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Una Vez Al Mes Odio Ser Mujer

¡Una vez al mes odio ser mujer,

Odio que mi matriz decida ser madre y se enoje si no estoy de acuerdo,

Odio derramar sangre sin haber luchado,

Odio sentir dolor sin haberme herido,

Odio sentir tristeza sin conocer la razón,

Pero lo que más odio es saber que esto ocurrirá de nuevo el otro mes.

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ÚLTIMO OTOÑO En PARÍS (Un Relato De Crónicas Sombrías).

Lydia había llegado a París apenas tres meses antes de abrir por última vez aquella puerta. El viaje había sido un regalo de su padre, el día de su vigesimoctavo cumpleaños. El hombre, siempre sensible a lo que sufría su única hija, sabía que desde hacía tiempo ella se sentía infeliz, perdida en su acomodada vida; sin pareja, ni perspectivas claras, parecía a punto de desmoronarse de nuevo.
Hacía menos de un año que había salido de la clínica de rehabilitación, y volvía a parecer tan perdida como antes. Así que se le ocurrió regalarle un pequeño viaje a la romántica ciudad de París; donde sabía que ella siempre había querido ir. Fue incapaz de encontrar una sola amiga que quisiera acompañarla (su círculo social se había ido estrechando cada vez más en los últimos años, distanciándola su carácter huraño de las que habían sido sus amistades de juventud). Su mujer había muerto dos décadas atrás, y él no podía alejarse dos días seguidos de la dirección de su empresa sin sentir que todo se desmoronaría en su ausencia; así que decidió enviarla sola. Pensándolo dos veces, llegó a la conclusión de que seguramente le sentaría bien; de todas formas, Lydia siempre había sido una chica muy independiente, a pesar de sus problemas.
Cuando el avión aterrizó en París, Lydia estaba completamente aterrorizada; no por el vuelo, sino por la perspectiva de pasar dos semanas en París completamente sola, alejada de su casa, de su habitación, de la seguridad de su mundo de aislamiento autoimpuesto. Pero un segundo después de que el taxista la dejara en la puerta del pequeño y hotel, en el bohemio barrio de Montparnasse, su actitud cambió por completo. Cuando charló con el recepcionista notó una seguridad que no recordaba haber tenido nunca; y cuando entró en la pequeña pero coqueta habitación, y sintió que aquel lugar realmente le pertenecía, notó una oleada de calma que la inundaba.
Pasó un par de horas tumbada sobre el mullido colchón de su cama, sumergida en las páginas de una ligera novela romántica que había comprado en un quiosco del Aeropuerto de Barajas. A las seis de la tarde decidió bajar a cenar al comedor del hotel, y una hora después paseaba por las estrechas calles de Montparnasse sin dedicar un segundo a pensar en sus pasados problemas, concentrada únicamente en disfrutar del musical taconeo de sus zapatos Gucci sobre los adoquines y del refrescante ambiente de media tarde.
Caminó sin rumbo durante más de una hora, deteniéndose de vez en cuando frente a algún escaparate, sin decidirse a entrar en ninguna tienda. Sentía que su único objetivo, de ahora en adelante, debía ser caminar por aquellas calles que sentía tan suyas como la habitación del hotel, embebiendo ese aroma de cultura que parecía flotar a su alrededor; hasta que llegó a la librería.
Se trataba de un sencillo escaparate, formado por una docena de pequeñas y relucientes ventanas de vidrio esmerilado que hacían prácticamente imposible distinguir el interior. Tuvo que alzar la mirada para distinguir el nombre del local: Ciudad Oníria, informaban unas enormes letras talladas en una madera ligeramente más oscura que la del escaparate. Bajo estas letras aparecía un prometedor mensaje, en letras mucho más pequeñas y talladas también en madera: “Hacemos sus sueños realidad”.
Esta vez fue incapaz de resistirse. Abrió y entró con decisión, y la inundó una nueva sensación de paz cuando escuchó el suave tintineo de los adornos metálicos que colgaban sobre la puerta.
Se trataba de un local realmente pequeño (mucho más pequeño de lo que había esperado), y por eso mucho más acogedor para ella. Descubrió un par de estanterías junto a la pared derecha y una junto a la pared izquierda, las tres saturadas de libros de todos los tamaños y temáticas (no parecía haber ninguna clase de orden en ello). No había más clientes en la pequeña tienda, así que revolvió (pausadamente) entre los libros durante unos minutos, sintiéndose también dueña de aquel lugar; y después decidió prestar atención al pequeño mostrador del fondo. Tras el mostrador se encontró con el librero (un personaje que enseguida le gustó). Se trataba de un hombre menudo y delgado, que debía estar a punto de alcanzar la temida crisis de los cuarenta, y que la observaba en silencio. Vestía unos pantalones oscuros de tergal arrugado, una camisa blanca (que parecía aún más arrugada) y un chaleco de terciopelo azul. Sobre el puente de su aguileña nariz (que a Lydia le pareció extrañamente atractiva) descansaban unas gafas de fina montura metálica.
—¡Bonsoir, mademoiselle! —Dijo. Y continuó en un castellano con profundo acento francés—. ¿En que puedo servirla? ¿Busca algo en concreto, o prefiere que la sorprenda?
