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EL RAP DEL CUERPO

El que piensa siente y habla

Y en las mañanas pelea con la cama

Al que un día llamaron lerdo

Este es tu cuerpo, cuerpo, cuerpo, cuerpo.

El que calmado razona.

Así tenga de compañera

A la reina con corona de  torbellino.

Este es tu cuerpo, cuerpo, cuerpo, cuerpo.

El que vive aquí y ahora

Y en silencio tu  regreso añora

Para que todo, todo quede alineado.

Este es tu cuerpo, cuerpo, cuerpo, cuerpo.

Atrévete a abrir la caja de sorpresas.

Que si tropiezas te levantas

Y de premio recibes el apodo “el terco”

Este es tu cuerpo, cuerpo, cuerpo, cuerpo.

Un día en la tierra con  traje dorado apareció

Y en la tarde,  vestido de plata a los cielos regresó.

Soñando  tal vez, regresar en un siguiente vuelo.

Este es tu cuerpo, cuerpo, cuerpo, cuerpo

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Impertérrito Rebenque

IMPERTÉRRITO REBENQUE

De la locura el cruel vértigo hace orugas,
que desgajan al marfil cada blancura.
¡Y al otoño en vano secan!. Ahogadas.
En las penas perdidas encendidas. Hoy.
En la espantosa grandeza del indiferente.

Ven, y morirás conmigo alegre. En un canto.
Bajo las ruinas de un bostezo. Estéril.
Con el audaz frontispicio en el zapato,
en el cuerpo claro de una cadena rota.
¡Vayan las extrañas cañas al lucero esquivo!.

¡Ya la eternidad necesita un descanso!.
Y los dátiles las praderas marinas,
y la leche flores calientes ligera.
Con la espiga de fortuna ingrata,
en la brasa del azúcar por el suelo.

Las copas al aguardiente calman. ¡Sapos!.
¡Y todas las ventanas miren madrugadas!.
¡Y el dolor nevado cultive volcanes!.
Con las heridas pupilas del durazno,
en las puertas donde mueren primaveras.

Por el barro sin consuelo del pantano,
las piedras con las palomas hablan,
a los topos de la vieja encina.
Y agazapado un deseo las manos mueve.
¡No soy callado!. ¡Soy mudo y nada mudo!.

El azul de las abejas es rojo a una hormiga.
¡Y sin saberlo la tristeza escapa!.
¡Toma, el cielo es de oro y usa botas!.
Porque la ventisca es fresa grande,
del infinito donde los sueños viven.

¡Elévate, levántate!. Mira el pequeño muro.
¡Más grande es el hombre en su bajeza!.
Ya nada puede despreciar de la injusticia.
Es dueño de la impureza y la ama.
¡Sólo se arrepiente y hay perdón automático!.

El recuerdo nítido de la consciencia es neblina,
brillante, el portal del éxito arrogante.
¡Estoy muriendo sin sed!. Bello oasis.
Las paredes felicitan al escarabajo.
¡Y las estrellas expulsan cualquier culpa!.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Del texto de la imagen.

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