El sueño se me espanta en parvadas como pájaros,
Que en mis entrañas graznan canciones de amores prohibidos, lejanos y sutiles
Junto a mí insomnio veo el rostro de una mujer sin nombre, (o cuyo nombre no recuerdo) y ya no importa… Porque siempre es la misma,
La que me busca, se aparta, luego duerme…y en el letargo se desaparece
Su piel de alabastro roza nuevamente mis entrañas, y los pájaros gritan, la buscan, como la buscan mis manos dentro del sueño que no llega
Y sigue ahí su cuerpo, fantasmal, impávido y sereno, atravesado en mi memoria (como la rama seca de un otoño sin follaje).
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