Nuestro Asunto Pendiente – El Asunto Pendiente De Diana 1

En un clima frío, donde la neblina espesa poseía el lugar casi deshabitado se encontraba Diana, quien había cruzado la entrada de su casa sola pero decidida, vestía un abrigo rojo sobre vestiduras negras, se alejaba de su casa a paso lento y silencioso hacia la casa de Vicent Gotnight, un joven muchacho, al que conoció apenas unas semanas atrás y que este pese a esto, se había mostrado gentil y muy confiable.

Pero Diana, no iría a platicar de lo extraño que avanzaba el tiempo, ni los bellos paisajes que existen en lejos lugares que no conoce, tampoco de la fragilidad de la vida, porque ella iba a solo una cosa: preguntar porqué.

Aquella niña de cabello largo y negro, quien usualmente mostraba en su rostro expresiones propias de una dulce mujercita, esta vez no tenía otra, sino de seriedad y determinación. Al llegar a la puerta de un lúgubre edificio que aun se notaba su color marfil, tomo un respiro profundo antes de llamar a la puerta.

Tras unos minutos se abrió la negra puerta de metal, y apareció un alto joven de cabellos claros, delgado, de ojos grises, con una expresión el cual siempre luce apagada, como si se hubiese espumado todo apego a la vida, al mundo y a todo lo que este pudiese ofrecer. Con una voz calmada saludó a Diana.

Pero aquella jovencita, sin responder el saludo solo se quedó inmobil frente a Vicent como si estubiese esperando que algo suceda, este quien estaba seguro de obtener una respuesta, pregunto si algo susedía. Diana, quien finalmente se decidió a pronunciar algo dijo: Fuiste tú.

El joven, quien vestía ropas sencillas y algo desgastadas no por el tiempo sino por el mal uso que le hacía su dueño, se abstuvo de responder y solo mantuvo la mirada hacia la joven que la hablaba. Diana, quien parecía abandonar la calma, continuó diciendo: Tú mataste a mi familia.

