Archivo de la categoría: Poemas

Solitud Insólita

SOLITUD INSÓLITA

Manjares fáciles sueñan rústicos
hogares en su ausencia persistentes
más que la pizarra mármol fino
con las ruinas de largo suspiro
con la salida que encierra
al jaspe y carbón un mismo vaso.

La música
celeste
nada es
sin
terrestre
oyente.

La apasionada nieve anonadada queda
con la muerte adormecida en brazos
que marchitan al olvido caricias
que amorosos colosos arredran
circundando corrientes balidos
en bólidos astros retorcidos.

Aún
sin
entenderse
se
comprende
al sentir.

Con trémulas esferas y pompa
mudanzas y ternura agonizando
por el infausto gozo cuando crece
rico el firmamento
y estrellas mutantes
con los susurros que mecen.

Aprender
lo posible
es imposible
si no
se
quiere.

Por reverberar nacarado
cada esplendente descaro
cada resplandeciente hueco
cada abismo sonriendo
dónde el eco al éter va dejando
Sólo soledades solas…

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
Tanto del texto como de la imagen.

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2. El Café. (Poesía Urbana)

 

Ella nunca regreso a nuestra

plaza, me preocupa mucho

el rumbo que pudo haber

tomado el ánimo de sus pies.

 

En este café la hice sonreír

la primera vez y, en aquel

instante, me quebré

hasta lo más profundo.

 

Este nunca fue su lugar

preferido, nunca le gusto

el café, solo me miraba

en silencio.

 

Me dejaba hablar como

un loco, de cualquier cosa

que no tuviera sentido. Ella

podía ver lo secreto y lo profundo

[de mi alma].

 

¿Dónde estás Marianna?

No me condenes a este

afán insano de buscarte

en cada sombra.

 

Soñar despierto contigo

todo el tiempo, empieza

a dolerme más de lo

saludable.

 

Te espero en el lugar de siempre…

 

MARIN.

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1. La Plaza. (Poesía Urbana)

Nos conocimos en esta plaza, sin falta, cada día

nuestras miradas jugaban a esquivar la gente entre

nosotros, buscándose, seduciéndose, abrazándose

bajo el anonimato de nuestras voces. No fue

una casualidad habernos encontrado, cuando

estas perdido lo natural no es otra cosa

diferente al olvido. Ella venia escapando

de no sé qué, desde no sé dónde y traía una

chaquetilla de mezclilla que no bastaba

para abrigar tantas penas, y yo, bueno yo solo

no tenía otro lugar a donde ir, nadie podía recordarme

desde que olvide mi alma en alguna banca de la estación

de autobuses.

 

Marianna, no he faltado un solo día a esta cita

nuestra, sin excusa busco tus ojos atrás de cada

forma humana que me transita, borrosa y extraña. Todas

estas gentes, yo mismo, toda esta plaza con el resto

del mundo estamos vacíos desde aquel día, no recuerdo

ya cual fue, solo recuerdo tu ausencia, tus manos

invisibles alejándose de mí. Te extraño tanto, cada

uno de mis rincones te extraña, la vida entera que construí

para los retazos de tu pecho te extraña. No olvides que sueño

despierto contigo todo el tiempo y esta plaza

ahora parece tan grande, yo no tenía a donde ir

antes de ti, Marianna, tu siempre serás mi lugar favorito.

MARIN.

 

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Crepuscular… (Experimental Filosófico)

Crepuscular…
(Experimental filosófico)

Abrigué al crepúsculo del frío.

Nadie veía más allá del cielo negro alegre. El
sol no había nacido. La sangre del silencio.

Anunciaba el camino sin regreso. Escribí, y desnudé
los hechos infernales y turbios, y las pajas polvosas
escucharon, y los ojos cerraron las puertas magras.

La última sonrisa fue, en el aire sepultada
de grietas y fango elegante, una mariposa que gritaba
su rapacería.
Despedí la ceniza del honor viejo que se aniquiló.

Entre todas las ventanas : en los vidrios masticados
ví al indefenso inerme.
Luego destejí una a una cualquier fé. En el cielo,
agitando al fanatismo. En la superficie del mar,
donde la entregué a un escualo.

