Archivo de la categoría: Cuentos

La Máscara De La Muerte

Soy la máscara de la muerte, madre de la intolerancia, amargura, enojo, rencor y agresión. Me presento con varios nombres y pieles, actúo en la sombra de la noche y a cualquier hora del día. Domino las palabras y el arte de la guerra, soy caos del caos y lluvia ácida a quien bebe de mí. Aferrada a los padres y a los hijos paso de una generación a otra; me combaten, flaqueo, caigo, pero nunca muero. ¡Es que no conocen el secreto de mi muerte! Poseo el brazo que se levanta para pegar a la niña, a la mujer, al débil que no me enfrenta; inspiro terror y gobierno por el miedo.
Nací en el principio y acompaño a los hombres desde su origen, sé sus debilidades: conozco que soy fuerte en la arrogancia y la prepotencia. ¡Necios los hombres que me alimentan! ¡Consumo sus entrañas! Vengo pequeña, envuelta en pañales de episodios esporádicos. Una vez alojada en el interior, crezco hasta hacerme gigante; luego cambio la apariencia de quien me lleva por dentro: desorbito sus ojos y los exploto de sangre, hago crecer los dientes como colmillos de hiena, convierto la voz en hálito de dragón, vuelvo las orejas como lobo rapaz, transformo cada brazo en tentáculos con garras, y pongo pezuñas en sus pies. Por último, inyecto en las venas el odio de los siglos dándoles a beber de tradiciones insípidas.
¡Me río! Estoy oculta en el lápiz del juez, del abogado, firmo convenios y tratados que sello con mi hediondez. Domino naciones enteras, ante mí sucumben presidentes, líderes, artistas, ministros, pueblos. ¡Gozo, bailo, disfruto!, un puño ensangrentado sobre la boca herida, el verbo asesino de viperinas lenguas, los ojos retorcidos en franco desprecio.
¡Soy ama, señora, dueña! Tengo esclavos por millones que sirven fielmente, humillados, presos en barrotes invisibles: los pisoteo y torturo y trato como excremento. Abro la puerta del suicidio y me apetece ver las sogas en el cuello y las arterias cortadas y el veneno lento. ¡Maravillosa forma de enfrentarme y huir!
¡Escucha y sigue mi consejo! Ignórame si eres de los pocos privilegiados que no han sufrido mi cólera. Ignora invitar a mis enemigos: el amor, la compasión y el valor. Ignora los ojos que lloran. Ignora los moretones. Ignora el grito de angustia. Ignora la soledad. ¡Ignora el infierno de quienes me pertenecen! Ignora el clamor de guerra que el siglo levanta contra mí ¡Prohíbo que escribas quien soy! Prohíbo que tomes fotos que me describan. Prohíbo que compongas melodías incitadoras de cambios ¡Prohíbo que publiques noticias de mis actos!
Sé inteligente, si no te agrado, ten paciencia y espera a que otro haga algo, ¡tú no hagas nada! Deja a las organizaciones combatirme, que la vida siga su curso. ¿Por qué vas a ensuciar tus limpias manos defendiendo un montón de cobardes? ¡No¡ ¡no!, no abandones el cómodo sillón, descansa.
Guardo un secreto bien protegido: si llegaran a levantarse contra mí, me volvería débil y enfermiza, una plaga en extinción. Pero he sido inteligente, amenazo la boca que denuncia y habla en mi contra, suelto carcajadas atemorizantes que hacen más bulla de lo que soy. Entonces logro mi cometido: un sangriento y horrible y sucio y vil y sepulcral y putrefacto y asqueroso y desgarrador, silencio.
¡Ah!, despreocúpate si dicen que al no actuar en mi contra me apoyas, no creas eso, solo responde: «no me entrometo en la vida de otros». Tampoco creas que mañana la víctima que destrozaré puede ser tu hijo o hija, tu hermana, tu amigo. ¡Mienten con la verdad! Te juro que tú y los tuyos serán intocables. ¡Lo juro por el nombre de Hitler, de Mussolini, de Stalin! ¡Lo juro en estos días por el Estado Islámico!

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Al Otro Lado

-Rabí, ¿Qué es la muerte?
El rabí miró al niño que caminaba temblando a su lado. Posó su mano sobre la cabeza del chico, cerró los ojos y aspiró profundamente.
El aire helado olía a barro y ceniza, a herrumbre y pólvora, a podredumbre. Aspiró de nuevo, en busca de algún olor que no fuese el de la muerte o el miedo.
Nada. Tan solo, desesperación.
El rabí abrió los ojos, y su mirada se posó en los números tatuados en sus brazos. Volvió la cabeza al instante; no quería que el chico le viera llorar.
Entonces, lo vio: un gorrión yacía muerto entre las flores, al otro lado de la alambrada. Y, comprendió.
-¿Que que es la muerte, me preguntas?. Para nosotros, la libertad.
Una pesada bota negra los empujó hacia su nuevo destino.