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Ángeles Sin Alas

Doña Patricia inició su hospitalización sin imaginar cuánto tiempo estaría allí… su patología no era nada buena, un cáncer de mama hizo su aparición cuando 45 soldados custodiaban su vida, recuerdo el día de su ingreso, estaba en la cama 509, una señora alta, elegante, bien vestida, acompañada por su esposo y sus dos hijos, era una familia unida, se veían tan bien juntos.
Su apariencia inicialmente no era la de alguien con un diagnóstico tan agresivo, diariamente en las mañanas al momento de nuestra ronda cotidiana, la encontrábamos sentada en la cama, bañada, con ropa deportiva, maquillándose. Era muy amable al saludar. Siempre nos ofrecía frutas, gaseosa, en fin, una persona que se fue ganando el corazón de cada una de nosotras.
Cualquier día llegué a recibir turno y me encontré con la noticia de que la habían operado y que la situación avanzaba a pasos gigantescos, ya había un compromiso mayúsculo y muchos de sus órganos estaban afectados por ese huésped agresivo que se hizo paso en su cuerpo sin invitarlo. Desde aquel momento supe que nuestra querida paciente empezaría a menguar su luz hasta extinguirse, pues desde que entré en su habitación aquélla vez, vi dibujada en su faz una expresión de desesperanza y tristeza que derrumbó cualquier barrera de fortaleza que antes la acompañaba.
Si supo cómo me fue en la cirugía? Me preguntó ampliando el tamaño de sus ojos para evitar que las lágrimas se le escaparan. Si señora, respondí, pero sólo Dios sabrá cómo serán las cosas de ahora en adelante, no se ponga a darle vuelo a la imaginación. Me sonrió y apretó entre su mano una estampita de algún santo que en aquél momento no visualicé quien era.
Cada vez que yo estaba de turno era a mí a quien llamaba, iba y me buscaba al puesto de enfermería, si estaba desayunando o almorzando mis compañeras se le ofrecían para ayudarle en su necesidad, pero ella sólo quería que yo la atendiera, incluso cuando su habitación no me había sido asignada.
Es que usted es más amable. Aquí todas son muy queridas, pero usted es de mejor voluntad, no se ve molesta cuando uno la llama tantas veces, me entiende? Así una y otra vez me iba yo inscribiendo en el libro de aquélla historia y de esa manera vinculaba mi vida con la de quien de alguna manera me recordaba a esa tía que amé con el alma y aún extraño tanto, a esa Magnolia que fue una flor que dejó aroma de alegrías en mi vida y un sabor amargo cuando por una condición igual a la de doña Patricia tuvo que marcharse.
Transcurrieron los días y así se cumplió un mes de cuidados paleativos suministrados a quien era la fortaleza de un hogar y ahora se veía sumida en un mar profundo de dolencias físicas y emocionales. Su pudor le impedía asimilar que sus hijos le ayudaran a bañarse, siempre, hasta el último momento hizo esfuerzos sobre humanos para levantarse de su cama, permanecer organizada. Cuánto recuerdo el día en que sus fuerzas no le dieron para desplazarse al baño y al acudir a su llamado desde el timbre la encontramos llorando, vestida de impotencia por no haber alcanzado a levantarse cuando una deposición líquida hizo abrupta aparición. Cálmese doña Patricia, no llore por eso, aquí estamos nosotras prestas a ayudarla, no se incomode, esa es parte de nuestra labor. Ansiosa me buscó entre todas las estatuillas blanquecinas que frente a ella estábamos y se puso en pie para abrazarme, yo me quedé atónita y luego correspondí a su gesto de gratitud, también la abracé y le permití llorar y desahogarse como quizás nunca esperé que lo hiciera, jamás la imaginé así tan frágil, tan pequeña…
Finalizó aquélla jornada y fui a desearle las buenas noches, desde ese instante la dejamos con pañal para evitarle otra situación desagradable, pero para quien no ha estado acostumbrado a tantas limitaciones se hace más difícil el desenlace de lo inesperado. Que descanse doña Patricia, que Dios la bendiga, la dejo en compañía de su hijo, ya sabe que cualquier cosa llaman a las compañeras o a la jefe. Me miró con tristeza e indagó acerca de mi próximo turno, descanso 4 días porque cambié un turno para poder estar con mi hijo y salir de paseo con mi familia, pero por aquí nos volveremos a ver queriendo Dios y con una sonrisa franca me contestó: “Seguro que sí, aquí te espero mi ángel sin alas”.
Sábado en la noche, extrañamente el quinto piso en una calma que asombraba, las camas de la habitación 509 vacías, mi expresión aunque silenciosa habló por sí sola. ¡Tranquila!, expresó una de mis compañeras, a doña Sandra le dieron de alta y doña Patricia está en la 503, la trasladaron desde ayer porque el lavamanos está malo y se inundó. Ha preguntado todo el día si tú venías hoy, si no cambiaste el turno, y lo peor es que no está entre tus asignados, pero está súper bien, muy recuperada. Bueno igual no importa, como equipo tenemos que ver con todos los pacientes, respondí y me desplacé a saludarlos. Cuando entré a la habitación pude verla tan diferente, transmitía una paz, algo tan bonito. Me alegró mucho percibirla en armoniosa energía, me acerqué, le di un abrazo y le manifesté mi gozo por verla tan bien. Estaba con el cabello recogido, maquillada, vestida con una pijama que le daba un toque de luminosidad y frescura, tomó mis manos y me dijo:”Te estaba esperando mi ángel sin alas” sólo gratitud guardo contigo, con ustedes, de verdad que es una labor tan bonita…
Estando en el cuarto de preparación de medicamentos, escucho gritos desgarradores, todas salimos de nuestros lugares y vimos a uno de los hijos de doña Patricia corriendo hacia nosotros. ¡Mi mamá, mi mamá! Entramos rápidamente en la habitación y la vimos a ella reposando en su cama, tan bonita y como era de esperarse previa voluntad de su familia, aquélla noche de Sábado no activamos el código azúl.

Alina Angel Torres

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En Compañía De Flores, Olvidos Y Sueños

Era un lugar precioso, en una ubicación muy conveniente, rodeada de áreas verdes y en uno de los barrios con más historia del país . la nostalgia  por no tener a quien  de querer  en esta vida aprovecharían el momento en que me encontraba  sacando las cuentas y facturas de un negocio para deslizar alrededor de mi cuello sus manos frías , una   taza de café a medio llenar  me auxilia .para ganarle al sueño al menos … y me  hace recordar para escribir  poemas en mi cuaderno..  mil  poemas ya son colocados en el  y aun  escribo  sin perder fuerza lo normal es que siga..  una mirada cae al suelo y la hora  marca las * 2 am *  como preguntando ?¿que haces que no la olvidas ?¿.

