canta. Laten violentamente los corazones. El aire está caliente y cargado de perfumes. Olor a leña quemada. Olor a humo. Olor a carne… a rica carne que se dora al calor de las brasas. Chisporrotea la grasa que cae. Olor a vino y a caña que hoy, solamente hoy, corre con libertad en vasos de vidrio y viaja sin cesar de boca en boca. Risas y más risas… Gritos de felicidad incontenida…
La casa del Lagarto González está como muchas cerca del arroyo, del otro lado de la vía, entre el ramerío de cina-cinas, retamas y acacias retaconas. El Lagarto la fue formando de a poco, con restos de chapa y palos que encontraba por ahí y que las acarreaba en su carro. Tiene, al decir de sus vecinos,» buenas comodidades» . Una habitación caudrilonga que le sirve de fogón y donde se reune la familia para comer, descansar, discutir, pelear y hacer las paces, escribir, leer… Una pieza alargada con divisiones precarias en su interior y que se va estirando en la medida que crece la descendencia hace de dormitorio. Formando martillo un cobertizo donde se guarda el carro y mercaderías diversas que se consiguen en el diario «changar». Son montones de cartones, plásticos, baterías en desuso, cables, pedazos de colchones… Más atrás, identificable por sus emanaciones y el sobrevolar de las moscas, el retrete.
–¿ Viste, che Carmela que tamaña fiesta en lo del Lagarto?. Una fiesta como si fuera fin de año digo yo…
_ ¿ Y quién no se iba a enterar con ese relajo bárbaro que tienen?.
_ ¿ Tú no sabes ques lo que festejan esos disgraciaus?.
Todos han dormido muy mal anoche. Muy mal. Es que al principio el viento desde el sur se había metido entre las chapas disipando rápidamente el poco calor que habían logrado con el brasero. El viento calmó en la madrugada y comenzó una terrible helada… ¡Qué frío!…¡Qué frío Señor!…
Cuando el pito de la fábrica suena Carmen sabe que son las siete de la mañana, entonces se revuelve en el camastro, restrega sus ojos aún somnolientos , le da una patada al gato y pega un grito fuerte para que los gurises la oigan…
_ ¡ Arriba Carlitos!… ¡ Arriba Esteban!… ¡No sean dormilones che que dispués yegan tarde a la escuela!.
El grito resuena entre las chapas de la única pieza que se utiliza como dormitorio. Un ropero y un pedazo de tela a manera de cortina hacen la división entre el lugar donde duermen Carmen con el tuerto Geremías, su esposo, del resto de la pieza… Al lado de la cama matrimonial está la cuna de Viviana. Del otro lado, dos camas más. Carlitos duerme con su hermano Esteban, ambos escolares. En otra cama Delia, la hermana mayor, se tapa con la almohada para seguir durmiendo. Ella dejó la escuela el año pasado. Entre las camas, en lo que parecen ser bancos o sillas, harapos sucios en un caos difícil de describir. Un baho húmedo, pegajoso, maloliente, mezcla de orines , sudores y humo hace casi irrespirable el ambiente.
Hoy es un día de fiesta. Los rayos del sol entibian su
demacrado rostro. Sí, es el mejor domingo que no ha
tenido desde hace mucho, mucho tiempo.
Había muerto su respetado marido Javier…
Por fin podía regar su jardín tranquila. Sin ese terror
latente de sentirlo llegar, sorprendiéndola haraganeando
o coqueteando como él siempre le reprochaba. Sólo
aquello era motivo suficiente para que Javier, tomara en
brazos a su hijita menor de tres años y le colocara una
navaja en su cuello, amenazándola:
-Si te vuelvo a pillar fuera de la casa calentando a los
hueones que pasan, verás este pescuezito sangrar…-
A punto de trepar tu mundana piel
por culpa del inevitable ancestral mandato,
de instinto salvaje y osado…
me detuve unos infinitos segundos
y me pregunté por qué… por qué…
otra vez?
Me perderé en un abismo profundo…
de simple calentamiento global
y caricias muertas,
jugando a que todo es de verdad de verdad
y me resigne con calma impotencia.
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