Y le alcanzó una pequeña novela en rústica que sacó de la parte baja del mostrador. Le explicó que se trataba de un pequeño préstamo, con la condición de que regresara cuando la hubiese leído, y comentara con él qué le había parecido.
Descubrió agradablemente que era una novela romántica, ambientada en el barrio de Montparnasse a mediados del siglo dieciocho. Lydia la devoró en un día y regresó a la pequeña librería. Charlaron durante horas sobre las motivaciones de la protagonista de la novela y del triste final (cosa que había decepcionado y emocionado a partes iguales a Lydia).
El encantador librero le prestó una nueva novela (le aseguró que se trataba de una historia algo más profunda que la anterior) y se despidieron de nuevo.
Cuando Lydia caminaba de regreso al hotel (arropada por el frío y la humedad de una niebla más característica del clima de Londres que de París) cayó en la cuenta de que había visto dos veces a ese menudo y encantador hombrecillo y habían charlado como viejos amigos, pero ninguno se había presentado al otro. Era una sensación rara haber logrado aquel grado de intimidad sin haber recurrido de entrada a los manidos formulismos de presentación.
Sonrió y aceleró el paso, ansiosa por llegar al hotel y comenzar la novela.
Las dos semanas previstas para sus vacaciones pasaron demasiado rápido, así que Lydia decidió alargar su estancia, para lo cual no puso problema alguno su padre.
—Si tu estás bien, todo está bien, cariño —dijo él.
Los dos siguientes meses también pasaron volando para Lydia. Las visitas a la librería y las lecturas en su habitación se habían convertido ahora en toda su mundo.
Por fin se presentaron (cuando Lydia le devolvió el noveno libro que le había prestado el librero), y descubrió que su nombre era Pierre Lafayette; faltaba un mes para que cumpliera treinta y ocho años, y había trabajado desde que era un crío en aquella pequeña librería familiar, que heredó al morir su padre cinco años atrás.
Un par de libros después decidieron quedar en un pequeño café que había a unas calles de Ciudad Oníria, y no tardaron en trasladar sus charlas post lectura a aquel nuevo e íntimo lugar.
A principios de Noviembre ya no era necesario haber terminado una lectura para quedar a tomar un café y charlar de cosas más allá de la literatura. A esas alturas Lydia estaba irremediablemente enamorada de Pierre, y no entraba en su cabeza una vida alejada de aquel hombre.
La mayoría de novelas que Pierre le prestó al principio eran románticas historias (casi todas de trágico final), hasta que un día (sonriendo con una tímida expresión), le prestó una novela algo más atrevida (según sus propias palabras). Si no le gustaba sólo tenía que decírselo, y no volvería a prestarle nada de aquel género.
Lydia la leyó en la soledad de su habitación de hotel en una sola noche; devorando con ansia las páginas de aquella novela erótica.
Cuando se reunieron de nuevo (un par de días después) lo hicieron en la librería de Pierre, y ella le sorprendió al confesar haber disfrutado aquella novela más que ninguna otra. El rostro de Pierre se relajó (estaba claro que la tensión le había estado comiendo por dentro desde el momento en que se la había prestado).
A partir de entonces las charlas se volvieron más íntimas, más atrevidas, y un par de novelas eróticas después Pierre pasó la noche en la habitación del hotel de Lydia, e hicieron el amor por primera vez.
El romance duraba ya unos meses cuando Pierre le prestó aquella última novela. Lydia la cogió con algo de recelo (las últimas novelas habían subido claramente de tono, tornándose incluso algo violentas, cosa que excitaba y aterrorizaba por igual a Lydia). Esta última novela no era tal, sino que se trataba de un manuscrito, vulgarmente encuadernado, que aseguraba haber escrito el propio Pierre (que en la mente de Lydia ya no aparecía como el misterioso librero, ni siquiera como su amante ocasional; sólo aparecía como su futuro marido).
Ella quiso que regresaran ambos a la habitación del hotel y lo leyeran juntos, pero Pierre se negó. Le aseguró que debía leerlo ella sola; leerlo con calma y la mente abierta. Si la novela le gustaba, y después de leerla aún quería estar con él, Pierre la esperaría a la tarde siguiente en la pequeña librería y le daría el regalo que guardaba para ella.
Lydia apenas podía concentrarse en la lectura de aquel manuscrito, su mente volaba una y otra vez de regreso a su amante; a su amante y aquel regalo (que sin duda sería un anillo de compromiso) que guardaba para ella.
El relato comenzó como tantas otras historias románticas que había leído, pero según avanzaba la historia comenzó a tornarse oscura, tétrica. El protagonista (que no apareció claramente en la historia hasta pasada la página doscientos) se enamoraba una y otra vez del mismo tipo de mujer; las cortejaba hasta que lograba, su total admiración primero y su total sumisión después, y finalmente las encerraba en el interior de un ataúd fabricado por él mismo en el sótano de la librería donde trabajaba, y las enterraba en vida, dos metros bajo tierra, en el bosque de Vincennes.