En el hondo cementerio
todos huían despavoridos. Y los duelos y yo la perdimos
entre las arenas y las hienas, las rodillas y el perdón
de las lápidas gemelas. En el fondo del abismo, lejos de un laberinto
de reptiles premiados, los vivo con sus escamas
más que inmensas espinas.

El fuego era hielo
la luna maldecía las aves
del lago un esqueleto
dejó los huesos vestidos
con el suelo de sangre seca.
Al abrir los ojos… El alba ensordecía…

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Del texto y de la imagen.

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Retrato

Quizá no sea la pregunta por la que comenzar,
Aquella conjugación de incertidumbre y soledad marchita los aposentos del presente, derrumba su puerta e incendia sus cosechas,

Desnudando sus huellas y descifrando sus pensamientos, a través del iris, cóncavo, en el que reposan huracanes de sed con dientes, jadeantes anonadados frente al silencio, mortal y lúgubre,

Hará falta palas y sollozos para cavar entre lo más profundo de tus ojos,

Velas y cigarros para entrar en tu virginidad campante, en lo
más alto de tu cueva, humedad, frenesí, agitación, aliento, aquel listado de barreras se desnuda frente a semejante belleza,

Me convierto en hueso y sangre, serpenteando las dunas del hastío, buscando mi manzana, mi Eva, esperando contemplar a su Adán colgado, convertido en alquitrán, cubierto de rosas y lágrimas, para volver a enterrarlo con sus manos por fuera,  clavándolas en su lápida, pidiendo misericordia,

Aquel pasado ostentoso ha sido entibiado, resucitado para demostrar que las tumbas que descansan en nuestra frente pueden ser abolidas y saqueadas de nuestros sueños,
rezándolas por las noches para olvidarlas por la vida,

Es la única manera en que nos mantenemos vivos sin ser
devorados por el abrumador recorrido que nuestros pies dieron hacía siglos, así podemos volver a amar y odiar sin
remordimiento, porque si un alma siente un ardor dentro de su atmósfera, deberá lavarla con fuego y cicatrizarla con alcohol, para que pueda seguir respirando y viviendo en el presente….

Si aquel pentagrama de sentimientos pudiese crear una sinfonía para mi orquesta, no haría falta director ni mucho menos libreto,

Tus liras y mis contrabajos absorberían el frenesí del mundo y confabularíamos para sabotear al destino,

Con tus piernas y mis manos moldearíamos la perfección, la estética y el arte serán nuestros ángeles,

Flotaríamos entre nenúfares y reposaríamos sobre acacias y el
mundo, nuestro mundo, flamearía encima de la pobreza, el hambre, la guerra y la muerte, no existiría un final, mucho menos tristeza,

Pero mientras el presente nos irrumpa en aquella travesía, mil camellos desfilarán sobre tus senos,

Las aves vislumbrarán tus cañaverales y reposarán en tus cascadas de éxtasis,

Mientras que ballenas flotarán por sobre tus cordilleras, peligrosas, dispuestas a matar a cualquier extraño que se atreva a clavarte su estaca entre tus rocas,

Y entre telones nubes como porcelanas bañadas de ágata con un cielo rosado apreciarán tu libertad, y tu sonrisa dará paso a la noche, tan frágil que caerá rendida a tus pies,

Me hará falta una cabalgata de panales para saborearte a complexión, y el océano para enfriar mi sintaxis que se
quebrantará ante tu majestuosidad lingüística, única e imposible de imitar,

Me convertiré en aquel pobre escribano que con mis dedos
trazaré líneas divisorias entre tus manos, para luego graficarlas
en mis pensamientos y evaporarlas en mi cuerpo, de hueso y sangre,

Serás mi jardinera, la cual me echará cal para convertirme en humano, podarás mis pensamientos y plantarás sobre mi cien mil violetas y girasoles para que se alimenten con tus ojos y nunca se olviden de ti, martillarás sobre mis labios tu nombre y tu recuerdo se crucificará en mi pecho, soportando pesares e inundaciones,

Pero mientras el presente se convierta en pasado y el futuro mismo espere al presente solo me basta retratarte en cien mil un árboles, dibujarte en cien mil un nubes y besarte en un par de labios.

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