Partida sin grandes cosas. Sin llorisqueos ni aplausos. Nada. Luego, un viaje de no sé cuantas horas. Evidentemente esto queda por el fin del mundo. Creo que hubo un momento que pensé que no llegaríamos más…pero llegamos.
El agua demoró en descolgarse. Lo suficiente como que papá y el chofer pudiesen comer tranquilos antes de partir. Dos gurises comieron de nuevo con nosotros pese a que «ya habían comido». Uno de ellos tiene un nombre que…bueno, es un nombre, pero de ser pronunciado siquiera en el medio civilizado hubiese producido una sonrisa o unas mejillas sonrosadas. Le llaman «Pistola» pero creo que no aducen con ello a las pistolas de los cowboys.
La radio no marchó de inmediato. He pasado hasta hace instantes luchando con ella, pero marchó!. Aquí estoy en medio de los cerros. Nunca vi tantos juntos!. Tengo uno hacia atrás, otros por los costados y al frente…hasta donde el cielo y la tierra se juntan. Por ahora no sé de ningún bosque. Todas son plantas nativas más o menos dispersas.
Se llama Rincón de Yopará y nadie en el pueblo sabe el origen del nombre. A nadie le importa saberlo. Lo que realmente importan es que existe y que por suerte tiene un nombre. Seguir leyendo Perdidos Entre Las Sierras -Introducción→
Camino una vez más por las calles de mi ciudad. Son las mismas calles, las mismas casas, los mismos comercios. Me encuentro con vecinos que conozco desde siempre. S¡n embargo, casi sin querer comienzan a desfilar por mi mente imágenes de otros tiempos ya idos. Entonces las casas, los comercios y las gentes me parecen otras, ya no son las mismas. Es que estas construcciones han cambiado . Algunas porque se han deteriorado , otras porque se han remodelado. Otras ya no están. En cada esquina toman vida hechos que ya se fueron y que son solo hechos para mi, solo para mi. Hechos de mi infancia, de mi adolescencia, de mi época en que estuve integrado al mundo del trabajo. Los sentimientos tiñen de colores esa realidad. Es el mismo mundo,la misma realidad que toma aspectos disintos en mi. Estoy en el mundo y lo percibo como algo cambiante y que remueve mis fibras ìntimas.
Ayer hice galletitas. Un poco de harina, huevos, leche, azúcar, manteca… mucha manteca. Horno a 200 grados y cortadas con formitas de animales. Bañadas algunas con chocolate y un poco de confites en otras.
Me las terminé comiendo yo solo, otra vez. Porque Daniela no venía. Ayer estaba por empezar a llover. Mayo. Lluvia de mayo. No sé qué tiene de especial una lluvia de mayo contra una de agosto. Debe ser el frío. Sí, el frío de agosto hace que no quieras salir de la cama.
El calor de las lluvias de mayo me da ganas de cocinar.
Debe estar conectado para enviar un comentario.