Leyó el nombre, y un leve escalofrío la recorrió entera. Ciudad Oníria, rezaba el cartel en grandes letras de madera desgastada. La pequeña cristalera aparecía sucia, cubierta de polvo, dando una sensación de abandono que le oprimió el corazón.
Una helada ráfaga de viento recorrió las calles hasta llegar a ella, obligándola a aferrarse a las solapas de su abrigo y envolverse con fuerza en él. El otoño había avanzado inexorable en busca del frío invierno, y a punto estaba ya de alcanzarlo. Apenas había visto a nadie en las calles por el camino desde el hotel; tal vez el frío le quitaba las ganas de salir a pasear por las románticas calles a la mayoría de la gente; al contrario que le ocurría a ella.
Ahora, frente al escaparate de la pequeña librería, envuelta en el suave paño de su precioso abrigo nuevo, rodeada por la espesa niebla que había invadido las calles todas las tardes desde que ella llegó a la ciudad, escuchando de vez en cuando unos lejanos pasos repiqueteando sobre los adoquines, se sintió más nerviosa que nunca; emocionada y algo asustada.
Alargó la mano hacia la manija de metal dorado que sobresalía elegantemente de la puerta, cerró los dedos a su alrededor con suavidad, con cariño, se sobresaltó ligeramente al escuchar el tintineo metálico, y entró en la librería Ciudad Oníria. Entró con decisión y valentía en busca de su destino.

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Despedida. Parte 1

Día, noche, madrugada
el día de indiferencia, la noche de pelea, la madrugada de despedida
Cada momento originando una brecha, que nuestro amor no fue capaz de reparar, tomando caminos separados, llevando consigo los recuerdos de lo que ya no seria mas, de ese amor que alguna vez existió, tú te alejabas sin voltear, yo te observaba tratando de entender, susurro entraban y salían, consiente de que no volverás mi orgullo te dejaba, pero mi corazón te espera.

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El Mundo

El mundo aún era joven e inmaduro

Incapaz de tomar sus propias decisiones

Descubriendo cosas nuevas cada día

Y poniéndose turbulento ante cualquier provocación

Desafortunadamente me toco vivir gran parte

De sus malas experiencias

Cuando nació y lloro ruidosamente al nacer

Cuando no dejaba de tambalearse y caerse

Al intentar caminar poco a poco

Al ponerse juguetón poco a poco al emocionarse

Por su avance y desarrollo en su entorno

Al llegar a la turbulenta adolescencia

En donde sus continúas guerras y agresividad

Batallaban a su alrededor

Después de su última contienda

Ahora el mundo estaba madurando

Y se había vuelto un poco más sensato

Tranquilo y pacifico

En comparación a años atrás

Actualmente el mundo está viejo

Se siente cansando y débil

A veces rogando por dejar de existir

Pero yo le digo que resista

Que aún falta camino por recorrer.

FIN

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LA PEOR MALDICIÓN DE DIOS.

