Día a día conciliaba
A quien su pobre corazón destrozaba.
Mientras con sentimientos se esclavizaba
Su destino como miserable enmarcaba.
Triste vida la que llevaba
Por alguien que ni siquiera la amaba.
Triste era ver como su alma se ataba
A un corazón ajeno que la maltrataba.
Era acaso aquel sufrimiento necesario
Y que del amor fuese el sicario.
O caso que su único consuelo fuese el rosario,
Donde plegarias actuaban cual emisario.
Pero ni una palabra delataba
A quien su felicidad arrebataba.
Y mientras una sonrisa todo calmaba
El dolor al fin ya culminaba.
He aquí donde la ironía acechaba,
Mientras él su mano acariciaba.
Con solo una pregunta que lo anonadaba,
Y una respuesta que lo impactaba.
-Adónde vas querida madre, que apenas siento ya tu calor?
-Voy en busca de algo, algo llamado amor.
Y entre un mar de sufrimiento y temor,
Yacía el ignorante acariciado por el dolor.