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Impertérrito Rebenque

IMPERTÉRRITO REBENQUE

De la locura el cruel vértigo hace orugas,
que desgajan al marfil cada blancura.
¡Y al otoño en vano secan!. Ahogadas.
En las penas perdidas encendidas. Hoy.
En la espantosa grandeza del indiferente.

Ven, y morirás conmigo alegre. En un canto.
Bajo las ruinas de un bostezo. Estéril.
Con el audaz frontispicio en el zapato,
en el cuerpo claro de una cadena rota.
¡Vayan las extrañas cañas al lucero esquivo!.

¡Ya la eternidad necesita un descanso!.
Y los dátiles las praderas marinas,
y la leche flores calientes ligera.
Con la espiga de fortuna ingrata,
en la brasa del azúcar por el suelo.

Las copas al aguardiente calman. ¡Sapos!.
¡Y todas las ventanas miren madrugadas!.
¡Y el dolor nevado cultive volcanes!.
Con las heridas pupilas del durazno,
en las puertas donde mueren primaveras.

Por el barro sin consuelo del pantano,
las piedras con las palomas hablan,
a los topos de la vieja encina.
Y agazapado un deseo las manos mueve.
¡No soy callado!. ¡Soy mudo y nada mudo!.

El azul de las abejas es rojo a una hormiga.
¡Y sin saberlo la tristeza escapa!.
¡Toma, el cielo es de oro y usa botas!.
Porque la ventisca es fresa grande,
del infinito donde los sueños viven.

¡Elévate, levántate!. Mira el pequeño muro.
¡Más grande es el hombre en su bajeza!.
Ya nada puede despreciar de la injusticia.
Es dueño de la impureza y la ama.
¡Sólo se arrepiente y hay perdón automático!.

El recuerdo nítido de la consciencia es neblina,
brillante, el portal del éxito arrogante.
¡Estoy muriendo sin sed!. Bello oasis.
Las paredes felicitan al escarabajo.
¡Y las estrellas expulsan cualquier culpa!.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Del texto de la imagen.

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Ardor Paralelo… (Dadaísta)

ARDOR PARALELO
((((Dadaísmo))))

Va entre los zapatos caminando con hambre
aquel sol de azúcar marina la escarcha rala
escucha el sanitario pasando de la puerta
al rodar el plato de la pared enamorado
por decirlo de alguna manera entendible
al cabello que aparta el reflejo del agua
goteando las sonrisas de prisa por el techo
donde el abanico dejó al calor pensativo.

Y ni que decir del patio que nada sabe,
ni explica de donde salió la montaña riendo
porque el árbol ya no quiere preguntarle.
Pues la sombra teme del ratón al queso verde
Ayunando al día siguiente con frío descalzo
Porque vende al último hielo tibio y triste,
nada más que tan caro, que ya no cenará
la mayor de las carpetas olvidadas al salir
con las notas de las frutas del tigre rosa
azulado por todos los rincones, corriendo
bajo la sal arrepentida del rojo que dejó.

Ardor… Bueno, no tanto, ni en la escalera
ha quedado la campana leyendo al destino
las cartas que la manzana ha secado lejos
de la cocina desempleando tenedores
por el escritorio que esconde en una caja
de los más raros, al estar barriendo rápido
con la sábana del mantel agrio del óleo,
de los amores recortados de la última novela
que llora al plátano con su leche de miel,
entre las piernas de la cama arrodillada,
en la decencia de los papeles del bote con
basura nueva y la claridad legal del huevo.

