Caminaba por las calles de esta ciudad de manera desconcentrada y sin darme cuenta de mi alrededor, tal vez por eso creí verte parada frente a mí, a unos 8 metros de distancia, estabas con una chaqueta roja y un vestido azul, tu cabello era lacio y me mirabas con una gran sonrisa y los ojos brillosos.
Yo estaba con una chaqueta azul, un pantalón beige y unas zapatillas negras. Nuestras ropas no eran tan iguales, pero eso no nos importaba.
Fui corriendo dónde ti, no quería perder el tiempo, quería estar contigo y tú me esperabas, bajo la luz de aquel poste. Todo se tornaba oscuro pero los dos nos encargamos de darle color a ese momento.
– Mardy, no sabes cuanto tiempo te esperé- Te dije mientras sentía como tus brazos rodeaban mi cuello.
No quería soltarte, quería que el tiempo se detuviera, al fin estaba contigo.
– ¿No sabes cuantas ganas tenía de hacer esto? – y en verdad, no creo que lo sepas..
Y, te juro que quería seguir diciéndote varias cosas, pero me callaste de la forma mas hermosa que conozco, me mandaste a callar con un beso, pero este fue distinto, un tipo de beso que nunca sentí. Tal vez me sentí extraño porque no besaba a cualquier chica, besaba a la chica que amo tanto.
Solo me limité a cerrar los ojos, tomarte de la cintura, apegarte a mi y dejarme llevar por el viaje que me generaba tus labios. Esto era la mejor droga, era mi mejor viaje. Y no quiero que acabe ….
Pero, entonces abrí los ojos y no estabas tú, no había nadie, todo estaba negro, todo fue un sueño. Una vez mas golpeé la maldita almohada y me limpie una que otra lágrima. No estabas aquí y tal vez, tampoco lo estés.
Anthony Kenneth.
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