En la plaza de Iporá siempre han ocurrido cosas raras o misteriosas. Cosas que han sido largamente comentadas en los boliches, en las reuniones familiares y por razones particulares, en la comisaría. Cierta vez se enterró viva a una mujer que se decía tenía poderes sobrenaturales. Otra vez un equilibrista bajó por un cable que estaba tendido desde la torre de la iglesia hasta donde está el busto del prócer, General Marabunto. Y una templada tarde de abril hubo un gran escándalo público motivado por cuestiones de negocios.
Es un lunes de abril. Un 14 de abril. Fecha patria y nadie trabaja. Como nadie trabaja se aprovecha para salir de casa, ir al cine, al teatro o al Parque Almerías. El día es muy apacible y hay mucha gente en la plaza principal de la ciudad. Por las avenidas centrales caminan distendidos y charlando animadamente grupos de vecinos. Unos viejos discuten de política y toman sol en los bancos de madera. Al amparo de las glorietas y sin importarles el sol algunas parejas se comunican con caricias y besos.
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