Archivo de la categoría: Poemas

Tortuosa Testarudez

TORTUOSA TESTARUDEZ

Pronta a nacer la noche espera,
una inmortal estrella esquiva.
No de secas pajas enrejadas,
ni de altares, ni de libros.
No de flores pálidas y perlas,
ni de piernas, ni de panes.

¡Demacrado pandemónium!.
¡Desquiciado pulverulento!.

Es la canción de los viejos días,
la esquina azulada de grises.
Son los corceles voladores,
las últimas campanas libres.
El rico piano del fuego es,
de marfil, de agua y de viento.

¡Dilapidador prolijo!.
¡Dislocado panegírico!.

El sonido del escorpión niega,
al cuerno de la luna madura,
de moda, de piedras, de lana.
De rastros, de rostros, incautos,
de lívidos despojos, del humo.
Una vez uva de vegetal vejez.

¡Desgarbado pomposo!.
¡Displicente pedregal!.

Donde las entrañas exploran,
las nubes, las escaleras verdes,
los cuadros, los rojos insípidos.
Con la habitual caricia del zapato.
Y en el pelo mundanal mutación.
Y en la última mirada el cielo.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Del texto y de la imagen

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Apodíctica Merma

APODÍCTICA MERMA

En el teclado un espejo se ha peinado,
las pupilas fugitivas en un silbido,
tan oval como cautivos los cristales,
su recompensa recibido habrán, dicen.

Porque en vano el aire sembró lo mismo,
con la brisa de la noche en una mano,
de las flores sosegadas sin atavío,
solas, recatadas, en la cúpula del frío.

No preguntes… Solo he visto poco,
y de ello, los últimos huecos del aire,
dicen vestir al silencio hecho ojos,
y con alfileres devorar las noches.

Ahí, las mariposas están furiosas,
aunque ningún volcán se ha descuidado,
ni aún la penumbra, se angustia,
tanto como las ventanas han creído.

Más allá, las cuevas se arrodillan,
se destruyen los números del río,
los rumores cubren los ascensores,
y las avispas imitan los caimanes.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez

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Andrómina

ANDRÓMINA

Encadenado por el viejo eco,
entre aquellas agujas que se ocultan,
y desayunan en el bosque cada nube,
dormiré sin calcetines un sombrero.

Donde caminan los cuadros ebrios,
con los últimos otoños tristes.

Donde los libros leen sin lentes,
con las sillas sembrando pantanos.

Donde ninguna alegría teje hielo,
con el agua tímida del vidrio.

Lo sabía, lo sabía.
El carbón de la escalera.
¡Y no dijo nada!. Tampoco la escarcha,
ni el corcho de la lluvia de viento,
con la mejilla en un simple grito.

Y eso fue todo… Camina y escribe,
con la sangre del tiempo. ¡Luz!.
Los hilos de la noche nada saben.
Por eso el techo tiene pena,
y la pana pierde al pan del circo.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez

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El Loco De La Calle Vieytes

El loco de la calle Vieytes nadaba en su pileta,

mientras una avispa bailaba en su panal,

eran las tres de la tarde,

el cielo estaba azul,

el sol estaba tan fuerte

y quemaba la espalda del loco de la calle Vieytes.

II

Eran las cuatro de la tarde,

el loco salió a caminar,

una lluvia de mariposas se posó en su hombro,

una lluvia de golondrinas se posó en su cabeza,

para tomar sol,

acariciarlo

y descansar un rato.

III

Eran las seis de la tarde,

el loco volvió a su hogar,

muerto de calor

y harto de tanto deambular por la costa

donde flechó su mirada

con la ternura de una muchacha,

para reposar se refugió en la poesía,

cautivando el alma con versos

de Artaud, Baudelaire, Borges, Eluard,

Neruda y Gelman.

IV

Eran las once de la noche,

el loco subió a su cuarto,

se sacó la ropa,

apagó la luz,

se acurrucó en la cama,

cerró los ojos

y a los pocos minutos estaba ahogado en un mar de sueños.

V

Eran las ocho menos cinco de la mañana,

el loco despertó contento,

porque lo esperaba un nuevo día,

largo y radiante.

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Ternuras De La Luna


Hojas de la luna deambulan por el cielo,

transformando en un árbol la noche.

Anhelo que esas hojas vuelen hacia este jardín

y arañen las flores

y luego de mi primer bostezo,

ir con ellas a dormir

o esconderlas debajo de la almohada

para tejer en mis sueños ternuras de la luna.

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