Cuentan algunas personas que los primeros años del matrimonio entre Gualberto Capelucetti y María Mirta Morales, transcurrieron en total y absoluta normalidad. Con la llegada de los hijos sin embargo, las cosas cambiaron sustancialmente. A doña María Mirta se le dió por hacer huelga de brazos caídos y dejó de cocinar, después dejó de limpiar, después dejó de lavar la ropa. Don Gualberto tuvo que armarse de valor y empezar a tomarle cariño al lampazo y al trapo de piso y en sus pocos minutos libres, comenzó a leer el Crandon.
Corre la crisis del 2002 haciendo estragos por doquier. En la casa de Domínguez la situación no es mejor. Ya hace 2 meses que fue despedido de la fábrica junto a un centenar de empleados. Elenita, como llama a su mujer hace lo imposible por disponer en la mesa lo imprescindible para que su marido y sus dos hijos puedan comer. Seguir leyendo Buenas Referencias→
Estábamos en la calle de San Bernardo. Era ancha, como las de las Casas Baratas, pero en vez de acacias había enormes plataneras. Su sombra, grande y fresca, hacía agradable pasear por la acera aquel caluroso mediodía de Octubre.
El portal era amplio y oscuro, hasta parecer lúgubre. Subimos por una escalera, con peldaños de madera que crujía al pisar, con una barandilla de hierro y pasamanos de madera. Seguir leyendo El Barrio De Las Casas Baratas – Parte 3→
-¿Dónde te duele, Andrés?
-¡Joder, aquí!- se señalaba el lado derecho de la tripa.
-¿Y que hacemos?
-Que vamos a hacer, ¡Pues salir a tocar!
-¡Pero como, si no puedes ponerte derecho!
-¡Venga, venga!, vamos para afuera que son las siete y la sala está hasta arriba de gente.
Las cuatro de la tarde de un luminoso día de Julio. El calor es sofocante. En la calle, debajo de una acacia, cuatro o cinco chiquillos con los tirachinas en la mano miran a la copa del árbol buscando entre las hojas un gorrión nuevo que pía llamando a los padres.
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