La pregunta de la eterna libertad, diosa codiciada por todo hombre terrestre.
Pasamos una vida buscando en vano, ojos abiertos, bocas sedientas.
Pasamos una noche llorando en silencio, callando todo lo perdido, a la luz de las velas de un sueño sin igual.
Eres día entre las montañas, brillas en el halo del amanecer.
Creces como rayo de penumbra, olvidando lo que ya no es.
No vives sino por aquellas voz que canta en el cielo,
el himno que suena entre tus paredes.
Se libre, pequeño ruiseñor.
Se libre como aquel de cielo abierto
alas extendidas, volando hacia la noche
sin miedos ni temores.
Se libre como quién ama a la vida
quién escucha las plegarias de pobres desgraciados.
Se libre, brillante fuego,
Se libre hacia la eternidad.
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