TORTUOSA TESTARUDEZ
Pronta a nacer la noche espera,
una inmortal estrella esquiva.
No de secas pajas enrejadas,
ni de altares, ni de libros.
No de flores pálidas y perlas,
ni de piernas, ni de panes.
¡Demacrado pandemónium!.
¡Desquiciado pulverulento!.
Es la canción de los viejos días,
la esquina azulada de grises.
Son los corceles voladores,
las últimas campanas libres.
El rico piano del fuego es,
de marfil, de agua y de viento.
¡Dilapidador prolijo!.
¡Dislocado panegírico!.
El sonido del escorpión niega,
al cuerno de la luna madura,
de moda, de piedras, de lana.
De rastros, de rostros, incautos,
de lívidos despojos, del humo.
Una vez uva de vegetal vejez.
¡Desgarbado pomposo!.
¡Displicente pedregal!.
Donde las entrañas exploran,
las nubes, las escaleras verdes,
los cuadros, los rojos insípidos.
Con la habitual caricia del zapato.
Y en el pelo mundanal mutación.
Y en la última mirada el cielo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Del texto y de la imagen