Mi madre me ha contado varias historias sobre la Biblia y de como se creo el universo, desde las aguas hasta la más insignificante cosa que hoy está en ella…. Y la verdad es que es algo fascinante pero lo que verdaderamente me llamo la atención fue en la parte la cual mama decía. Dios nos hizo a su imagen y semejanza!!! Yo dije genial eso es un tremendo honor… Pero la cosa no sólo terminaba ahí, llego la parte en la cual de nuestra costilla sacaba a la mujer… Me he quedado impactado! Y no por que me asombré, si no por que tube un big ban en mi cabeza, que regreso desde los tiempos hasta aquella época en la cual me estaba relatando mi madre,y hasta el momento actual de mis sentimientos hacia el amor… Y es que desde ahí se originó el problema…, el hombre ya no puede estar sólo aki en la tierra, el hombre necesita de su otra costilla para vivir en paz, para estar Agusto, para estar completo y para desmadrearse la vida… Dios no se en que rayos estabas pensando!!! pero si te sentías tan sólo hubieras creado el vino desde el primer momento y no cagarnos el alma haciéndonos depender de nuestra alma gemela que sabrá quien rayos donde este!…. E pasado tanto tiempo buscando el por que de mi primer ruptura, quizás fui mejor o el peor, ella me valoro o sólo me desecho, hice bien o no hice bien??? Cada signo de interrogación, para cada pregunta… Amo los animales… Amo a mi gata y todos los gatos del mundo al igual que a los perros, pero si de algo estoy seguro es que, amar a alguien es verdaderamente jodido, aparte de las dudas, los desengaños, los cachos y los estornudos absurdos… Ya no puedo estar en paz, sabiendo que siempre dependeré indirectamente pero a la vez muy directa, de mi costilla la cual dios nos ha sacado a la mujer… La mujer es la creación más hermosa de todos los tiempos, es más sabía que nosotros, y más dulce… Ellas fueron echas para nuestra salvación… Muy aparte de dios claro está! Pero dime ? Por qué es tan doloroso encontrar esa alma gemela? Será que es verdad lo que dice la profecía antigua? De qué el hombre antes vivía hasta 200 años, pero con el pasar del tiempo entre cada pendejada y cada cagada que ha echó el hombre, nos hemos estado descontando esos días… Ahora es un suertudo el que llega a vivir a los 80 … Aparte que desde los 30 un hombre ya se considera el mismo… Veo la luna tan hermosa y esplendorosa, creo que fue creada parecida a la mujer, tan bella y reluciente, ella alumbra nuestras noches, aclara lo oscuro y por supuesto una vez más, nos guía… Aveces me quejo del daño que me han echo en el amor, siempre digo que soy como soy por culpa de el amor,.. Pero en realidad debería de dolerme tanto? Se qué estoy joven pero tampoco soy ingenuo… Si necesitaba amor sólo quería eso… Nada más y nada menos, quería cada parte de la chica de ese entonces, quería sentirme amado y completado, pero creo que le jugué al verga! Por que sólo salí mal parqueado y un miserable, recuerdo que hice conciencia de como me estaba cambiando el amor, luego de tanto sufrimiento pude retomar mi camino hacia la conciencia…. Aveces doy suspiros… Pero no todos son de nostalgia, quizás cada suspiro es diferente y en el encierra algo, pero dime tu ? Acaso el amor no te ha jodido? Yo creo que si… Y. Creo que eso es algo bueno por que si la vida es así es por que te hace sentir al máximo cada segundo, cada instante… Vamos beibi me he salido un poco del tema!, pero retomando aquello que me decía mi madre… Será que dios se habría sentido tan sólo? Se qué era imponente era todo pero a la vez nada… Creo que por eso nos creo para así sentir algo, por que aparte de ser muy recto y bondadoso, lo único que quería era un abrazo, sentir el calor de una chica, sentir lo que es hacer el amor, por que hacer el amor es algo de dos, es el único momento en el cual dos personas se muestran en cuerpo y alma… Hacer el amor es… Como jugar a ser dios… Claro que lo digo en el buen sentido, por que ponte a pensar cariño… Al hacer el amor damos paso a la vida, y muy aparte de la vida damos paso a un alma, a una creación, claro que es trabajo de dios pero que lindo se siente ser la máquina que los procesa… Se que no necesitamos de alguien para vivir, pero ese dicho está mal, por que si de nuestra costilla sacaron a la mujer entoncs es por que necesitamos de ley, a una en nuestra vida… Se que no nos agrada a todos pero oye! Yo no cree las reglas del juego, y es por eso que me refiero al título de mi escrito, que esta es una maldición!!!, una gran maldición, por que no todos queremos ser amados por alguien erróneo, no todos queremos partirnos el alma buscando a nuestra alma gemela, no todos queremos seguir llorando cada noche y contarle las penas a la almohada o a nuestras mascotas, no todos queremos una mujer a nuestro lado.. Y en eso me refiero a los gays, por que ellos van en contra de las reglas, pero oye! Si se supone que fuiste una creación! Vamos beibe vive tu vida a tu gusto, si lo tuyo el es riesgo el sentimiento o que madres se yo…!!! Vive la, por que cada segundo cuenta, y aparte de echarme a llorar por ser como soy en el amor, diré que Dios nos puso una maldición que es la mujer, pero si nos maldijo o no, lo hizo de la manera más hermosa que alguien puede hacer, así como el amor… Se siente tan frío y luego tibio, pero al final siempre deja marca… Amo todo y amo nada, y de eso estoy echo! Dime tu de que estas echo!? Aveces necesitamos tiempo para nosotros mismo, necesitamos estar solos, a nadie le hace daño estar solo!… Pero todos necesitamos a alguien, todos debemos estar con alguien, así que enamorate sin miedo, ama con sentimiento por que si no lo das todo, como sabes que va a funcionar o no… Así qué deja de quejarte y vive con la peor maldición de Dios

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