DESCUENTO SOLAMENTE
(Experimental Neosurrealista)
Ese día… ¡Oh, sí!. Era más día que otro,
en la cabeza de una araña, con corbata,
aplaudiéndole a la estatua en la esquina.
Mientras tanto, el aire con temor comía
un cuchillo confundido con cucharas.
Sin gente, solo, un tablero gris había,
en el bar, donde una orca ahorca sogas
desenredando al morirse, mercurio, lejos
del aluminio en la pared, y ahí los sapos
nada saben del camello en las cocinas.
Menos las bocinas, más, plastilina caduca,
por el ultraje del trilobito y monolito,
con la fiebre del pastel, pasto pobre…
¿Será el fin?. Algunos piensan callados
los bordones en fuga, al fuego fingidos.
¡Qué la Historia será olvidada!
¡Qué el tiempo pasa muriendo!
¿Quién lo sabe?. Y…Quién ya murió.
Por el mar tragado en cuchara.
Y el tenedor, perdió lo que tenía un vaso.
Dejó de soñar un jabalí con su gorra.
La jirafa con sus manchas y diamantes
escudando lanzas sin hambre de tigres.
¡Ya los cocodrilos se sientan al fuego!
¡Ya los crean con pastillas y telarañas!
¡Ya los canguros nada roban por nada!
¡Ya los hacen virtualmente culpables!
Sin embargo, hay tantos, tantos no obstante,
predicando a la mísera miseria de perlas
y de alfombras en las jorobas hundidas
con millones con mentiras iluminando
al candil con soles nuevo. Vaya, vaya,
usted a saber del bramido del conejo.
Pues, creó, al palomar una colmena.
De melena cada madriguera es luto,
estoy seguro, las tijeras son halagos
al obsequioso abismo entre la yerba.
Al aire un zapato le aprieta
y le duele en la mejilla al automóvil
en calzones de estrellitas y panteones.
¡Sí lo sabrá la Historia!.
Bien leída, dice poco, de lo mucho
ignorado, mil millones de veces torcido
en los rincones que desayunan y saltan.
Con el sobresalto en la bujía.
¡Como crujía y soñaba su almohada!
¡Como alumbra una vela al sol!.
¡Pronto, pronto!. La cola ya no pega
y los helados son de piña escarlata.
Tan equiláteros, como sus cabellos,
como cuadrangulares, los topos besan.
Al abrir las piernas las terrazas lucen
más lentejuelas de cornetas amigas
con sus manualidades de cáscara
y durazno en guantes solitario.
Por las venas graves con lava.
¡Cada volcán tiene su fuego!
Escondido al desatarse los nudos.
¡Cada estación tiene su salida!
Tan evidente secreto como glándula.
Y el cepillo se traga letras en su tinta,
despulpando delfines comerciantes,
por las esquinas, y las pantallas apagando
al erecto saxofón, en el jardín desierto.
Míralo, siéntelo, en la cocina se baña
un alquitrán molido en salsa.
Verde verde, con el esqueleto del niño
ignorado por los colmillos azules,
y el rubí, oye música sórdido como siempre.
Al ver llorar los huecos que llegan,
al pasar los barrotes arcillosos podridos.
Más que nunca, más que como siempre,
orgullosos de su pesadumbre fermentada
en plácidas monedas… Billetes, simple polvo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
(Tanto del texto como de la imagen)
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