  1. Un poco tarde vuelvo a mi cuaderno y me doy cuenta que todo lo escrito tiene algo en común todos se basan en una compañía , en alguien , ( en su compañía para ser mas sincero ) y en un café que el significado de » fin» no parece conocerlo  . claro es lógico estando a su lado  olvido la vomitiva realidad..   para mi es soluciones a todo es brillante  en ella no hay igualdad *lo bella que es esa persona ni  la noche  la podrá superar.. por que yo lo declaro así como la mejor  aun en ausencias de colores , las flores sentirán envidia por que la verdad es que solo a ella quiero mirar *  me levanto.. es hora de despedirme del tiempo  y el cielo que me acompaño hacé rato .. la ventana  me da el permiso de ver  el mas bonito brillo de un asfalto mojado… que pide en silencio que caiga este cuerpo cansado por que también sabe que esta persona  y yo estamos alejados .. pero no un mensaje llega y si es ella !!!!! la ansiedad se aleja  al instante en que me confirma que  en las buenas y malas va a estar  , el corazón me ha de temblar… y no dudo en decirle que es fenomenal  poco a poco siendo felicidad con el mas alto nivel de intensidad  .   mis disculpas ofrezco dejare de escribir esta historia corta..  para sus huellas difusas al menos soñar  y En compañía de flores, olvidos y sueños estar  .. o a ese asfalto complacer y no dejarlo a solas ..

    juan carlos duarte cruz
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LAS PALOMAS Y EL HALCON

A las afueras de un pueblo hay un antiguo molino abandonado, donde viven muchas palomas, cada primavera las jóvenes palomas se preparan para encontrar pareja.

Este año un joven palomo llamado Steef, se prepara para conquistar a su amada llamada Luli.

A medio día, todos los palomos están listos para cortejar, los machos vuelan dando vueltas y piruetas para llamar la atención de las hembras, mientras que ellas se pasean coquetas.

Steef es el que más se esfuerza dando giros, vueltas y piruetas enfrente de Luli.

Luli observa a Steef. Él deja de volar para hablar con Luli.

—Hola Luli, eres la paloma más hermosa de todas, me harías el palomo más feliz sí aceptas ser mi compañera.

Luli acepta y ambos vuelan sincronizados por todo el molino.

Más tarde todos están con sus respectivas parejas.

De pronto, por el destruido techo, entra un halcón. Todas las palomas empiezan a volar, tratando de huir, el halcón mira hacia donde están Steef y Luli y los ataca. Steef y Luli vuelan para huir. Pero el halcón es más rápido y está a punto de atrapar a Luli.

Steef se percata de la situación he interviene dándole de picotazos al halcón, el halcón le da un aletazo a Steef, lo avienta, se golpea contra la pared y cae desmayado.

El halcón aprovecha la situación y atrapa a Luli con sus garras y se la lleva volando mientras Luli pide ayuda.

—¡Auxilio! ¡qué alguien me ayude!

Pero los demás palomos están demasiado asustados.

Momentos después Steef despierta y busca a Luli.

—¡Luli! ¡Luli! ¿donde estas?

 Un palomo se le acerca a Steef.

—Lo siento Steef, se la llevó el halcón.

—¡Por favor! ¡ayúdenme a rescatar a Luli! —dice Steef.

Pero todos se quedan callados, Steef insiste.

—¡Piensen! sí no hacemos algo ahora, mañana el halcón volverá y se llevará a alguien más y así será todos los días, además recuerden que Luli es amiga de todos y ella no abandonaría a nadie.

Después de unos segundos de silencio un palomo habla.

—¡Steef tiene razón! ¡vamos a salvar a Luli y a librarnos de ese halcón!

—¡Si, vamos! —dicen los palomos.

Todos los palomos agarran con sus patas piedras y palos, y se van en la dirección que tomo el halcón.

Mientras tanto el halcón había llevado a Luli arriba de un árbol.

—¿Qué vas hacer conmigo? —pregunta Luli.

—Ja ja, te voy a comer.

Después de algunos minutos, los palomos ven el árbol donde se encuentran el halcón y Luli.

—Ahí están, vamos —dice Steef.

El halcón está a punto de atacar a Luli, pero en ese instante los palomos empiezan a tirarle las piedras y palos, el halcón ataca a los palomos.

Steef aprovecha y se acerca Luli.

—¡Luli! ¡vámonos de aquí!

—¡Steef! ¡sabía que vendrías por mí!

Steef y Luli se van volando, pero el halcón los ve y los persigue.

—Steef, Luli cuidado con el halcón —grita un palomo.

El halcón sigue a Steef y a Luli. Steef ataca al halcón picándole un ojo.

—¡Escapa Luli! —grita Steef.

—Arg, me las vas a pagar —dice el halcón.

Steef vuela lo más rápido que puede, seguido por el halcón. Cuando el halcón esta a punto de atraparlo, Steef da un giro hacia la izquierda.

Por la velocidad que lleva, el halcón no puede seguir a Steef y se estrella contra un árbol quedando inconsciente.

Steef, Luli y los demás palomos regresan al molino, y el halcón no vuelve a atacarlos.

                                   FIN

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