Era 1965.
Paula tenía 15 años. Sus ojos eran verdes y su pelo castaño claro. Ante los ojos de Manuel era la más bella niña. Ellos siempre iban de la mano, pero nunca solos porque aquellos tiempos no eran los de hoy.
En el grupo iba Miguel, que estaba enamorado de Paula, pero era evidente su fracaso.
No sabía si Paula y Manuel iban en serio pero lo que Miguel sentía por Paula era demasiado grande para no poder gritarlo a los cuatro vientos.
No era facil. Manuel era su mejor amigo. Se habían criado juntos y no quería hacerle daño.
No obstante cada sábado era desgarrador verlos de la mano. Verlos andar en la distancia y sentir que Paula nunca se iba a fijar en el.
Iba pensando en todo eso cuando Maria lo sobresaltó :
-¿En que piensas Miguel?
-¿Que dices?, – le preguntó asustado, sintiéndo como si Maria hubiera leido su pensamiento.
-¡Madre mía, te has puesto rojo! Quería saber si me estabas escuchando pero ya veo que no.
-Perdóname esque no me encuentro muy bien -, fue lo primero que se le ocurrió decir.
-Se te nota demasiado Miguel no disimules.
Era demasiado evidente, un secreto a voces. Pero, ¿y Paula? ¿lo sabría? ¡Que vergüenza sintió!
Aquella tarde fueron a un guateque que había montado Antonio en su casa.
Los padres de Antonio tenían un negocio de coches que iba sobre ruedas nunca mejor dicho.
La casa era grande y perfecta para la fiesta.
Eran 12 adolescentes enamorados unos de otros, cada uno con su pareja ya reservada para el momento en el que alguien cambiara el rock and roll por una balada lenta.
Empezó a sonar Nights in white satin.
Miguel maldecía esos momentos. No lo podia soportar. Los celos le quemaban. La tristeza empezó a apoderarse de el.
No quería que se le notara. No podía dejar que Paula lo supiera. A si que se puso a bailar con la única chica que siempre quedaba. María.
A Maria, Miguel le hacía tilin pero sabía de sobra que no tenía nada que hacer no obstante se aprovechaba siempre de la situación.
Transcurrieron las semanas.
Miguel no lo soportaba más así que se decidió a hablar con Manuel.
Quería saber si Manuel de verdad amaba a Paula. Si su amor por ella podía superar a lo que el sentía. Tenía que oirlo de la propia boca de su amigo y verlo en sus ojos.
-¿Tanto la quieres Miguel? Te juro que no lo sabía
– No puedo mentirte, si la quiero, la necesito a mi lado. Te aseguro que no es algo pasajero pero hay algo que quiero que me digas.
Si tú también sientes lo mismo por ella y ella por ti yo me apartare y dejaré de ir con vosotros y con la pandilla.
Manuel no era mala persona. Era sencillamente un adolescente de aquellos tiempos con las hormonas revolucionadas y Paula le parecía excesivamente guapa.
No obstante al escuchar la confesion de su amigo, vio algo en sus ojos que le hizo sentir culpable. Vio su desesperación, sintió la punzada del amor que sentía Miguel por su «novia».
Miguel le había suplicado con la mirada que le dejara expresar sus sentimientos a Paula.
Mientras Miguel hablaba se autoanalizó.
Paula le gustaba pero lo que estaba viendo en los ojos y la expresión de Miguel era algo realmente profundo y doloroso.
No podía permitir ese sufrimiento. El no estaba enamorado de esa manera. Así que aunque no pensaba cortar con Paula le dijo a Miguel que podía intentar conquistarla y entonces sería lo que ella decidiera.
Miguel sintió que quería llorar, pero se contuvo.
-Gracias Manuel, gracias de verdad…
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