Cada ser
de esta redonda patria
tiene su misión.
Casualidad de la vida
para todos,
la misión es la misma.
Lograr un mundo unido
por el amor fraternal,
sin amargas divisiones.
Cada ser
de esta redonda patria
tiene su misión.
Casualidad de la vida
para todos,
la misión es la misma.
Lograr un mundo unido
por el amor fraternal,
sin amargas divisiones.
Tibio sol de medianoche
sobre regiones polares,
que das luz y alegrías
a los hielos naturales.
Simples rayos los que alumbran
con auroras que deslumbran.
Fuertes vientos los australes,
suaves brisas las boreales.
Un continente congelado,
otro, islas de esos hielos
y un mar que los rodea
abrigándolos de lleno.
Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas y es cansador para los niños tener que darles siempre y siempre explicaciones. *
Resultó ser una situación interesante la posibilidad de recorrer el mundo de una forma tan extraña como la que me tocó. No sé si será por la época del año o por la situación macroeconómica del área o si será por la coyuntura social o solo por los últimos avances y retrocesos de la ciencia y la tecnología. Varias veces en la vida tuve la oportunidad de sentir pasar por mi Alma, Mente y Cuerpo palabras e ideas tan extrañas y verdaderas que supieron llenar con grandeza esos espacios finitos de mi propio ser.
Siendo no me acuerdo realmente la fecha, aunque si la época del año, fin de la primavera, sentado en un roquerío de la playa en la que vamos con mis amigos, encontré una de las historias más interesantes de toda la vida del planeta. La persona que me la contó me recordaba a algún personaje de la ciencia-ficción europea con reminiscencias del James Bond de Sean Connery.
A continuación transcribo sus palabras de la forma más fiel posible, manteniendo el tiempo verbal y la persona:
En un mundo sombrío
apareció una planta.
Dejó de hacer frío,
hay un río que canta.
Se hizo la luz,
el viento sopló.
Voló una avestruz,
una nube se infló.
Luego llovió,
especies aparecieron.
Y a lo lejos se vio,
que los hombres nacieron.
No importa si perdí la cordura,
si realmente la perdí o si me la robaron.
Si algún día fui cuerdo…
Ya no digo lo que esperan,
me niego a ser quien debo
y sencillamente soy.
Con eso, juro que basta.
Seguir leyendo Me Basta.