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Lector Libre

Era un libro que miraba
por sus letras y sus hojas
las retinas inocentes al cerrar
las puertas al buscar la ventana
la belleza sin entenderla ni extenderla
ni del texto con la fatiga inmóvil
en taciturna confrontación abierta
entre la cadena lectora esclava
y la libertad creadora de la oruga
y la extravagancia indefinible
de los cuadros cazadores de unicornios
unimembres uniformes usufructos…


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Levantando
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Litorales

Era la lectura encadenada
por los últimos escalofríos y sonrojos
del verano parroquiano veterano
del mensaje refrenado meridiano
de caprichos adheridos al renglón
al muro al candado al grillete
del prejuicio de la métrica melosa
de la rima voluptuosa y los espacios
pegajosos del amor y la desdicha
de confesiones gratuitas y secretas
¡ pasiones del fósforo mojado !
en la estabilidad de la imaginación encarcelada…

¡ Lector libre, lector libre… Lee y escribe cuando puedas !

Autor : Joel Fortunato Reyes Pérez

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Impertérrito Rebenque

IMPERTÉRRITO REBENQUE

De la locura el cruel vértigo hace orugas,
que desgajan al marfil cada blancura.
¡Y al otoño en vano secan!. Ahogadas.
En las penas perdidas encendidas. Hoy.
En la espantosa grandeza del indiferente.

Ven, y morirás conmigo alegre. En un canto.
Bajo las ruinas de un bostezo. Estéril.
Con el audaz frontispicio en el zapato,
en el cuerpo claro de una cadena rota.
¡Vayan las extrañas cañas al lucero esquivo!.

¡Ya la eternidad necesita un descanso!.
Y los dátiles las praderas marinas,
y la leche flores calientes ligera.
Con la espiga de fortuna ingrata,
en la brasa del azúcar por el suelo.

Las copas al aguardiente calman. ¡Sapos!.
¡Y todas las ventanas miren madrugadas!.
¡Y el dolor nevado cultive volcanes!.
Con las heridas pupilas del durazno,
en las puertas donde mueren primaveras.

Por el barro sin consuelo del pantano,
las piedras con las palomas hablan,
a los topos de la vieja encina.
Y agazapado un deseo las manos mueve.
¡No soy callado!. ¡Soy mudo y nada mudo!.

El azul de las abejas es rojo a una hormiga.
¡Y sin saberlo la tristeza escapa!.
¡Toma, el cielo es de oro y usa botas!.
Porque la ventisca es fresa grande,
del infinito donde los sueños viven.

¡Elévate, levántate!. Mira el pequeño muro.
¡Más grande es el hombre en su bajeza!.
Ya nada puede despreciar de la injusticia.
Es dueño de la impureza y la ama.
¡Sólo se arrepiente y hay perdón automático!.

El recuerdo nítido de la consciencia es neblina,
brillante, el portal del éxito arrogante.
¡Estoy muriendo sin sed!. Bello oasis.
Las paredes felicitan al escarabajo.
¡Y las estrellas expulsan cualquier culpa!.

Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Del texto de la imagen.

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