El fin de llover es calmar la envidia del mar al ver, la tierra sobre las aguas. Algún rastro de piel aún envidia volver, a las mismas palabras. Y si puedes ver, entonces no hay que temer. El tiempo es inmortal. Mientras el mar sea mar y la lluvia sea sobre la tierra, en aquellos contados tiempos, podremos vernos eternos… por siempre.
Aun cuando se marchará la lluvia y se reconciliará el mar con la tierra. Y si los rastros de piel volvieran a rozarse, con las mismas palabras de la primera vez. Tal vez veríamos temores desvanecerse y al tiempo deteniéndose entre los dos. Probablemente seriamos, la única existencia, sin lluvia no hay mar ni tierra. La única existencia, por siempre.