Paralelo, es quien recogía la pesada peluca
con la importancia capital de las provincias,
extendiendo sus alas sobre él, tan lejano entre
las profundas especulaciones, en el rango de
la lengua, con la catarata de los vocablos en
la cocina, fecundante de la fusión relegada
al culto funerario clandestino del círculo
con la divinidad abajo, evidentemente pobre
al entrar erecta la palabra por el cuello, y el
dolor en la cabeza del panteón primordial,
en el sarcófago tardío de la lujuria ligera, con
la fé de una leona salvaje vendiendo cuchillos
al pantano de los cocodrilos mentirosos, que
vendieron el placer de las tortugas purificado.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
(Del texto y la imagen)

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Perífrasis Balsamero

PERÍFRASIS BALSAMERO

Cercano el verano acecha escondido
entre la ventana del triste gato pardo
el prado lava el arroyo, la camisa,
entre la puerta del alegre camaleón,
y la cama descalabra el cepillo
y el polvo enmudece al anillo
y la luz anuncia el túnel
y el reloj teje al tiempo…

Clavos
Horrorizados
Por las rocas
Bañando
Al decoro
Turbado
Tinto en gotas carnales
Tierno en aguas rotas

En las rodillas de una campana gris
el sufrimiento pinta una esperanza tenso
el arco anuncia blando una espina baja
de una nube cómplice y una tarde lenta
de una luna ligera y una brisa seca
la humedad del saco del viento
la soledad del libro del silencio
en los muslos de una madrugada tierna…

Las letras
Clavan
Sus pupilas
Clementes
Acariciando
Las tinieblas
Ufanas ínsulas
Ínfula ínclita

Incesante y trémulo el terciopelo
insiste huyendo del áspero sollozo
con tres piedras entre los dedos
y dos panteones vagabundos piensan
con seis lápidas nuevas respirando
y cuatro cuartos cuentan sombras
con cinco silencios de atraso solos
¡Aromáticos, y periféricos, y patéticos!

¡Oh, presuroso circunloquio enmielado!

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
(Del texto y de la imagen)

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Crepuscular… (Experimental Filosófico)

Crepuscular…
(Experimental filosófico)

Abrigué al crepúsculo del frío.

Nadie veía más allá del cielo negro alegre. El
sol no había nacido. La sangre del silencio.

Anunciaba el camino sin regreso. Escribí, y desnudé
los hechos infernales y turbios, y las pajas polvosas
escucharon, y los ojos cerraron las puertas magras.

La última sonrisa fue, en el aire sepultada
de grietas y fango elegante, una mariposa que gritaba
su rapacería.
Despedí la ceniza del honor viejo que se aniquiló.

Entre todas las ventanas : en los vidrios masticados
ví al indefenso inerme.
Luego destejí una a una cualquier fé. En el cielo,
agitando al fanatismo. En la superficie del mar,
donde la entregué a un escualo.

En el hondo cementerio
todos huían despavoridos. Y los duelos y yo la perdimos
entre las arenas y las hienas, las rodillas y el perdón
de las lápidas gemelas. En el fondo del abismo, lejos de un laberinto
de reptiles premiados, los vivo con sus escamas
más que inmensas espinas.

El fuego era hielo
la luna maldecía las aves
del lago un esqueleto
dejó los huesos vestidos
con el suelo de sangre seca.
Al abrir los ojos… El alba ensordecía…

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Del texto y de la imagen.

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Inclemencia Tenaz

INCLEMENCIA TENAZ

En la garganta de la sed el viento alcanza,
la madera con que la primavera espera,
el rayo sombrío de la espuma incierto,
pedazo de tiempo indeleblemente rojo.

…Fasto melifluo infausto…

Asustado, el destino se ha escondido,
entre las piedras insaciables del suplicio,
entre las piernas de las puertas pardas,
acosados los cañones todo ignoran.

…Ínclitos renuentes indignos…

Embalsamando al verde la sed descansa,
entre la nada que perdura cada hora,
entre el manto triunfador de la tristeza,
engendrando ensortijada la muerte reacia.

…Escolio acoquinado infame…

Cuanto encanto el tiempo quita,
con la ingenua gracia de un acaso,
con la lengua larga de una aurora,
con la espesa espuma de un fracaso.

…Ampuloso alifafes enhebra …

Tejiendo de fiebre de luto la nieve,
tendida sembrando dormida parece,
y perece airado el reposo ausente,
y pregona claridad el yugo fértil.

…Tenaz inclemencia tenaz…

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
(Tanto del texto como de la imagen)

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