OCRE ENDRINO
El anochecer ha purpureado
por la nieve inquieta grisácea
pesadilla del agua verdosa
que en falso azulea rosácea.
Porque audaz abate a la bruma
de blancura inofensiva
con la dulzura rugosa del disimulo
adornando a las quimeras con platearse.
En la memoria enrojecida
por la mirada salada dorada
de un marmóreo canto gris
por el último bosque naranja.
Tanta tranquilidad amarilló almendrada,
en la críptica invención rojinegra,
defectuosa intratable, en la perplejidad roja
de las horas azulosamente incisivas.
¡Vaya falacia plateada!. Blancuzco desacierto,
en el camino de los años transparentes.
¡Vaya como ya amarillean los fracasos!.
En la turbidez de los puentes colgantes.
Donde el hueco serena una campana,
y purpurearán celosos los tigres,
que tejen al símbolo que están azulando.
En la luna el limón es más sincero.
Menos verde que sanguíneo.
Por la tarde agitada de un gato carmín.
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