Oleadas refinadas
a las que ofrendamos respeto,
oleadas de la mañana
donde se consienten silencios.
Oleadas que al fin se entregan
a rostros de distinta bandera
y los cruzados vientos se frenan
peinando cabellos como la marea.
Oleadas que encuadran amantes
y santifican la guardián vigilia,
por cada turno en que soñé tus besos,
por cada turno en que me besaste en sueños.
Oleadas que asienten a mi egoísmo
y que, desde las rocas, en pausa,
mi cuerpo reclama su canturreo exclusivo,
¿para mí las llamaste, ¿verdad?
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Eco Introyectado
ECO INTROYECTADO
Porque mentiré con mi máscara de viento
al corazón del mar en esa estatua
equilibrista del fuego sin remedio
sin el título de ciego por el tiempo
con la venda de relojes en la espalda…
Eco, eco, eco…
Más allá de los recuerdos inventados
en los lirios fantasmales asustados
en la obscuridad bañándose de sol
en la esquina temerosa de los ojos.
Por la piel de otros ecos amarillentos
sembrando sueños en las tormentas
¡Porqué el eco de la prisa, la sonrisa, eriza!
Al silencio perplejo, perdulario, perdurable,
en la raíz del insomnio de un cráter craso…
Eco, eco, eco…
Tejiendo espejos a una espina
en el metal sudoroso de los perros
en el sonido rojo de la espuma
en el córneo coro corcovado.
Arrastrando grutas en las hojas
del cristal que trepa al tren entrelazado
en el vagón que oculta los instantes…
¡Del humo brillante, de la espiral filosa!
Por matar con la mentira las verdades indefensas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Elogiable Entereza… (Experimental Filosófico)
ELOGIABLE ENTEREZA
(Experimental filosófico)
En la roca la entraña se baña. ¡Porosa!.
De suspiros llena y rosa. ¡La roca!.
Sus nerviosas manos extendiendo.
Persuasivos pirueteados.
Y nada turba en el mar la brisa,
cazando a los minutos alevosos,
en la urna del misterio esquivo.
¡El eyecte ejerced!.
El embeberse enmenden.
En la ceniza desamparado,
el tiempo al olvido consume.
¡Tan pálido y perdido en el ayer!.
El desconcierto acierta en concierto.
Del ayer los sueños todos. Duermen.
Con la gracia sin igual del espejo.
¡Al ser flores de los confines!.
El enrede entretejen.
¡Enfrenen el emerger!.
La corriente besan los murmullos,
de la mísera paz dónde mueren,
y donde el anhelo se derrumba.
En la estatua desnuda descansando,
en la calma, sensual, teme al cristal.
¡Dúlcido y lento el nuevo día!.
Porque flores mañana y abrojos hoy vierte.
Al abarcar y abrasar.
Abaratan al acampar.
En tanto tenues al mutismo tejen.
¡Qué lóbrego el horizonte brilla!.
¡Cuánto color de oliva afila!.
En las pestañas conversa audaz,
una vez esmeraldas al tatuarse.
Las horas de pétalos al secarse.
¡En la orfandad del albor!.
Ese éter eleven.
El encele enerven.
¡Por dónde el precipicio escapa!.
Entre líricas palomas pródigo,
la eternidad ligera pende.
Hacia el silencio. ¡Y muriendo vive!.
En la dicha del salmón,
con el árbol iracundo.
En tanto alcanza el túnel.
Incidid, insistí.
Infringid, inscribid iris.
Al agua sin tener nada. ¡De sed!.
Y aún en la sed nadando.
Cuidando a la plaza el césped,
con la armadura y su ternura.
¡Porque dura lloviendo lancinante!.
La entereza que suma sombras.
Al virginal fulgor de los recuerdos.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
(Tanto del texto como de la imagen)
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