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1945

Aquel día de verano de 1945 todo había acabado. Tan solo nos quedaba una carta. Una carta que decía:
“Escapa conmigo hacia el inmenso Universo. Los sueños nos hechizaran. Escapa conmigo y podrás volar por el inmenso mar. Escapa conmigo y todo el mundo estará a nuestros pies”.
No estabas tú. No estaba yo. No había nada excepto esta carta. Esta carta nacida de tu último aliento. Esta carta engendrada por nuestro eterno amor. Esta carta que siempre vivirá en nuestros inertes cuerpos.

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El Mar Profundo(Parte 1)

Estábamos los 2 al borde del acantilado. El no decía ni una palabra. Yo solo podía sentir su mano fría y el abrigo que cubría mis huesos.

No se que podria llegar a sentir por el porque no queria saberlo. Solamente era alguien que podria haber tenido alguna ligereza de pensamiento. Peor que eso. Solamente un presentimiento. Y no siempre los presentimientos son certeros.

Estabamos los 2 entre las rocas.

Eduardo me movio la cabeza. Eduardo me movio los ojos. Me destruyò el alma a base de garrotazos muy bien dirigidos. Nada sutil el chico.Nada sutil. Y eso es lo que màs me impresionaba. Cómo podria albergar una cara tan dulce semejante dote de salvajismo innato.

 

No lo podria llegar a saber jamàs porque nunca le pregunte el origen de semejante genio. Tal vez todo estaba en su pasado. Tampoco queria dejarme atrapar por su magnetismo. Era lo unico que podria utilizar contra mi. Y si se me derribaba todo alrededor, podria haberme enredado entre sus brazos. Pero no fue así ahora podia tenerlo frente a mi y no sentir nada, tan solo su mano frìa. Apretandome.

Ya no queria decirle màs cosas.

Todo lo que habia dicho era màs que suficiente para que se diera por enterado de sus majestuosas hazañas y del desgarrador descubrimiento que habia hecho yo aquella tarde.

No podria haber psado nada entre nosotros jamàs y nunca senti tanto alivio de descubrirlo.

También dolor, pero solo el dolor de ilusiones perdidas.

Tambien el hecho que nos encontraramos fue totalmente fortuito. Yo podria haber dicho que era el destino, pude haber pensado miles de cosas solo para hacerme a la idea de un mundo irreal.

Es como desear algo irreal. Porque con lo real no estas conforme, asi de simple.

 

La arena no estaba tan fria como mi corazòn esta tarde. La brisa marina me rodea pero es casi intrascendente como si pudiese creer en ilusiones que ya no se harian realidad ni con un milagro.

Eduardo me cogio las manos. No habiamos sido amantes. No habiamos sido nada.

El queria seguir conmigo y yo simplemente queria alejarme de esas manos, de esos brazos de esa mirada. Porque ya no la queria conmigo. No queria sentir que el pensaba en mi.

Felices momentos juntos y nada màs.

El no podia ser nada mio ni yo nada suyo. Asi de simple y se lo hice saber.

 

-Alex- me dijo irreal, irregular. Imaginario: -¿Por que ya no?

-Porque estas basandote en una mentira. Yo no voy a jugar en ella ni con ella. No voy a ser la fachada para tu noviecita ni para que puedas tener tu futuro perfecto. Simple y llanamente me cansè de ser la sombra de tu vida. Solamente a quien ves furtivamente.Ni siquiera hemos vivido algo y ahora no se por que te aferras a mi.

 

Lo curioso, es que durante todo ese tiempo, habia sido yo quien se habia aferrado a el con mas fuerza y ganas que el a mí. Y ahora que se invertian los papeles, esa dote de poder me era extraña. Creo que senti una especie de fuerza «vengadora». Pero no tanto como el resentimiento que se apodero de mi entre los acantilados de Magdalena.

-Alex…

-Dejame tranquilo.

-Por favor no tiene por que ser asi…

-Dame una opcion, porque la verdad no veo una que realmente me haga pensar que tengo un camino màs que el que yo mismo me he señalado.

-Acuerdate de todos los dias , meses , años que hemos pasado juntos…

-Tenemos 23 y 30 años. Yo soy tu alumno de filosofia. Eras mi maestro de la facultad. ¿Quieres que te de màs explicación?

 

La orilla del acantilado se me hacia màs atractiva, pero a Eduardo solo le cabia dentro de si la desesperacion de un posible amante que se va, de un discipulo que lo abandona, sabiendo a ciencia cierta que ha descubierto lo banal, inseguro y chapucero que es.

(Continuará)

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Caracas.

Para una ciudad en ruinas desde un ente roto:

Caracas, los hijos de Eva
han cortado tus afluentes verdes
quedan pocas zonas de
expresión por lo que conté
bajo el asfalto y edificios
subyace tu esencia
un Edén para el sonido
que delata tu ausencia
sobrevives en las paginas
de los diarios de ayer pues…
siempre existirá esa nostalgia
de lo que alguna vez fue.
http://poesiaenvnzla.blogspot.com/
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